Nos acostumbramos a verlos vestidos con sus impecables batas blancas, a veces más largas, unas de mangas largas, otras de mangas cortas, siempre con esa pureza de un color que es símbolo universal de la paz.
Sin embargo, ya desde hace un tiempo el verde de la esperanza también alterna más en sus vestiduras, desde los gorros que cubren sus cabezas, los nasobucos que protegen sus caras hasta cuando tienen que usar protección para el calzado.
•Siga el rastro de un virus en Ciego de Ávila.
Y así nos llegan desde las imágenes del televisor, vestidos por completo de blanco o verde, dándoles atención a los enfermos o los sospechosos del nuevo coronavirus en disímiles centros asistenciales del país, desde el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, conocido popularmente como el IPK, hospitales o centros de aislamiento.
•Vea una entrevista con un enfermero intensivista avileño que labora en el IPK.
Son los médicos, enfermeros, laboratoristas… que se afanan, jornada tras jornada, para arrancarle vidas a la muerte, para que los pacientes reciban la mejor atención posible, aún con el riesgo que representan para su salud.
•Aquí una inventiva del Hospital Provincial de Morón contra el nuevo coronavirus.
Muchos llevan días o semanas sin ver a sus seres más queridos, sin poder compartir con hijos, cónyuges, padres, hermanos, abuelos, amigos, pero lo hacen sabedores de que cumplen con el más sagrado de los deberes: preservar la existencia.
Válidos los aplausos que cada noche, a las 9:00, cubanos y cubanas, desde portales y balcones, hacen sonar cada vez más fuerte en tributo a estos salvadores vestidos de blanco y verde, de paz y de esperanza.