El 21 de marzo cumplió 20 años y su cuerpo le pide a gritos jugar al básquet. Razones de fuerza mayor como la COVID-19 han obligado a un pitazo final de los partidos en la mayor parte del planeta, incluida Argentina, donde Pedro Bombino Parada cubre un contrato con la selección Sub-23 del Club Gimnasia y Esgrima, en la ciudad de Comodoro Rivadavia.
De la sureña nación regresó ante el peligro de la pandemia, pero en su segunda temporada dejó claro que talento y perspectivas se conjugan en este gigante avileño de dos metros y seis centímetros de estatura.
“En la Liga de Desarrollo, que empezamos allá a partir de noviembre, estábamos en buena racha cuando todo se detuvo por la COVID-19. Tras un mal comienzo en el torneo logramos cinco triunfos en nuestros siete últimos partidos que nos acercaron a los ocho primeros lugares, o sea, a los puestos de clasificación para los play off.”
— Al consultar las estadísticas de tus actuaciones se evidencia que tienes liderazgo en el equipo…
“Así es. Terminé con promedios por partido de 19,3 puntos, 9,12 rebotes, 1,9 asistencias y 33 minutos de juego. Tuve la oportunidad, además, de participar con el equipo de mayores, aunque por muy poco tiempo. En esta selección, tercera en su torneo, mi promedio fue de cuatro minutos con 3,3 puntos por partido y 1,5 rebotes.”
— La prensa de Comodoro Rivadavia expuso sobre ti que “apunta ser protagonista en un futuro”, mientras en Cuba eres casi desconocido.
“Sin embargo, tuve la suerte de que en febrero me convocaran para la selección nacional que intervino en la Ventana contra Islas Vírgenes. No fue fácil jugar teniendo a figuras tan destacadas como el capitalino Jasiel Rivero. Solo en el primer partido, en La Habana, intervine durante seis minutos en sustitución del espirituano Yoanki Mencía, mi compañero de equipo en Argentina.”
Cuando terminó los cotejos con el quinteto cubano, el pívot volvió junto al club en Sudamérica, pero la estancia fue solo cuestión de días. El peligro de la COVID-19 detuvo la competición y fue preciso regresar al país.
“Al llegar, los primeros 14 días fueron muy duros, aislado en mi casa y tenso por el temor a estar contagiado. No tuve ningún síntoma y al terminar ese período me hicieron una prueba rápida y dio negativa.
“En cuanto al cambio en el ritmo de la vida, realicé muchos ejercicios básicos, pero después empecé los ejercicios aeróbicos, basados en carreras y prácticas con el balón por la Circunvalación Norte, lo cual me ha ayudado a cambiar de aires luego de tanto tiempo sin salir de casa.”
— ¿Habrá oportunidad de que juegues con Los Búfalos?
Estoy listo para, cuando se reanuden los entrenamientos, incorporarme con ellos hasta que me llamen de nuevo a Argentina, como sucedió el pasado año. Si puedo jugar aquí lo haré con mucho gusto, aunque ahora lo más importante es cuidarse.
“A mis colegas del baloncesto les pido que, junto a la debida precaución, que hagan ejercicios para no perder la forma física y que, cuando llegue la hora de recomenzar todo sea más fácil.”
Como mismo el novel pívot adora un buen donqueo, realizar un efectivo taponazo y acertar cualquier lance hacia el aro, asegura no olvidar a quienes lo enseñaron hasta convertirse en un deportista en pleno ascenso.
“Para mí los profesores han sido fundamentales. Entre ellos, los de mayores influencias en mi desarrollo son Rogelio del Sol, Yoani Zaldívar, Eliecer Osorio, Lázaro Sierra y Julio Mugurusa.”
Al espigado muchacho, residente en los edificios cercanos al mercado Indalecio Montejo, al norte de la capital avileña, todavía le queda mucho por avanzar sobre canchas cubanas y en el exterior.
De sus primeras satisfacciones en Argentina le agrada la alegría que despierta en varios seguidores. A veces corean su nombre. En otras ocasiones ocurre algo que lo emociona en lo más profundo cuando en lugar de Bombino le dicen Cuba, un nombre que para cualquier criollo suena exquisito, sobre todo al estar lejos del terruño natal.