Médicos cubanos en Cangamba, relatos desde Angola

Aferrados a la tierra están todavía los fuselajes de antiguas aeronaves de combate y amasijos de otras piezas metálicas como testimonios de la épica Batalla de Cangamba, hace 37 años, en la región centro oriental de Angola.

El médico José Ignacio Díaz Solís capta las imágenes para compartirlas con amigos y familiares en la Mayor de las Antillas; es una oportunidad inesperada para él: nunca pensó que estaría allí, en un sitio devenido símbolo imperecedero del valor de los angoleños y los cubanos en la lucha por la libertad y la dignidad de África.

En estos momentos hay más de 1 900 colaboradores de la Isla en las 18 provincias de Angola, hasta en las demarcaciones más recónditas, para librar juntos otra contienda, ahora en el campo de la salud pública.

Tras la cuarentena sanitaria por la COVID-19, a Díaz Solís le tocó partir hacia el Hospital Municipal de Luchazes, ubicado en el poblado de Cangamba, perteneciente a la provincia de Moxico.

“Desde el primer momento, la expectativa era muy grande; en Cuba se conoce mucho sobre la Batalla de Cangamba (del 2 al 10 de agosto de 1983), y la posibilidad de conocer el lugar exacto donde ocurrieron los hechos era algo maravilloso para mí”, contó a Prensa Latina.

“De lo primero que me hablaron las autoridades del municipio fue precisamente de la batalla y sobre larga historia de amistad entre las dos naciones”, acotó el entrevistado.

Casi todo el mundo en el poblado sabe de aquellos acontecimientos; “hay una opinión muy positiva sobre el gesto internacionalista de los cubanos durante la guerra y lo relacionan ahora con la presencia nuestra aquí en medio de la pandemia de la COVID-19”.

Motivado por hurgar en los recuerdos de la gente, el galeno empezó a preguntar a unos y a otros, buscando algún sobreviviente, así supo de un profesor jubilado: Rolindo Melo Nairobi Ngomgo.

Con 18 años de edad, Rolindo combatió allí como integrante de la 32 Brigada de Infantería Ligera de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola (FAPLA) junto a los cubanos.

“Me habían mucho hablado de él, hasta que un buen día llegó como paciente a la consulta y accedió a dedicarme una mañana de domingo para conversar sobre los recuerdos y mostrarme el sitio exacto dónde ocurrió todo”, explicó.

“El lugar —prosiguió— queda como a unos 300 metros de donde estoy trabajando, incluso dice Rolindo que en el área donde está ahora el hospital aterrizaron helicópteros con tropas cubanas; todavía al lado de la entrada hay restos de un carro de combate.”

Al decir del especialista, se siente muy afortunado de estar allí y compartir estas experiencias, lo que califica una gran responsabilidad porque a los cubanos se les tiene una alta estima.

Apuntes

Amante de los diarios y las anécdotas de viajes, las primeras impresiones del doctor Díaz Solís guardan relación con su llegada a la sede de Cangamba, distante a unos 347 kilómetros de Luena, la capital provincial de Moxico.

Recuerda que tomaron por una carretera asfaltada de unos 200 kilómetros para luego tornar a la izquierda por caminos de tierra, cubiertos de una superficie arenosa, amarillenta y movediza, desafiante hasta para los potentes vehículos de doble tracción.

A primera vista, narró, pudo observar una comuna habitada, llamada Cassamba, y dos o tres pequeñas aldeas con construcciones de paja y adobe. A medida que avanzaron, el trayecto se tornó cada vez peor por los grandes baches y las arenas sueltas; fueron unas cinco horas de viaje.

Habitada por más de tres mil personas, la comunidad de Cangamba es un poco mayor en tamaño y las construcciones más confortables son las instituciones oficiales como las escuelas, el hospital, las sedes de la policía y la administración local, las casas del gobierno y los médicos; el resto son viviendas de adobe y techo de zinc o de barro y paja.

En la demarcación, la electricidad aportada por generadores dura apenas unas cinco horas al día, pero a veces menos por déficit de combustible, la señal telefónica es muy débil y el acceso a Internet depende de una red wifi, ubicada en la oficina de la administración, a “unos 300 metros de mi casa y que funciona solo en algunos horarios con luz solar”, describió el especialista en Medicina General Integral (MGI) hace 14 años.

“Escribo en mi diario las cosas que van ocurriendo para no olvidar hechos ni detalles y el día de mañana contarle a mis hijos, tengo uno varón de 16 años y una niña de seis, y me gustaría que supieran de los esfuerzos de los angoleños por borrar las secuelas de la herencia colonial y los años de guerra”, respondió.

Para el diplomado en Dirección de Salud y profesor instructor de la cátedra de MGI en la universidad médica de Holguín (en el oriente de Cuba), los pormenores en cada sitio son también una necesidad profesional, pues “un médico de debe saber cómo viven sus pacientes”.

Binomio prometedor

Según detalló, el hospital municipal, con capacidad para 32 camas distribuidas en medicina, pediatría y obstetricia, presta servicios de vacunación, urgencias y laboratorio clínico (exámenes de glicemia, orina y gota gruesa palúdica) y dispone de un pequeño salón de partos con escaso equipamiento.

Hasta la llegada de Díaz Solís el pasado 7 de junio, la labor médica recaía en un solo especialista, David Flaviano Conde, un joven galeno angoleño, entrenado por profesores cubanos en la norteña provincia de Cabinda, quien labora en Cangamba desde 2017.

Ambos, aseveró el entrevistado, hacen un buen equipo de trabajo, en condiciones a veces tensas, pues la instalación también carece de servicio de ambulancias.

Todos los días, dijo, “nos suceden cosas extraordinarias que debemos enfrentar con lo que tenemos a mano, pensando siempre en lo mejor para el paciente”, pues los recursos materiales resultan limitados.

“Además, debido a patrones culturales y dificultades económicas, algunas personas suelen rechazar la remisión médica para Luena, la capital provincial, cuando presentan patologías que no pueden ser tratadas en Luchazes”, lamentó.

Por la COVID-19, informó, “en nuestro municipio estamos haciendo charlas especiales en los barrios, tratando de educar y orientar, de ir creando hábitos de higiene y lograr comportamientos responsables en términos de bioseguridad”.

La conversación con el doctor Díaz Solís para este reporte de Prensa Latina sucedió a ratos, durante varios días, aprovechando la escasa e intermitente conexión por wifi, pero nos hizo llegar también las fotos y los videos con testimonios sobre Cangamba, un sitio marcado por la hermandad entre Angola y Cuba.


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