Tomada de www.radiocubana.cu “Cuando se muere en brazos de la Patria agradecida, la muerte acaba, la prisión se rompe, empieza al fin con el morir la vida”, sentenció el más universal de los cubanos, ese que un grupo de intrépidos jóvenes no dejaron morir en el año de su centenario.
Entre aquellos había un médico que era, también, amante de la radiodifusión, la que, en aquellos tiempos, comenzaba a desarrollarse. Seguro los amables lectores sabrán que hablamos del doctor Mario Muñoz Monroy (1912-1953)
Había nacido en Colón, Matanzas, y para subsistir trabajaba en el campo sembrando plátanos y piñas, y elaborando carbón vegetal. Aunque él no tenía muchos conocimientos, era emprendedor. Un amigo catalán que era fotógrafo ambulante le enseñó la técnica de la fotografía y él, entusiasmado, decidió hacerse fotógrafo, pero...
Estudió y logró alcanzar el bachillerato, etapa durante la cual tuvo también sus primeras inquietudes políticas y colaboró con el Directorio Estudiantil Universitario, distribuyendo en Colón las publicaciones Alma Máter y Cuba Libre.
Al momento de su ingreso en la Universidad había una gran crisis política, económica y social en Cuba. En marzo de 1935 se produjo una huelga general que se extendió a numerosas ciudades del país; Muñoz se unió a la misma y colaboró con la clase obrera y los estudiantes, explicando a los trabajadores los motivos de la huelga y los objetivos que perseguía y logró sumar a muchos al movimiento.
Finalmente, en 1942 consiguió, después de su regreso a las aulas, hacer su ejercicio final, graduándose con nota de sobresaliente. Después de tanto sacrificio, ejercería la bien ganada profesión en su ciudad natal, allí, por sus condiciones humanas, llegó a ser estimado por todos.
Por sus ansias de conocer nuevas aristas de la vida, se convirtió en radioaficionado y realizaba transmisiones de ondas larga y corta, al punto que, en varias ocasiones, consultó a través de su planta a enfermos graves, de forma gratuita, esto incluye el caso de un amigo que tenía en Costa Rica.
Como CO5MM se identificaba su estación de radio, sus familiares la conservaron y fue donada, luego del triunfo de enero de 1959, al Museo de la Revolución, como una reliquia histórica.
Sepan las amigas y amigos de la Gran Red de Redes que Mario era estudioso, activo, arriesgado; aprendió a pilotear un pequeño avión que había comprado con la ayuda económica de su padre —así de intrépido—, este medio le sería confiscado por el ejército batistiano. Su casa fue un centro de conspiración de quienes querían ver a su patria libre de las garras de Fulgencio Batista.
Como aficionado a la radiotransmisión, el doctor Monroy puso sus conocimientos a disposición de la causa y construyó varias plantas para Fidel.
Colaboró arduamente en los preparativos del asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, formando parte de la dirección del movimiento en el Comité Civil.
Fue el único médico participante. Tal era su sensibilidad, que para no alarmar al padre, le dijo que iba a Güines a un acto público contra Batista. Era parte del grupo encabezado por Abel Santamaría, que tomaría el hospital civil Saturnino Lora, en apoyo a la toma de la posta tres del Cuartel Moncada.
Conozcan los amables internautas que en el automóvil donde viajó Muñoz iban los discos con los himnos y marchas, así como los documentos que se debían utilizar después, cuando se ocupara la estación de radio. Durante todo el enfrentamiento, permaneció en el hospital, atendió a los heridos con la ayuda de Melba Hernández y Haydée Santamaría; recorrió todas las salas del hospital y las áreas de combate.
En un acto de valentía —dicen la heroínas del Moncada— que se quitó el bolsillo donde tenía impreso su nombre y, aunque las enfermeras le pusieron un esparadrapo con el de doctor Muñoz, le fue arrancado por uno de los soldados, al efectuarse su detención. Los soldados no respetaron su condición de médico y allí mismo, la emprendieron a culatazos con el valiente facultativo.
Los esbirros lo condujeron en calidad de detenido, pero en el trayecto hacia el cuartel Moncada, antes de llegar a la posta cuatro, Mario Muñoz fue brutalmente maltratado, golpeado y asesinado por la espalda, cayendo por la acera de una calle interior del Moncada, tendido en un charco de sangre, en presencia de Haydée y Melba, que no pudieron hacer nada.
Melba Hernández, testigo de su muerte, manifestó: “A Mario lo asesinan en la callecita interior del cuartel. Mario iba a algunos metros de nosotros. Nosotros veíamos la discusión de Mario con la soldadesca y, de pronto, el tiro. Cae Mario. Entonces las dos pasamos por al lado de él nos inclinamos mucho para ver si estaba vivo todavía y si se podía hacer algo. Pero yo creo que no, yo creo que no se podía hacer nada. Yo creo que murió instantáneamente, el mismo día que cumplía 41 años”. Así como zumba y suena.
Los esbirros se dieron a la tarea de registrar su casa y su consulta en la ciudad de Colón. Le ocuparon la planta de radio. En su ciudad natal, su familia y amigos ignoraban que había participado en el asalto, muestra de la seriedad, el cuidado y la compartimentación de la información que le eran característicos.
Su anciano padre, años después, contaría: “Me dijo que iba a Güines a un acto público contra Batista. Yo no pensé que fuera al asalto del Moncada. Yo hubiera ido, a pesar de mis años, con él; su muerte ha sido fecunda, su causa es de las que valen la pena morir por ellas”.
Curiosidades
• Construido a finales del siglo XIX, el cuartel Moncada fue diseñado para alojar a las fuerzas militares de la época. Con unas dimensiones de 180 metros de frente por 77 de fondo, este recinto fue un importante centro militar que, en su apogeo, albergaba a 200 prisioneros y un número considerable de empleados.
• La radioafición es un pasatiempo y un servicio de comunicación que permite a las personas comunicarse entre sí a través de ondas de radio.
• Ubi concordia, ibi victoria, que quiere decir: donde hay unidad, hay victoria, nos recuerda la importancia de la unidad, la colaboración y el trabajo en equipo para lograr el éxito de nuestras acciones.
“Aprendí que el coraje no es la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El hombre valiente no es aquel que no siente miedo, sino el que conquista ese miedo”, excelente sentencia rubricada por el abogado, activista contra el apartheid, político y filántropo sudafricano que presidió el gobierno de su país de 1994 a 1999, Nelson Rolihlahla Mandela (1918-2013)
Los radioaficionados son una comunidad global, los hay en todos los países del mundo y representan una fuente de información valiosa, a menudo son los primeros en enterarse de eventos importantes, como desastres naturales.