Lo bueno que me trajo la pandemia

Día tras día, Teresa Texeira forma parte de los estudiantes de Medicina que realizan labor de pesquisaje en la ciudad de Ciego de Ávila.

Domingo, 8:40 am, la tranquilidad y el silencio de la mañana es interrumpida por una voz:

 teresa — ¡Mayara, Mayara!

¿Por qué no me sorprende? Es que durante el último mes la he escuchado casi a la misma hora, todos los días.

Aunque no es mi nombre correcto, es el que ella ha escogido para llamarme todas las mañanas. Salgo a la reja de mi puerta…

— Buenos días, Mayara, como está la familia hoy, algún síntoma respiratorio, alguien con fiebre, sienten algun otro malestar, aunque no sean los síntomas del virus, me dice si se sienten mal, para poder ayudarlos.

— Buenos días, mi niña —le respondo—, no, no tenemos síntomas respiratorios, ni otro malestar, estamos aislados socialmente, solo mi esposo sale al trabajo y a buscar las cosas esenciales.

— Tiene usted que cuidarse, recuerde que padece de diabetes y es de las personas vulnerables, no dude en acudir rápidamente al consultorio o al policlínico si siente algún malestar.

— Gracias mi amor, le digo.

Pero este domingo, se me antoja más íntima, más mía, como si fuese otra hija más surgida al calor de esta pandemia maldita que aisla al ser humano, aunque ya conozco que se llama Teresa Texeira y que proviene de un país lejano, Sao Tomé y Principe, un grupo de islas de origen volcánico asentadas muy cerca de la línea ecuatorial.

Y que estudia medicina en Cuba desde 2014, cuando comenzó con el idioma y el premédico; que de su patria suman siete muchachas en Ciego de Ávila, que cursa el quinto año y que es la pesquisadora que viene a preocuparse por el estado de salud de toda la comunidad que se atiende en el Consultorio 23, perteneciente al Policlínico Norte del Consejo Popular Onelio Hernández, en la capital provincial.

• Ciego de Ávila vs COVID-19: ¿para qué sirve la pesquisa?

La invito a desayunar, y gentil, pero tímida, me dice: Gracias, porque ya lo hizo y le quedan muchas casas por visitar, que quiere terminar temprano para poder ocuparse de lavar su ropa y tener todo listo para el próximo día, sin dejar de repasar los libros, para continuar aprendiendo cómo salvar vidas.

Pienso como madre, le ofrezco desinteresadamente mi casa y ocuparme de su ropa, le digo que puedo, que lo voy a hacer ahora con la ropa de la casa, pero otra vez, tímida, riendo con los ojos, porque el nasobuco no me ha dejado verle la otra parte de su cara, me da las gracias, y, tierna, me conmina a cuidarme.

Le pregunto por su familia, su respuesta es sencilla, como ella:

— Gracias a Dios están bien, pero se preocupan mucho por mí.

Pienso que les pasa como a muchas familias cubanas que al tener sus hijos lejos, no los pueden ver, ni proteger. Ella quisiera estar con ellos, para ayudarlos en estos duros momentos que se viven en el mundo, cuando han muerto tantas personas, pero sé que les trasmite que está bien y que, en Cuba, se cuida a la población y que, toda la protección necesaria, los estudiantes de medicina contribuyen a la pesquisa.

Una vez más, me recuerda cumplir con las medidas de seguridad y sigue su camino de pesquisaje. Y yo me quedo pensando nuevamente en esta dulce muchacha y en mi hija, que también estudia medicina y asume esta humana labor que contribuye a su formación.

Pienso en los médicos cubanos que en cualquier parte del mundo, también lejos de sus familiares y seres más queridos, derrochan altruísmo y se consagran durante largas jornadas de días y noches, a arrebatarle vidas a la muerte y sanar heridas, no solo del cuerpo, sino del alma.

• Más avileños se sumaron recientemente al Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemia Henry Reeve

Pienso también en todos los trabajadores, aún cuando no sean de la salud, que permanecen en los centros de aislamiento, en los hospitales, en buen cubano “frente a la candela”, demostrando que en esta pequeña isla, la solidaridad, el amor al prójimo, la ayuda desinteresada y el calor humano nos corre por las venas y nada ni nadie nos la podrá bloquear.

Conozca sobre la labor en uno de los centros de aislamiento que funcionan en Ciego de Ávila

Domingo 9:00pm, casi comienza el serial policíaco que tanto me atrae, pero corro a la misma reja por donde recibo a mi pesquisadora, porque ya es mía, como otros pensarán así de los suyos y feliz, aplaudo agradecida, aplaudo fuerte a los médicos, enfermeros, y a todos los que contínuamente hacen que me sienta muy orgullosa de ser cubana, de vivir en esta hermosa isla que comparte lo que tiene con todo el que lo necesite.

Mañana, mañana volveré a sentir ¡Mayara, Mayara!, y abriré la puerta, presta a saludar a esa nueva hija, lo bueno que me dio la pandemia, que se ha ganado con su dulzura, gentileza y preocupación un pedazo de nuestros corazones, segura de que cuando todo esto pase la buscaré y la invitaré una vez más a ser parte de esta familia cubana, solidaria, humanista y agradecida. Gracias a ti Teresa Texeira, cuídate mucho y regresa… que todas las mañanas, ansiosa, te espero…


Escribir un comentario


Código de seguridad
Refrescar