Caminamos por ahí, toda una generación, con el conocimiento humano acumulado por miles de años guardado en un bolsillo, sin saber qué hacer con él. Generación Z, millenials, se nos llama, una partida de niños malcriados que creemos que no hay vida fuera de la pantalla, y que ser influencers y youtubers es un trabajo. Es difícil tomarnos en serio.
Pero luego aparecen Greta Thumberg, Malala y Tamimi, y nos halan las orejas a padres e hijos.
Porque en vez de encerrarse en sus cuartos a jugar videojuegos hacen huelga frente a un parlamento. En vez de preocuparse por peinados de moda van a una escuela musulmana sin llevar burka y desafían un orden milenario y violento.
En vez de postear en Instagram hasta lo que almuerzan deciden cambiar su estilo de vida para no contaminar. Y en vez de redactar monografías para sacar buenas notas escriben discursos y son nominadas al Premio Nobel.
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Todo eso porque tienen que asumir el rol de los adultos en un mundo donde ellos parecen no estar a cargo de nada. Así que dejan de hacer lo que sus contemporáneos hacen, y se alarman porque padres y abuelos no supieran dejar a sus hijos un mundo mejor, ni dejar al mundo mejores hijos.
Reclaman en descontrolada perreta que les hagan caso, persisten, estudian, se hacen mejores y más convincentes. Y entonces sí que no queda más remedio, cuando logran unir a millones de chiquillos en todo el mundo, y los adultos se conmueven, se contagian, comienzan a admirar a una generación de la que creían que no había nada que aprender.
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Por eso hoy, Greta Thumberg, una niña sueca de 16 años, diagnosticada con Síndrome de Asperger, es escuchada por ministros y presidentes luego de muchos viernes en huelga ante su Parlamento, en lucha contra el cambio climático.
Por eso Malala ha logrado que se unan Organizaciones No Gubernamentales de las que pueden cambiar cosas, para que las niñas musulmanas puedan ir a la escuela al igual que los niños.
Por eso Ahed Tamimi representa a miles de palestinos cuando se opone enérgicamente a la ocupación de ese país. Y por eso se suman otros muchos líderes, jóvenes y alborotadores, y en las redes sociales se amplifican sus voces con las de las chicas Artemisa Xakriabá, en Brasil, Autum Peltier, en Canadá, y Emma González, en Estados Unidos, que luchan por el acceso al agua, los derechos indígenas, el fin de la tenencia de armas...
Ahora las llaman corajudas, valientes, ejemplares. Otros las critican, las creen exageradas o histéricas, pero nadie puede dejar de hablar de ellas. Si se piensa bien, también fueron alborotadores Martin Luther King, Gandhi, Lenin y Marie Curie, y de sus detractores no queda ni el recuerdo.
• Vea debates al respecto en la página de Facebook Estudios de Género en América Latina
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Posted by Estudios de Género en América Latina on Tuesday, September 24, 2019
Nosotros, jóvenes también, no podemos, como tampoco ellas, eliminar el empleo de combustibles fósiles, acabar una guerra, apagar el Amazonas, erradicar el hambre, hacer que un gobierno se suscriba a un tratado internacional.
Pero podemos investigar y hablar sobre esos temas en Internet, podemos retwittear a las activistas, compartir sus palabras, no contaminar, sembrar un jardín, recoger un perro callejero en lugar de comprar uno, limpiar la comunidad sin que lo ordene un trash challenge y proponer ideas frescas a @presidenciacuba. No ganaremos un Nobel ni ocuparemos titulares, pero si somos mayoría, en algún momento, los adultos que dirijan el mundo serán, necesariamente, los adolescentes protestones de hoy.
Sígalas en Twitter y sea parte del cambio:
Greta: @GretaThumberg
Tamimi: @AhedTamimi5
Malala: @Malala
Autum: @PeltierAutumn
Emma: @Emma4Change