Al año 2021 le caben, si se quiere, cualquier adjetivo o eufemismo porque nos ha tocado vivir de todo un poco en este lapso. Cada quien tendría una paleta de colores diferente para rellenar sus días y no podríamos quitarle la razón o pedirle que baje el tono.
Si pensamos el pasado enero que habíamos sobrevivido y salido ilesos de lo peor, los restantes meses subieron la parada y nos dejaron casi asfixiados entre inflación, bloqueo, desabastecimiento, los retos que impuso el ordenamiento económico y la amenaza perenne de la COVID-19.
Hemos llegado hasta aquí con muchísimo dolor acumulado porque el virus nos tocó hondo, más a los avileños, que vivimos un tercer rebrote exponencial, que desbordó las salas y pasillos de hospitales y policlínicos, dejándonos un acumulado de más de 50 000 enfermos y 700 fallecidos. También, con la alegría de haber logrado lo que parecía imposible para un país subdesarrollado y bloqueado: cinco candidatos vacunales para espantarnos los miedos y no la necesidad de seguir cuidándonos.
Si se pudiera poner una piedra sobre el tema sería más fácil para seguir, pero las heridas son muy recientes. Hay familias todavía destrozadas que lloran y, quizás, encuentran consuelo en eso de que morir es algo natural y más fácil, incluso, que nacer.
Por momentos pareciera que las etapas del duelo no alcanzan y, casi sin querer, volvemos al inicio: ¿qué habría pasado si no hubiese existido el virus? ¿el camino hubiese sido igual de escabroso? Ya no lo sabremos, por eso, de algún modo, toca reponerse y vivir en presente. Celebrar que estamos vivos es la mejor dádiva. Sin embargo, a proyectar un 2022 solo de buenos agüeros no me atrevo, aunque prefiero inclinarme hacia el optimismo, en un ejercicio de contención que no me desborde en ganas.
Pensemos que, efectivamente, ahora los planes sí se harán realidad en la mesa y en el bolsillo del cubano, y que serán influjo positivo para hacer realidad los pronósticos de que el Producto Interno Bruto crezca moderadamente hasta un cuatro por ciento, según explicara Alejandro Gil, vice primer ministro y titular de Economía y Planificación, durante las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
• Lea otros temas discutidos en la Asamblea Nacional del Poder Popular, durante las sesiones de diciembre de 2021.
No será suficiente todavía para volver a esos tiempos en que los productos de primera necesidad estaban al alcance de la mano con precios razonables, la mesa se servía con varios platos y no asechaba el fantasma de la Moneda Libremente Convertible en el mercado. Sin embargo, el hecho de que la tendencia a la contracción cese sería influjo positivo para el año que recién comienza.
Que el peso cubano recupere su valor de compra; que los municipios ganen mayor autonomía para impulsar el desarrollo territorial; transformar el sistema empresarial cubano; asegurar la eficiencia del proceso inversionista, que este año aquí, por ejemplo, fue de mal a peor; y estimular la inversión extranjera, son algunos de los retos que apenas se dibujan en el horizonte.
No hay nada nuevo, sólo más urgencia en llevar los deseos a vía de hechos, porque, queramos o no, casi todo pasa por el filtro de la economía y sus resultados. Un mejor país tiene que ser, necesariamente, más próspero y sostenible, más inclusivo y más abierto al cambio.
Por más que 2021 nos haya sacado los suspiros, a 2022 habrá que entrarle de frente, con ganas, con confianza, con inventiva, con la certeza de que hacerlo bien, más temprano que tarde, nos dará frutos, y con los aprendizajes acumulados para hacernos más fácil el camino. Chocar dos veces con los mismos errores es un lujo que no podemos permitirnos.
Oigo hablar de todo, sobre lo humano y lo divino, sobre planes ambiciosos, sobre la creación de Comisiones y Grupos de trabajo que sustituyen a los responsables directos como por ejemplo a la Comisión de Implantación cuya mamá nació cuando la Aylén Castilla no daba los primeros pasos por nuestra amada y distante de mi Ciego de Avila 170 km, y que después de algunos años se integra al Ministerio de Economía y Planificación y su Jefe pasa a otra tarea más holgada y promisoria que aquel descubridor de los Problemas Objetivos y Subjetivos llamado Humberto Pérez de quien hoy he leído artículos atractivos sobre temas históricos y económicos de la Revolución ( que tanto se divulgaron en aquel tiempo) en la Revista temas la cual , dicho sea de paso, no encuentro en la Red Nacional ahora.
Se habla de todo, de las perspectivas con la Municipalización descentralizadora de la que, si usted no está claro del concepto de Descentralización, se espera sea la ejecutora y responsable de los resultados económicos del 2022 y de muchos otros, liberando al Gobierno de la culpa ancestral en la explicación de los errores.
Se habla de todo, del salario que no alcanza debido a la Inflación, que, si se paga o no se paga y algunos, incluído sabios de Academia y de pacotilla, que olvidan que hace siglos, muchos siglos el trabajo transformó al Mono en HOMBRE y que el salario es un engendro de la venta de la fuerza de trabajo muy posterior al primero. No obstante, estoy convencido de que Trabajo y Salario, hoy, son una unidad dialéctica contradictoria y compleja, muy compleja y no una suma Ecléctica que conduce a algunos a pensar que más salario es más trabajo.
Por encima de toda lógica se erige el Trabajo y hasta el presente no hacemos nada por ponerlo en su lugar en la Sociedad cubana, seguimos con la misma falta total de trabajo e inventamos categorías laborales nuevas como el trabajo a distancia que no hacen más que empeorar las cosas y lo magnifican los que no han estudiado ni pretenden estudiar sus resultados.
Hay un trabajo a distancia de igual o más distancia que 90 millas que realizan no pocos graduados de las Ciencias digitales en Cuba y que evidentemente si da resultados a los promotores extranjeros y no aporta al PIB Cubano.
En Cuba, la filosofía general, salvo excepciones, es ganar más y la vida lo está demostrando
Si no nos concentramos en el Trabajo los resultados no serán buenos.