“Gobernar es un encargo del pueblo”

Así lo afirma Lorenzo Fernández Martínez, fundador del Poder Popular y delegado en Morón durante 17 mandatos consecutivos

No es difícil reconocer a Lorenzo cuando se llega al barrio. Primero porque todo el mundo lo conoce y cuando la mitad del barrio nació ya él vivía allí. Y segundo porque su casa lo delata. Tras el jardín de flores rojas hay un teléfono público y una pegatina en la puerta que ratifica: Delegado de la Circunscripción.

Lorenzo Fernández Martínez ha pasado más de la mitad de su vida haciendo por ese lugar, que formalmente se conoce como la Circunscripción número 22 del Consejo Popular Sur, en Morón. Recuerda bien cuando le tocaba todo el espacio desde la avenida hasta la línea del tren; y ahora que tiene una población más pequeña, la conoce de memoria.

“Aquí no tengo ni escuelas ni consultorios. Pero sí la base de los taxis, el Palacio de los Matrimonios, la Fábrica de Refrescos, la farmacia y una tienda de víveres”.

—¿Desde cuándo está usted al frente de la circunscripción?

—Tú sabes que en el año 1974 se hizo un experimento en Matanzas para la creación del Poder Popular. Bueno, ya después de la Constitución de 1976 se comenzaron a nominar candidatos, en septiembre de ese año. Y el 10 de octubre fueron las primeras elecciones de delegados, donde me seleccionaron a mí. Yo tenía 29 años y era oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

“Ya llevo 17 mandatos. Y mis vecinos me dicen: ‘tú te tienes que morir siendo delegado’. Pero ya tengo 75 años y los he ido preparando para que lo asuma otro cuando termine este”.

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Lorenzo sigue narrando sin necesidad de nuevas preguntas. Con esta, él cuenta cerca de siete entrevistas que le han hecho últimamente, porque encontrar a una persona fundadora y activa por 45 años, en el mismo cargo “de la base”, es, si no una rareza, un valor noticia en este país. Y por su recuento se sabe que no ha sido fácil.

“A un año de estar en el cargo fue que tuvimos la primera tarea grande. Esa calle Ocho que tú ves ahí era un canal. Y se hizo con un costo de 800 000.00 pesos. Ahora hubiera costado millones. La
construimos junto con el aporte de los vecinos de las demás circunscripciones de por aquí. Y con una pendiente para evacuar las aguas en las crecidas y los ciclones. Al otro año hicimos las aceras y las zanjas de esta calle (Hermanos González), que no tenía.

—¿Y después?

—Esos fueron los años buenos. Cuando nuestro país pertenecía al Consejo de Ayuda Mutua Económica, tenía un aliado económico tan poderoso como la Unión Soviética, y había más recursos. Después de la caída del campo socialista fue más difícil. Porque ya el delegado no era el que repartía materiales y ayudaba con los recursos. Debía entonces hacerle entender a la gente que en ese momento, más que nunca, lo que había que hacer era participar para resolver los problemas de la comunidad.

—¿Cómo es ahora?

—Las cosas son diferentes, porque los tiempos han cambiado. Tenemos que saber que el delegado es un líder político, que representa a los electores ante el Gobierno, esa misión no se puede perder de vista. Por suerte, tengo a mi favor que todo el mundo me conoce y ayuda. Porque yo vivo aquí desde los nueve años, ¿te das cuenta? Por ejemplo, en estos tiempos en que la situación se ha complicado por la pandemia, hemos recibido ayuda de los jóvenes para organizar la vacunación. Lo hicimos con los ancianos y ahora estamos con los niños. Nosotros no tenemos consultorio, pero nos dieron un aula de la escuela Cuba Socialista, la pintamos y la pusimos bonita.

No hay que adivinar que sus vecinos le respetan. Le hablan de manera cariñosa y casi asumen como algo natural que siga siendo Lorenzo quien atienda sus planteamientos, hasta “los que ya llevan mucho tiempo”. “Recuerdo —cuenta él— que un día mi hijo, cuando tenía como cuatro años, me dijo: ‘papá, cuando ya tú no seas delegado me toca a mí’. Y yo le dije: ‘no, mijo. Eso es un cargo electivo. Las personas tienen que confiar en ti’”.

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Llega a la conclusión natural de que no conoce otra forma de vida. “Imagínate que tengo 75 años y llevo 45 como delegado”. El único, en todo el municipio, que puede decirse fundador y en funciones aún, cuando fácilmente pudiera haber aludido que ha hecho suficiente. “Y, por supuesto, he tenido problemas, porque no se puede quedar bien con todo el mundo. Pero siempre recuerdo, porque a mí me gusta leer mucho, que en una ocasión a Máximo Gómez le preguntaron por qué luchaba en la guerra de Cuba si era dominicano, y él respondió que lo hacía por la satisfacción del deber cumplido, y así mismo es”.Y remata con una frase: “No puede gobernar quien no refleje al pueblo”, junto a la cerca del jardín, mientras los vecinos bromean con que “ahorita lo ven por televisión, que se está haciendo famoso”.


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