Cantó a las 2:00 de la tarde, y de otra forma, Mi Gallo, cuando quedó inaugurado el certamen con la participación de artistas del entorno artístico-visual de la provincia —incluida la artesanía artística—, proyecto de la galería de arte Hugo Cortijo, en la ciudad de Morón.
Sería la vigésima edición de este encuentro de artistas, pero debido a la restauración de la Galería y a la pandemia, quedaron cuatro sin realizarse. No obstante, el evento goza de notorios resultados artísticos, así como de su historia.
El certamen Mi Gallo surgió en 1998 durante el Período Especial, en la cultura moronera. Afirma Pedro Quiñones, artista y gestor del proyecto: “Concebí que el evento en el que, la Galería fuera como especie de ensoñación, una valla de gallos”.
Considera el artífice de la cita: “Esa idea ayudó a reunirnos como mínimo una vez al año para vernos las caras con obras de nuestra autoría” y, recordó, “el primer jurado estuvo compuesto por el pintor paisajista René Rodríguez, y sus instructoras de arte avileñas Aida Ranero y Beatriz Bullón”.
Al principio, tanto las artes plásticas como la artesanía, se exponían y premiaban, pero con el transcurso del tiempo, la práctica, demostró que, era importante, definir las premiaciones para cada una de las manifestaciones artísticas. Por ello, las áreas de creación: artes plásticas y artesanía artística, cuentan con sus respectivas plazas para premiación, reconocimiento, y menciones. Los trabajos artísticos se muestran anónimos hasta el veredicto del jurado —aunque los foráneos dicen no conocer a ninguno—, el proceso se concibió así y se mantiene hasta hoy.
En esta nueva edición, el equipo de gestores culturales de la Hugo Cortijo desarrolló con éxito la inauguración del Salón. El jurado principal, compuesto por Fidel Rangel Salt, Yuri Limonte y Mayslett Sánchez Clemente, expresó sus criterios respecto a la valía estética y, agradeció la labor de los equipos de trabajo de la galería, así como de la dirección de Cultura en el municipio, y presencia del mando superior.
Se consideró, además de valiosa, interesante, la diversidad y calidad de la exposición colectiva, porque en ellas se debaten el oficio, la sensibilidad y el compromiso con el arte. Agradecimientos y felicitaciones a los artistas entregados a favor del desarrollo del encuentro de creadores.
En materia de artes plásticas, se otorgó el Gran Premio, a la obra pictórica perteneciente a la serie Matriarcado, cuya autoría es de José Villamarín. Esta obra “contiene elementos de la semiótica y una técnica preciosista, cuestionando el contexto familiar cubano actual”.
El Primer Premio fue para La cosa, pintura de Pedro M. Hernández, la cual expresa, de peculiar forma, cuestiones del contexto cubano contemporáneo a través de una paleta armoniosa, e inquietantes líneas”.
Por su parte, el Segundo Premio, Profecía de una promesa, de Hermes Manty Sánchez, demostró atractiva figuración y equilibrio pictórico, eclecticismo subyacente, así como notoria expresividad de la obra”.
Y el Tercer Premio lo obtuvo la fotografía Sumideros en la tierra, de Imandra García Alemán, por “la dramática iluminación y la subjetividad temática”. Inocencia, dibujo de Zullin López Cruz, propuesta “con dominio técnico al captar la psicología del personaje, con maestría y elegancia”, ganó notable mención.
Piélago, de Darién Morejón Baños (talla en madera)
Los hacedores de artesanías artísticas también destacaron, gracias a las autenticidades concebidas a través de diferentes soportes y técnicas. Piélago, escultura de madera tallada por Darién Morejón Baños, “cuya virilidad se enfoca en las ausencias presentes desde la perspectiva volumétrica lograda con oficio”, recibió el Gran Premio.
¡Viva Cuba libre!, de Karina Corría (amigurumi)
Mereció el Primer Premio ¡Viva Cuba libre!, de Karina Corría —joven del proyecto Manos Mágicas—, con su escultura resuelta a través del dominio de la técnica de amigurumi, que “reprodujo con gracia e ingenuidad la imagen de Elpidio Valdés, personaje de ficción representativo de la cultura cubana”.
El Segundo Premio fue para Por un mundo mejor, de la joven artesana Chavely Moreira Rodríguez, creada con técnica mixta con predominio de la muñequería soft, “logrando unidad entre el concepto y la forma, con grácil ingenuidad”.
Rostro, el Tercer Premio, obtenido por María Julia Ruiz, muestra “técnicas tradicionales y logra, volúmenes y texturas, en yute, con equilibrio”.
En el caso de la mención, fue para Lidzie Caballeros y Frank Guayza, porque, “inserta en el diseño de la prenda de vestir cotidiana, expresiones de la literatura”.
Aunque la ensoñación Mi Gallo, de Quiñones, constituyó una variante de valla con pelea de dicha ave, esa idea, una vez, evolucionada, creció gracias al humanismo, la sensibilidad del arte, junto a los fundamentos del bienestar animal, pues las ediciones se han sustentado en la coexistencia artístico-cultural, empatía, y se pronuncia, en especial, a favor de la paz.