Con una mirada expectante y crítica

La población avileña tiene la posibilidad de disfrutar de variadas ofertas culturales, pues la programación de las instituciones conecta a las manifestaciones artísticas y sus públicos; no obstante, crecen las demandas de ambas partes, a raíz de los condicionantes actuales.

En lo que a la galería de arte Raúl Martínez, del Consejo de las Artes Plásticas, se refiere —según experiencias profesionales sistematizadas en el área durante más de tres décadas—, el artista y su obra, así como el desempeño del equipo de trabajo de la institución cultural, no se aprecia como merece.

La valía artística y su disposición en el espacio expositivo no registra aún afluencia de un público expectante de la exhibición artística porque, precisamente, la población que entra para “mirar la exposición” carece de capital cultural, lo cual es reiterativo no solo en nuestro territorio, sino también, en el resto del mundo.

Personas de distintas edades entran y salen del recinto en el que la obra de arte deja de ser inédita para publicarla “a los demás”, mas, en las inauguraciones de la exposición del mes predominan, como público, los involucrados con el proceso artístico: artista y familia, amistades, y profesionales del arte.

No se trata de extremos en la apreciación de las artes visuales: ni masividad, ni elitismo, pero se requiere el empeño a favor del genuino público, sin menospreciar ni excluir otras conductas frente al reto de la obra de arte.

Se debe tomar en cuenta que una de las características esenciales del arte es la búsqueda constante de formas de expresión. La propuesta de que la pintura, la escultura y la gráfica no eran las únicas maneras de manifestarse plásticamente, causó una ruptura en el mundo del arte en el siglo XIX. Hay quienes creen que con ello se anula al arte mismo. Ahora se usa todo tipo de soportes —incluso la basura— los cuales, antes se despreciaban y no eran tenidos en consideración para construir obras. Ya no se necesita tener una tela para plasmar una imagen estética, el paisaje mismo se acepta como soporte para el artista, o el cuerpo humano.

La permanencia del arte también se ha puesto en tela de juicio y las obras efímeras son comunes.

En relación a los temas, también ha habido una revolución, y ya no sorprende el hecho de encontrar cualquier objeto de nuestra realidad en una exposición artística. Por ejemplo, si  alguien deja un elemento —una escoba, gafas, vaso, barra de chocolate, hielo…—, sin proponérselo, en el recinto expositivo, puede ser asumido como propuesta artística.

De tal modo, las variadas formas de exponer las artes visuales, exigen la formación actualizada del espectador. Profesores de educación artística, instructores de arte, promotores de la actividad cultural y especialistas del sector son los principales agentes para la aplicación de necesarias transformaciones en el diverso contexto cultural y educativo avileño.

Esta labor requiere de espacios expositivos para ofrecer una programación cultural estable y de calidad, y con una intencionalidad educativa en su actuación, formadora de la cultura artístico-visual de la población que les provea de herramientas apropiadas para la apreciación y el disfrute estético de la obra de arte.

De este modo puede lograrse que el encuentro entre la ciudadanía y las artes visuales se convierta en una práctica cultural necesaria para la vida.

No son pocas las acciones ejercidas por la escuela y la institución cultural comunitaria avileñas, a través del desempeño del educador, el instructor de arte y el promotor de la actividad cultural, pero, a pesar de ello, no ha sido concebido un enfoque integrador; es decir, una perspectiva que evalúe el proceso de formación del espectador de las artes visuales.

Esta temática, de forma ineludible, corresponde al ámbito de la cultura por su contenido y a la vez compromete a la educación debido a las cualidades del necesario proceso pendiente de desarrollo: el formativo.

El Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello desarrolló en 2008 estudios sobre participación y consumo cultural en Cuba. Dicha entidad convocó a los investigadores culturales en el resto del país y Ciego de Ávila respondió a través de la presentación de ponencias resolviendo problemas y proponiendo algunas soluciones; la población avileña es, pues, merecedora de la socialización y puesta en práctica de esos estudios “engavetados” aún.

En el contexto de la galería de arte Raúl Martínez (observatorio del estudio), no obstante, es significativa la información y las redes de mediación, las cuales permiten la continuidad de esta iniciativa e incentivar la posibilidad de compartir, perfeccionar y profesionalizar sus experiencias desde el espacio expositivo, entorno ideal para la formación del espectador de las artes visuales, de una población portadora de una mirada expectante y crítica.


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