Mejoras humanas y otros deseos para el 2025

Entre las penurias y las ausencias, y entre todos los males, emerge el año nuevo para hacer lista de lo superado, renovar planes, proponernos otras metas y regalarnos ciertas esperanzas. A veces es necesaria esa fuerza que traen los comienzos.

Casi todos hicieron los pedidos durante los primeros días. Festivos. La gente confió un poco. Se deseó lo mejor. Así, simplemente, lo mejor, sin importar qué significara ello para el prójimo. Se conectaron por video-llamadas los de aquí y los de allá, con fe de por medio de un reencuentro próximo.

Como siempre, hubo quienes empezaron a manifestar sus deseos a las 12:00 de la noche. Tampoco faltaron los que quemaron muñecones para que el fuego extinguiera lo negativo del año pasado o lanzaron agua a la calle con un fin similar. Las tradiciones siguieron intactas. Algunas. Pero todavía, creo yo, estoy a tiempo de seguir “soñando”. Apenas le hemos arrancado diez fechas del calendario actual. Los eneros tienen ese halo mágico.

Es lógico aspirar a la superación personal y a satisfacer demás deseos. Pudieran ir desde bajar de peso o empezar de una vez en el gimnasio, hasta aprender francés, superar el número de películas vistas en 2024, ver al equipo Cuba de béisbol ganar un torneo, leer más que publicaciones en Facebook, conocer El Cobre, viajar a Turquía. Habrá uno ansiando reunir lo que falta para comprarse un teléfono de mayor calidad o que lo asciendan de cargo. Otros pretenderán más. Otros menos.

Ustedes y yo hemos de reservarnos tales empeños. Dicen que solo así se llegan a cumplir. Quizás ahora sean considerados banales. Las preocupaciones y necesidades básicas del día a día distan demasiado de esos anhelos de cada cual. Tantas son las agonías que detenerse en aquello resultaría una pérdida de tiempo.

Qué más quisiera uno que la luz fuera infinita. Por supuesto, me refiero a la luz de la casa. La corriente. Que desapareciera la incertidumbre de si la quitan o no y jamás debamos acudir al canal de Telegram a revisar cuántos megawatts de déficit calcula la Empresa Eléctrica para el pico de máxima demanda. Sin fallas y sin averías, que las termoeléctricas se mantuvieran sincronizadas todo el tiempo y terminara la construcción de los paneles solares fotovoltaicos para una progresión del panorama electroenergético del país.

Unos se conformarían con la estrepitosa caída de los precios y posteriormente su estabilización, con que hasta el vendedor de bocaditos de helado ―si es que aún quedan dichos vendedores y bocaditos de helado― aceptara el pago por transferencia. Y la bancarización acabara de ser efectiva.

Quizás bastaría con planes agropecuarios en correspondencia a las necesidades del pueblo. Y con que esos planes se cumplieran de verdad y los mercados estuvieran siempre abarrotados.

El transporte, la recogida de la basura, el servicio de acueducto y alcantarillado, la falta de medicamentos en las farmacias, las conexiones por datos móviles, las colas… A lo mejor fuera suficiente con que todos esos problemas encontraran soluciones antes del inicio de 2026.

Pero no soy tan iluso de esperar que eso suceda. Cuando más, uno pudiera aferrarse a ciertos adelantos y menos retrocesos, sin falsas expectativas en un contexto tan complejo para la economía del país.

Lo que está al alcance nuestro y se agradecería de inmediato son las mejoras humanas. Hablo de dejar de voltearse cuando un hombre en situación de calle viene a pedir una “ayudita”, por ejemplo. Todavía ocurre. Como también persiste la discriminación por género, por raza, la homofobia, el machismo, el maltrato animal...

Y yo pidiera algo más: que la desidia y lo mediocre dejaran de interponerse al interés y la capacidad, la burocracia muera, la justicia derrote al delito, y la Educación y la Salud Pública tengan siempre la calidad requerida.

Quisiera, la verdad, que las pensiones de los abuelos les valieran para resolver y para disfrutar con sus nietos. Que la máxima preocupación de los nietos fuera estudiar. Y que cuando crezcan estuviese bien emanciparse, buscar satisfacciones económicas o trabajar en una mipyme, valgan las redundancias. Pero también representara un futuro prometedor el aprendizaje de un oficio o graduarse de una carrera universitaria y ejercerla. Yo quisiera ver a los jóvenes creando su vida aquí, con ilusiones de concretar proyectos. Y lográndolo.

Yo quisiera…


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