Cuando en abril de 2019 Invasor reportaba que un Banco de Leche Humana se inauguraría en el servicio de Neonatología del Hospital Provincial General Docente Doctor Antonio Luaces Iraola, cualquiera pudo pensar que el plazo de entrega fijado en el último trimestre de ese año era una meta posible, pues lo más difícil era la tecnología, valorada en unos 50 000 dólares, y ya estaba gracias a una donación del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
Además, el proyecto original incluía esta área al interior del servicio, por lo que sería solo readecuar y aprovechar el espacio existente. Sin embargo, contra todo pronóstico, no fue hasta ahora que se le puso punto final a la noticia de su construcción.
Más o menos igual sucedió con la casa ubicada en la intersección de las calles Cuarta y Serafín Sánchez, en la ciudad de Ciego de Ávila, que fue asignada, en octubre de 2019, como nueva sede para el Centro Provincial de Genética Médica, cuya apertura ya parece efectiva al cabo de meses y deberá mejorar la calidad de un servicio que se presta en un inmueble pequeño, que no permite cumplir a cabalidad con los requerimientos epidemiológicos en los laboratorios referidos al correcto flujo de las muestras.
El mismo buche amargo se ha tragado una y otra vez con el teatro Principal, que sumó a los años sin mantenimiento chapucerías anteriores como, por ejemplo, mezcla de cemento endurecida en la azotea de la fachada que obstruyó los tragantes y catalizó las filtraciones. Ahora, se le devuelve vitalidad en vísperas de las celebraciones por el 26 de Julio y de su cumpleaños 95.
Entre cada uno de estos ejemplos hay un hilo conductor que no se refiere a un sector o municipio específico, sino a intervenciones constructivas ralentizadas, a obras reprogramadas cuando es imposible cumplir con la fecha pactada, y a afectaciones económicas que se cargan al presupuesto del Estado cuando construir bien y sin pausas no se conjugan en el mismo tiempo y espacio.
Lo peor es que no hace falta mirar con lupa nuestra geografía para encontrar los nexos, en todo caso, basta cerrar los ojos y señalar con el dedo.
Si bien es cierto que no siempre los recursos están y que la COVID-19 y el perenne bloqueo económico, comercial y financiero son condiciones objetivas, hay otras igual de dañinas que penden de una mala planificación y organización, de no presentar oportunamente la documentación requerida, de la inestabilidad de la fuerza de trabajo y de las faltas de control y rigor por parte de los responsables, quienes, en definitiva, deben exigir por el buen acabado.
Tampoco ha cambiado el hecho de que el proyectista, el inversionista, el contratista, el suministrador y el constructor —en dependencia del caso— son sujetos principales en un proceso que va más allá de poner bloque sobre bloque o de limar el descorchado de una pared con estocadas de pintura.
Desconocer normas técnicas, procedimientos, y juzgar con excesiva facilidad los entresijos que lleva hasta la (re)inauguración de una obra es un lujo que no pueden darse quienes llevan sobre sus hombros la responsabilidad de cumplir un cronograma con calidad. Al fin y al cabo, la vox populli es implacable lo mismo con las consultas sin terminar de un hospital que con un armatoste de hormigón y una cabilla que no terminan de “cuajar”.
Si las inversiones se rigen por el Decreto 327 de 2014 y, una y otra vez, se han señalado continuas violaciones en su ejecución, en qué lugar quedan el resto de las acciones (reparación y mantenimiento, remodelación, rehabilitación) que dependen de las posibilidades de cada organismo y de las gestiones en función de una correcta planificación y contratación de los recursos y de la mano de obra.
• Lea un acercamiento de Invasor al proceso inversionista en Ciego de Ávila.
En el contexto actual está claro que el ritmo de cualquier trabajo constructivo ya no será el de antes, pero no se ha renunciado a la lógica de la eficiencia y de la racionalidad, aunque a veces pareciera que se deja demasiado margen a la improvisación y que esa letra y espíritu se olvidan.
En nuestro país, de forma general, se construye exactamente al revés: mal y con muchas pausas.