Las 10:00 de la mañana apenas. Entras a la tienda a ver si encuentras algo de tu lista y tienes la suerte de que hay, al menos, una de las cosas. Te espera, no obstante, una larga cola, como sucede con frecuencia últimamente y, seguro, sumarle la extrema paciencia y el mal humor con que te ¿atienden?
Cambias de sitio. Vas a alguna oficina de trámite y después de esperar en una silla nada cómoda, cuando pasas y sacas tus papeles, quien está del otro lado del buró empieza a hablar con la compañera de puesto y, a cada rato, para la escritura del documento. Comienzas a contar hasta mil, porque no te quedan muchas más opciones.
Por desgracia, así luce el panorama ,en ocasiones, demasiado reiterado, cuando nos dirigimos a instituciones avileñas donde el contacto con la población no fluye como debería y se incorpora a las innumerables insatisfacciones con las que carga la gente por estos días.
No se está descubriendo el agua tibia en estas líneas, por supuesto, y, aunque el tema no es novedoso, su repetición es motivo para reflexionar un poco, que nunca está de más.
La protección al consumidor se ha puesto de moda a partir de la publicación de la Resolución No.54 del 2018 por parte del Ministerio de Comercio Interior, vino a poner en agenda un tema latente en cada experiencia cotidiana. Su aparición, algo positivo; lo difícil, cambiar las mentalidades y las estructuras que dan vía libre a continuar desprotegidos.
• Lea aquí otro acercamiento de Invasor al tema
Que lo dispuesto en un documento oficial pase a ser letra muerta no es asunto sorprendente. Ahí están las historias como demostración de que hay también un problema de habilidades inexistentes para trabajar con público y de mecanismos inoperantes para resolver la situación.
Se vuelve casi un círculo, en el cual se es víctima y victimario. Al dependiente que nos pone mala cara si le pedimos ver más de un desodorante le puede tocar luego llegar a la farmacia o a un kiosco de venta y que no le den el servicio como merece y necesita. Y así, sucesivamente.
La idea tantas veces manejada de “a mí me toca estar hasta las cinco y me van a pagar lo mismo atienda a cinco o a 200”, ilustra que una de las causas es la falta de sentido de pertenencia con el trabajo, vinculada a los bajos salarios de quienes deben tratar, cara a cara, con los clientes.
Esa es una parte no menos relevante, porque queda clarísimo que mientras los ingresos no satisfagan las necesidades muchas cosas no van a tomar su sitio; la otra se relaciona bastante con la responsabilidad de hacer bien lo que hayamos escogido para “ganarnos el pan”.
Porque si un médico, agobiado también por el calor, con la carga de las carencias en casa, bajo el mismo sol en bicicleta, llega a la consulta y nos desatiende, ¿no salimos de allí con el disgusto a flor de piel? Y eso sucede, no debería, pero sucede y es mal visto (porque lo está, obviamente), incluso por aquellos que en sus horas laborales dejan sinsabores en el público. ¿A ellos sí les toca y a los demás no?
Están los malcriados del otro lado del mostrador; hay muchísimos, y sería ideal que no existieran; mas, la realidad, muchas veces, sobrepasa los diseños mentales. Gajes del oficio de los que atienden a la población, se le podría llamar.
Los negocios particulares no son siempre la excepción de la regla, como muchos piensan. Hay algo arraigado de lo cual tampoco se libra esa forma de gestión donde, supuestamente, son menos los espacios para las arbitrariedades.
El llamado es al respeto de todas las partes. Buenos ejemplos de que a pesar del peso de los problemas se puede tener un trato amable existen, no son un imposible. Lo que sigue haciendo falta, muchísima falta, es romper de una vez los persistentes eslabones de esos maltratos en cadena.
Ciertamente "hay algo arraigado" (y no precisamente bueno) respecto a la atención para con otros semejantes ¿verdad?
Quizás esté relacionado con el "síndrome del no me importa" que viene ganando terreno desde hace muchísimo tiempo, porque no se ha enfrentado correctamente.
cual es la causa de que esto ocurra generalmente y solo existen excepciones positivas hace mas de 50 años ?.
es hora de que el periodismo deje de ser una fotografia de la realidad y aporte mas argumentos y propuestas.
brmh
creando el gobierno, normativas que conlleven a la competencia (regulando el mercado) y vendiendole los productos al mismo precio que actualmente lo compra las empresas de gastronomia.
recuerdo a mi profesor de filosofia, cuando me enseño que el caracter socialista de un estado lo daba,el que los principales medios de produccion estaban en manos del estado,esta bien claro principales.
en paises como China y Vietnam hace rato que se aplica estas politicas.
ahh y en cuanto a mi,eso es lo menos importante .
dedique el tiempo a analizar lo que planteo y haga su comentario sobre el tema en cuestion.
brmh
cuando a todos hay que tratar bien y con respeto
como es posible que en las tienda se le ofrezca bolsa al que ellos piensan que dejara propina y se las escondan al que no tiene para dejar propina ,
hace falta vocación y sobre todo educación y respeto para atender a la población
Éste tema sale a relucir a cada rato y no pasa nada, absolutamente nada.
La descomposición existente no hay quien la frene. Esa es la realidad.