En un local del Consejo Popular de Colorado, en el municipio avileño de Baraguá, Alberto Ruiz Alejo, profesor del Combinado Deportivo “Mártires del 9 de abril”, colocó hace algún tiempo mesas, rústicos asientos, tableros, pizarras…, para la enseñanza del ajedrez, casi todo hecho con sus manos.
Aunque la masificación del juego ciencia en las comunidades no ha sido trabajada con la profundidad requerida, el avezado maestro sabe que el desarrollo del conocimiento también forma parte de las actividades deportivo-recreativas que se realizan hoy en los barrios. Su proyecto, específicamente, se ubica en la Circunscripción Número 15, considerada como vulnerable en ese municipio.
• Visita del Secretariado del Comité Central: Late Baraguá
Habla de las afectaciones causadas por la pandemia de la COVID-19 a la docencia, si bien, desde enero último, los muchachitos están de regreso al aula, la que, a todas luces, merece el apoyo de otras manos. Entre esas cuatro paredes hubo una peluquería, la que cedió el espacio para promover, no con pompas, tan compleja y necesaria práctica.
Alberto Ruiz Alejo quiere resultados en los pequeños, no en su plan de trabajo
“La matrícula es de 10 alumnos, pero si vienen otros niños como practicantes sistemáticos, pueden sumarse el tiempo que deseen”, explica Ruiz Alejo, para quien una humilde vida, ahora dedicada a mover peones, torres, caballos, alfiles…, no podía tener mejores frutos que sus pequeños trebejistas, que rondan los diez años de edad.
“Todavía no hemos podido participar en competencias”, comenta, mientras deja claro que el esfuerzo con la disciplina merece fortalecerse en cada rincón de Ciego de Ávila, al menos para conseguir que los amantes de las piezas “choquen” desde edades tempranas.
“Estamos desarrollando, además, un círculo de interés sobre ajedrez, en la escuela primaria Ignacio Agramonte, específicamente con niños de ocho años, y hasta más pequeños”. En lo que las torres y alfiles van y vienen, Alberto apuesta por su jugada perfecta ante las dificultades materiales.
La satisfacción y el agradecimiento en el rostro de Anthony Jesús Romero Cuéllar, de nueve años; Eduar Alejandro Castillo Martínez, de 12; Yandier Cots Hernández, de 11; Daniel Alejandro García Tamayo, de nueve; y del capitán del equipo, Dayán Ríos Rojas, de nueve años. Todos ellos, ansiosos por aprender, porque cultivarse en los trebejos es muchísimo más que la utilización del tiempo libre.
En correspondencia, Alberto no solo posee la formación para impartir clases en las tardes, también es quien piensa en sacar, de cada trozo de madera, una banquetica o una mesa. Y así se los demuestra. Y así se los enseña.
Los pequeños saben que aprender ajedrez lleva años