Hubo que esperar unos cuantos meses para que las puertas del zoológico de Ciego de Ávila se abrieran y la marea de niños inundara el lugar, pero este fin de semana al fin se pudo. Cuando grandes y chicos desandaron el asfalto, cual pradera africana, la rutina fue un torbellino y ojos curiosos redescubrieron lo mismo al hipopótamo emergiendo que las rayas de la cebra.
Los avileños podemos ufanarnos de la variedad de especies presente en la instalación, de los árboles ya frondosos que hacen más llevadero el paseo y de los murales que representan ambientes naturales para no desentonar con el hábitat que se simula. Espacio sano para la recreación y el divertimento, donde vuelve a habitar la alegría ahora que la normalidad nos lo permite. De seguro, la promesa de volver debió salir de unas cuantas bocas.
El carretón tirado por un chivo siempre atrae a los más pequeños
La cebra es un animal noble
Suerte la de captar con el lente al hipopótamo emergiendo
¿Quién se esconde tras los dibujos?
El camello mira apacible desde su posición a los transeúntes
Los monos juguetones hacen piruetas desde su jaula
Llevarse una foto a casa es casi obligado en el recorrido.
Los peces a través del cristal, otra de las atracciones preferidas
Cumplir con las medidas sanitarias: imprescindible dentro de la instalación
Estoy totalmente en desacuerdo con los zoológicos, a no ser que su objetivo sea la procreación de especies en peligro de extinción para devolver a la vida natural.
Le estamos brindando a nuestros pequeños ?????.
Brmh