Cuarentena social: sin dolores de más

Ya sabemos hay pandemias que no sólo se transmiten por el aire, el contacto físico o los fluidos corporales. Más que en partículas nocivas, pueden viajar en palabras y actos.

Mientras el SARS-COv-2 nos convence de que las calles son tóxicas y la etiqueta #QuédateEnCasa ronda todos los medios de comunicación, es difícil llegar a imaginar que haya suerte peor que la de errar en medio de una pandemia, o que para algún por ciento de las familias (terrícolas, cubanas, avileñas) la medida obligue a encerrarse, literalmente, con el peligro.

Ya sabemos hay pandemias que no sólo se transmiten por el aire, el contacto físico o los fluidos corporales. Más que en partículas nocivas, pueden viajar en palabras y actos.

• Otra opinión en Invasor al respecto

La plataforma ONU Mujeres lleva días advirtiendo: "A medida que los países informan sobre la infección y el confinamiento, cada vez son más las líneas de atención y los refugios para la violencia doméstica de todo el mundo que notifican un incremento de llamadas en busca de ayuda".

Lo primero es evaluar el papel de cada género en la crisis: si una cubana promedio dedica al menos 14 horas semanales al trabajo doméstico, mucho más agotadora debe resultar la cuarentena, donde no solo limpian y cocinan el doble, sino que se ocupan también del teletrabajo, la educación a distancia de los hijos, el cuidado de adultos mayores y de niños de edad preescolar. Todo esto se debe a que son las madres en su mayoría las que se quedan en casa, y los padres en su mayoría los que siguen trabajando, porque si para la una el rol es de cuidadora, para el otro lo es el de proveedor.

La gran mayoría de las mujeres enfrenta la crisis epidemiológica siendo amas de casa, como el 51.1 por ciento de avileñas sin vínculo laboral; con la doble jornada de trabajo, o desde puestos claves del sistema de salud, de los que ocupan el 60 por ciento. Mientras, hay algunas familias que asumen la violencia como una crisis propia, añadida.

Los cálculos pueden ser espeluznantes. Si la Encuesta Nacional de Igualdad de Género de 2016 concluyó que el 26,7 por ciento de las cubanas habían sufrido algún tipo de violencia doméstica en los últimos doce meses de su vida, ahora mismo una de cada cuatro cubanas puede estar aislada en casa con un agresor.

Mejor no aterrizar a la cuarentena el dato de que también en 2016 ocurrieron más de cincuenta feminicidios (0.99 por cada cien mil mujeres, según el informe de Cuba sobre la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible); porque la idea del fatal desenlace no merece especulaciones, sino alarmas.

• Descargue el informe completo aquí

Pero el recuento de daños debe incluir otros blancos fáciles. El estrés provocado por el confinamiento y la inestabilidad de la vida pública repercuten en la hostilidad y el maltrato hacia los adultos mayores, privados algunos del amparo familiar que precisan. Y los niños, en caso de que no reciban violencia de parte de sus padres, se convierten en expectadores obligados en los conflictos entre adultos.

La agresión se convierte en una forma de “descarga”, que puede estar motivada por el aumento del consumo de alcohol, y la difícil situación económica y social, entre otros factores. Por eso puede incluso ir de padres a hijos y viceversa. La Unicef advierte que también los niños se encuentran más expuestos al abuso, si se tiene en cuenta que en la mayoría de los casos el crimen proviene de familiares y amigos. En América Latina, el 77 por ciento de los delitos sexuales ocurren en la vivienda.

La plataforma ONU Mujeres estipula que para ayudar en estos casos se necesita aislar inmediatamente al agresor, y brindar apoyo psicológico a los implicados. Son factores de protección el acceso de la mujer a una vivienda propia, el nivel educacional de la pareja, y la efectividad de la legislación en este tema.

Frente a la doble crisis, puede que a la hora de pedir ayuda sea un elemento disuasorio para muchas familias la certeza de que las instituciones y las fuerzas policiales se hayan volcado de lleno en la lucha contra el virus.

Pero aun en este contexto, hay muchas formas de ayudar. A las instituciones cubanas que se ocupan del acompañamiento, como las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia, se unen iniciativas como la del centro Oscar Arnulfo Romero (OAR), que presta el servicio de consejería anónima a través del correo electrónico.

Como siempre, además del coraje de la persona agredida frente a estos casos, hay lugar para la solidaridad de vecinos, amigos, familia. Y urgencia por que ningún testigo quede indiferente, para que la cuarentena no esconda un sufrimiento más que el inherente a la epidemia que amenaza, y que el silencio no enrarezca un ambiente ya cargado de otras virulencias.

Para solicitar ayuda o información:
• Policía Nacional Revolucionaria: 106
• Línea de Ayuda de la Fiscalía General de la República: 802 12345
• Dirección Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas: 7838 3540 (42)
• Correo electrónico Centro OAR: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.


Comentarios  
# Dionides Moreno 21-05-2020 16:04
En mi modesta opinión, el hombre que maltrate de alguna forma a una mujer no merece que se le llame hombre, tendría que llamarse de otra manera. Una mujer es para cuidarla y respetarla siempre en todo momento, pues todos tenemos vida gracias a ella, todos tenemos madres, hermanas, amigas y compañeras de trabajo que son mujeres, y no se debe bajo ningún concepto maltratarlas ni de obra ni de palabras. Un saludo.
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