La línea del tiempo que nos separa del 24 de marzo de 2020, cuando la COVID-19 mostró por primera vez su rostro en Ciego de Ávila, ya tiene 19 meses, acabados de cumplir esta semana, … y sigue contando. Al mirar hacia atrás podríamos coincidir en que los peores momentos del enfrentamiento pasaron, pero, precisamente, lo vivido debía seguir martillando en la conciencia colectiva, porque no fue fácil.
Esta provincia estuvo en el centro de atención del país en todo momento. Tan pronto como en abril del año pasado se registró el pico máximo para un día, en una población de poco más de 400 000 habitantes. El primer brote costó un par de meses controlarlo y lo cerramos con 96 confirmados y tres fallecidos.
Disfrutamos del verano como se pudo y esa relajación estival nos llevó a un segundo momento de incremento de contagios a finales de agosto. Septiembre fue dramático y el territorio se debatió entre la transmisión comunitaria y eventos infecciosos en sus dos hospitales y un centro penitenciario. Los números lo dicen todo: el control pareció conseguirse a finales de año y para entonces se sumaron otros 808 enfermos y 15 muertos.
Otra vez la flexibilización en el confinamiento nos puso de cara a un aumento de los casos positivos al SARS-CoV-2 comenzando 2021, con nuevas variantes del virus que, lo sabríamos después, cambiarían las reglas del juego. Entre enero y abril, 1 533 avileños resultaron confirmados con PCR-RT y nos parecieron muchos.
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Pero nada de lo experimentado hasta ese minuto podría compararse con lo que sobrevino después. Luego del Día de las Madres el contagio se mostró más veloz y agresivo. Delta barrió con alevosía y saña los 10 municipios, cebándose en Ciego de Ávila y Morón. Más de 48 000 enfermos registrados en seis meses; casi 700 fallecidos. Un golpe devastador del que apenas ahora nos reponemos.
¿Dónde estamos 19 meses después? Estamos a las puertas de la llamada Nueva Normalidad, aun cuando la tasa de incidencia para los últimos 15 días todavía es de más de 100 por cada 100 000 habitantes. Estamos con una positividad del dos por ciento como promedio que ha derivado en una disminución de los nuevos casos; descendiendo también el promedio de pacientes graves y críticos; empujando a cero la letalidad y la mortalidad específica por COVID-19. Estamos llegando al 60 por ciento de la población inmunizada.
Estamos mejor, sí, ya lo hemos dicho. Sin embargo, camino a los 20 meses de enfrentamiento la pregunta tiene que ser otra: ¿podremos sostener la mejoría?