¿Darle al que te dio?

¿Qué sucede cuando se enseña a los niños a responder a la violencia con más violencia? ¿Cuándo se les trata “fuerte” para Hacerles “fuertes”? ¿Qué nos toca a los adultos en estos casos?

La tarde que el niño se paró en la puerta con el hilito de sangre que le dejó la pedrada, a ella se le cayó la carrera de Medicina a los tobillos. Corrió de un lado a otro en busca de algo tan básico como un jabón, y solo cuando vio que no era grave pudo recomponerse para cumplir su segunda tarea: visitar a los padres del niño agresor.

La sorpresa y la pena de saber que su hijo había atacado primero le duró poco, mayor fue su desconcierto cuando le dijeron que solo por eso la pedrada estaba justificada. “Yo le dije que había hecho bien. Pregúntale al tuyo por qué le dio”.

Al suyo le esperaba una charla esa noche antes de dormir. “Las personas no arreglan los problemas con los puños, sino con palabras”, le había dicho tantas veces. Al otro niño le recibió casi un aplauso.

Después, las dudas de siempre. “Uno no los cría para uno, sino para el mundo. ¿Y si le pasan por arriba después? ¿Habré hecho bien?”. Y las respuestas de casi todos. “Pues no lo dejes que se quede da’o”. “A la mía tuve que darle una nalgada un día. Lloró muchísimo, pero más nunca me ha dado quejas de la escuela”.

A la psicóloga avileña Katya Roldán Contreras este tema le preocupa como profesional y como madre. “Es seguro que la violencia engendra violencia; y si enseñas a tu hijo a defenderse con violencia, lo estás exponiendo a ella y a sus consecuencias. Sobre todo en la adultez, con machetazos, puñaladas y demás, por mantener un supuesto papel de hombre y un honor que solo es posible salvaguardar a piñazos”.

No es una opinión exagerada. En Cuba, según las estadísticas oficiales, los hombres tienen el doble de probabilidades que las mujeres de morir por causas externas como accidentes, traumatismos, y también por lesiones, al estar más expuestos a la violencia a manos de otros hombres.

Entonces, ¿qué hacer cuando llega el niño, o la niña, a casa, contando que le maltrataron? Katya es categórica. Nadie debería enseñar a resolver conflictos a puñetazos. Así no tendríamos problemas.

Roxanne Castellanos, voz autorizada en temas de crianza respetuosa en Cuba, va más allá cuando Invasor la interpela. “Los niños tienen que saber defenderse”. ¿Pero esto qué significa? ¿Significa condonar actitudes violentas?

“Es entender que nadie tiene derecho a tratarles mal. Aunque se hayan portado mal y un adulto deba llamarles la atención. Siempre merecen un trato digno. Hay límites para todas las personas que tienen que ver con el cuerpo. Nadie puede tocarte, hacerte daño o infligirte dolor. Este mensaje hay que practicarlo con los niños desde muy pequeñitos, para que entiendan qué está mal. Puede pasar que un niño de tres o cuatro años no sepa cómo tomarse que un amigo le dé; mucho más cuando la sociedad naturaliza la violencia, desde los padres que ‘te dan’ para que te portes bien”.

Habría que pensar cómo podemos pedirle a una niña que “se defienda” de otros gritos y no de los nuestros. De otros golpes y no de nuestros manotazos “para que aprenda”, “por su bien”. Es incoherente y les enseña que, a veces, se merecen el maltrato.

El ciclo se rompe una vez que las familias enseñan a defenderse no con la misma violencia, sino enseñando a poner límites: un “detente”, “no me toques”, “no me grites”, una voz enérgica.

Para Katya, es muy importante que se comprenda el problema en escuelas y espacios de convivencia de ellos. “No es algo que se resuelva con rapidez, pero sí lleva una reflexión urgente, y medidas que van desde la protección de menores maltratados hasta acciones contra los acosadores en las escuelas; y que no sean una simple amonestación. Creo que urge abrir escuelas para padres donde se puedan debatir estos temas y ofrecer herramientas para la crianza”.

La propia UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, por sus siglas en inglés) recomienda a padres y comunidades organizarse, y exigir políticas de prevención al acoso escolar, y respuestas una vez que ocurre.

Pero que no pase por alto un detalle: un niño violento, que con sistematicidad se burla de otros y los golpea, muy probablemente echará en falta un trato más afectuoso en casa. Ahí es donde todo empieza, siempre.


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