Si a Julia Michel Rodríguez le dicen “la guerrera” no es casualidad, sino que el sobrenombre viene a ser descripción exacta de la lucha que ha vivido los últimos nueve años, cuando un cáncer de pulmón en fase terminal fuera un diagnóstico certero que puso a llorar a toda la familia.
Desde entonces ha sido el Hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras su otra casa, donde aprendió de protocolos y medicamentos en la misma medida en que su tumor cedía ante 70 sesiones de radiaciones y tratamientos experimentales, que a veces la ponían de cabeza y otras tantas le insuflaban esperanza.
A estas alturas mirar el retrospectiva la hace recordar que es la única sobreviviente del grupo de personas que inició el primer ensayo clínico de la vacuna cubana CIMAvax EGF, terapia efectiva que manipula la respuesta inmune del individuo para que genere sus propios anticuerpos efectores contra el factor de crecimiento epidérmico.
Entonces, se permite también una sonrisa porque, al fin y al cabo, sobrevivir al cáncer se dice más fácil de lo que es en realidad, y casi ninguna palabra le sirve a Julia para definir el dolor y la incertidumbre de aquellos días. Ahora ha sido una varicela, que derivó en una neumonía, una complicación añadida a su sistema inmune y la causa que la trajo otra vez al hospital, aunque esta vez no pudo ser en Camagüey ni en La Habana, donde conocen su caso al dedillo.
Precisamente la oncología avileña en los últimos meses no solo ha salvado vidas y ha calmado el dolor, sino que ha enfrentado un aumento exponencial de pacientes debido al avance de la Covid-19, que ha impedido el habitual traslado de muchos, que recibían tratamiento en hospitales de Camagüey, Villa Clara, Holguín y La Habana.
Dicho así se entiende que administrar cada miligramo de medicamento, en un momento también en que la liquidez financiera y el bloqueo económico, comercial y financiero tensan el panorama, ha sido primordial para mantener la vitalidad de la atención.
Por eso, José Manuel González Cendán, jefe del servicio de Oncología en el Hospital Provincial Docente Doctor Antonio Luaces Iraola, habla de una reorganización que ha venido a ubicar cada día de la semana a los pacientes de acuerdo al estadio de la enfermedad y localización del tumor, con el objetivo de optimizar recursos.
Si antes las cifras habituales hablaban de entre 15 y 20 pacientes en el pequeño salón dedicado a la quimioterapia ambulatoria, hoy el promedio supera los 30. Tampoco las cirugías se han detenido y las sesiones de radioterapia han mantenido transporte seguro hasta el Hospital Oncológico María Curie, en Camagüey.
Sin embargo, lo que el doctor Cendán y su equipo de trabajo no ha podido prever son las ausencias de fármacos que obligan a reinventar una y otra vez los esquemas de tratamiento, a contrapelo del ideal. En esta lid se encuentran el Paclitaxel, los anticuerpos monoclonales como el HR3 (Nimotuzumab), y los analgésicos, por lo que violar las escalas en el tratamiento al dolor y llegar antes a la morfina porque no está el Tramadol es parte de los sinsabores del día a día.
Al cierre del 2019 más de 500 pacientes habían sido diagnosticados en este servicio y otros 3 401 fueron atendidos de modo ambulatorio, cifras que confirman la prevalencia de la enfermedad considerada, según registra el Anuario Estadístico de Salud 2018, la segunda causa de muerte en Cuba. Que dentro de esas cuatro paredes se continúe apostando por la vida, incluso en medio de una pandemia y con muchísimas limitaciones, es dádiva suficiente para estar satisfechos.