De niño soñé con ser campeón olímpico o mundial, panamericano, centroamericano o, si acaso, titular nacional. Pero soñé ser campeón. No lo logré y siempre me consoló el detalle de que en mi tiempo no había Escuelas de Iniciación Deportiva Escolar (EIDE). Tal vez, de haber existido...
Ustedes comprenderán que, a estar alturas de mi frustración como atleta, me fue necesario buscar una justificación. Pues ya saben, no fui campeón porque no había EIDE. No fue culpa mía.
Pero, nostalgias aparte, este 4 de septiembre, mientras presenciaba el acto de inicio de curso en la EIDE Marina Samuel Noble, de Ciego de Ávila, me pregunté cuántos niños han cumplido sus sueños con esta escuela. No pregunté el dato, pero les aseguro que cientos, tal vez miles, se colgaron una medalla en sus pechos.
Pues bien, en este 2023, otros cientos de sueños podrían cumplirse al terminar el curso, ya que son 740 alumnos los que aspirarán a convertirse en estrellas en sus respectivos deportes.
¿Y si no lo logran? En verdad ellos no tendrán —como yo— en qué escudarse y por eso les comparto el consejo que me dio Martha, mi maestra de quinto grado allá por la década de los 60 : “ser buena persona, buen hijo y buen estudiante también debería ser merecedor de una medalla”.