Covid-19 en Cuba: efectos disuasivos

Un solo dato podría desmontarnos el escenario feliz donde la curva epidémica, efectivamente, viene en picada. Y aunque cada día acentuamos esa idea, respaldada en números, si trazamos una línea intentando unir los puntos equivalentes o similares notaremos algo “curioso”. Los casos activos que tenemos hoy (366) son apenas 10 más de los que teníamos el seis de abril, cuando contabilizábamos 356.

Entonces todos nos preocupábamos por un pico, anunciado primero para finales de ese mes, y mirábamos con miedo los partes diarios. Ahora creemos que caemos en picada por ese mismo pico y observamos los partes, casi para reafirmarnos en nuestra tranquilidad.

¿Pero qué ha cambiado? ¿Por qué nuestra victoria anunciada si tenemos cifras de enfermos similares y el virus sigue en la calle, cada vez más asintomático y desde hace días con 54 “eslabones sueltos” cuyo origen desconocido de la infección complejiza enlazar las cadenas de contagios?

Justo ayer el ministro de Salud Pública comparaba estadísticas similares en el tiempo (7 de abril/13 de mayo-) y justificaba así por qué no podemos relajar las medidas.

Sin embargo, hay efectos disuasivos, imposibles de ignorar. Este 14 de mayo las altas (1383) superan en más de tres veces el total de hospitalizados (366), los casos en el día (20) son menos de la mitad de las altas en esta jornada (57) y los test se han duplicado, ahora rozan las 2000 muestras.

El 6 de abril teníamos, 356 hospitalizados y las altas acumuladas eran 27, trece veces menor que el número de casos. Los test rozaban los 1000 diarios y ese día se confirmaron 46 nuevos casos (contra nueve altas en esa fecha).

Cuando se habla de escenario favorable esas son algunas de las cifras que podríamos mirar para ver la evolución. Y, al mismo tiempo, son las que hay que observar para mantener el temor. Porque el número de casos activos (356/366) nos sigue diciendo que la epidemia mantiene su curso. Que hay tendencia decreciente sí, y vaivenes intermedios, que algunos valores parecen cachumbambé, que un día con seis casos puede ser la antesala de otro con 20 o con 40, que si no nos aislamos…

De hecho, hace apenas dos días en el municipio de Playa se destaparon ocho confirmados con 63 contactos cada uno, por lo que pronto esos casos arañas podrían disparar, otra vez, las estadísticas de la capital. Lo propio para Ciego de Ávila, donde un caso, asociado a la Isla de Turiguanó, al que aún le queda 17 contactos pendientes de resultados, encendía las alarmas.

Demostrado está que existen cadenas aparentemente interminables y torcidas. Por ejemplo, el confirmado avileño que aquí se notifica como el caso 93, era contacto del caso 82, confirmado hace 10 días, y ese a su vez era contacto de un sospechoso que dio negativo, por lo que la fuente de infección se desconoce. Y todo eso en un lugar que lleva cerca de un mes en “estricta” cuarentena.

Así lo notaba Invasor, aunque un seguimiento detallado del parte del Ministerio de Salud Pública deja entrever que en otras regiones, otros sucesos, han complejizado también la situación, amén de que no siempre los reportes diarios de la prensa lo revelen.

Hoy las cifras, junto al descenso, nos siguen diciendo que alrededor de un ocho por ciento de nuestros enfermos desarrollan cuadros graves de la enfermedad y que 79 ya han fallecido como consecuencia de esta epidemia que podría durarnos meses a este ritmo.

Y en medio de ella, la más afectada por los efectos disuasorios de las buenas noticias ha sido la percepción de riesgo. Ayer un vecino me aseguró, convencidísimo, que el mes que viene todos estaríamos ya de fiesta. El efecto del “seis confirmados “le provocaba semejante vaticinio. Debe andar hoy en la calle, buscando algo para celebrar.

• Lea aquí el parte íntegro del MINSAP este 14 de mayo


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