Entre luz y penumbras, el arte escénico

Concluyó la quinta edición de Pueblos Escena, evento avileño de cobertura nacional

La programación cultural avileña tuvo presente los condicionantes que, cada día, asume el pueblo avileño, como parte del resto del país, entre ellos, la disyuntiva entre la reiteración del famoso apagón y, el regreso del fluido eléctrico, a la hora de asumir Pueblos Escena 2025, nueva plaza de cobertura nacional, gestionada por el Consejo Provincial de Artes Escénicas, en su quinta edición del 6 al 9 de febrero.

Finalizó el encuentro de teatro con la satisfacción de sus luces, incluida “la que se va”, pues se iluminaron las puestas en las tablas . Las obras se desarrollaron no solo en el escenario de la Sala Abdala —sede del evento—, sino también en el exterior del mismo.

En la tarde inaugural, desde la sede hasta el parque Martí, con la luz del sol, irrumpió D’Morón Teatro, con particular despliegue actoral. Variedad de expresiones, orientación, giros, complementan las sugerentes interpretaciones, aciertos del vestuario, así como la refinada gestualidad; diferentes personajes interpretaron roles de la vida humana, religión, y fantasías.

Por su parte, la compañía Teatro Primero, en esa misma jornada, con el ímpetu criollo, jaranero, alegró al público con el espectáculo Estampas campesinas en pleno parque Martí, puesta que atiende y recrea la tradición de la vida rural, y episodios en los escenarios naturales de la campiña avileña.

 teatro primeroEstampas campesinas de Teatro Primero

Ambas presentaciones impactaron a la población circundante, a pesar de ser “en horario pico”. Un público conformado por ciudadanos de regreso a casa del trabajo, adolescentes y jóvenes patinadores, juventud y adultos asiduos al parque, en ese horario, se acercó al entorno escénico a la intemperie en el que la voz actoral y los sonidos de la ciudad se entretejían.

En el Teatro Abdala, bajo los efectos de la luz artificial, Caminos Teatro exhibió Náufragos. Hubo angustia, no solo en el escenario, sino también en la sala: se trata de un tema universal como es el éxodo, pero en una obra concebida a partir de una experiencia personal donde la fragmentación familiar se plantea como consecuencia de la profusa emigración. La obra, con una mirada crítica, atiende la desunión familiar, ruptura de vínculos filiares, pérdida de valores, violencia cultural, y denuncia la trata humana como modalidad actual de autocolonización.

En ese mismo espacio destinado a las artes escénicas, Hagamos un picnic, otra entrega de Teatro Primero, interioriza en los desastres de la guerra, y prioriza la valía humana, convirtiéndose, a su vez, en canto al derecho supremo a la libertad, y la paz.

Con desenfado Vida incompleta de Wampampiro Timbereta, de Mejunje Teatral de Santa Clara, demuestra la clara asimilación de la obra de Feijóo. Entre los valores del imaginario popular presente en la obra literaria del autor, y las bellacadas de Silveiro, no podría surgir algo menos jocoso y chispeante, con rigor artístico; entre otras, la simpática voz jiribilla. Fabulaciones, coqueteos, carcajadas, mal y bien entendidos entre los personajes de la nueva realidad teatral, tienen su raíz en la dignificación de lo local. Afloran, de entre el lirismo y la narrativa, pinceladas a lo Feijóo, preñadas de autenticidad e inteligencia desbordada con énfasis en lo identitario.

Concluyó el encuentro con la segunda puesta de Caminos Teatro, que ofreció Nicolás, la pasión, una pieza muy bella. Gracias a los testimonios de Nicolás Guillén, entregados por Larry Morales, se recurrió a la intimidad del poeta. Destacable fue la selección de cómo comunicar lo experimentado por una mujer vinculada a la vida de Guillén —el personaje principal—, el despliegue dramatúrgico integrado con audacia, y los componentes de la obra, en general. Exquisitez interpretativa exhibe este logro escenográfico avileño, aportado por la versatilidad de las actrices, la incorporación de la riqueza de las voces, el canto, y la música. Sobresale el refinamiento de los recursos con que se atienden recuerdos, memoria afectiva, y emociones.

 teatroNicolás, la pasión, por Caminos Teatro

Cada una de las representaciones teatrales, con sus respectivos discursos, reveló la profundización con que se abordó la cultura popular tradicional, la literatura y contexto contemporáneo de Cuba. Las agrupaciones manifestaron, con estilo propio, sus búsquedas, experimentaciones, e interpretaciones.

En cada una de las puestas estuvieron presentes profesionales de la cultura y expertos de los medios de difusión. Después de las presentaciones se realizaron paneles, derivados en talleres, los cuales resultaron tan importantes como cada una de las propuestas escénicas, pues actores, actrices, directores, e instructores de arte, expusieron sus propias experiencias en la actuación.

Si bien fue oportuno invitar a Omar Valiño Cedré, director de la Biblioteca Nacional José Martí, y a otros gestores culturales, a Pueblos Escena, para propiciar debates culturales —matizados por sugerencias, críticas y aprendizajes—, la escasa afluencia de espectadores no especializados o comprometidos con el medio cultural, debilitó su impacto. Sería de gran importancia hacerlo extensivo a otros segmentos de la población, pues el público se redujo a “los de siempre” —incluida quien suscribe.

De cualquier modo, Pueblos Escena se convirtió en espacio que unió a artistas, promotores de la actividad cultural y decisores, y ese es un gran mérito del encuentro. Un buen síntoma del éxito teatral y, por ende, del evento es que los organizadores y promotores se involucraron, a cabalidad, con la manifestación artística, a través de la pertinente activación de sus desempeños. El destinatario es tan importante como las artes escénicas, por lo que urge abrir las posibilidades expositivas de las diferentes obras teatrales a diversos públicos, no limitarlo, ni acomodarlo, al “público profesional”.

Se agradece Pueblos Escena al Consejo Provincial de las Artes Escénicas, por la esmerada labor, aunque atentó contra su mayor éxito la carencia de capital cultural en la ciudadanía para reconocer al teatro como parte del esparcimiento. Es preciso que el pueblo se sienta y vea representado. Avisemos a los demás de la buena noticia del arte escénico.


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