Mientras las estadísticas diarias muestran una meseta, hay que ajustar los mecanismos de control y no cansarnos de buscar. Aquí también vale aquella máxima de “sin perder un día”
Ayer decíamos, entre otras cosas, que la oportunidad en el diagnóstico es decisiva en el desenlace de los pacientes positivos a la COVID-19. Más bien reiterábamos, porque llevamos casi 18 meses insistiendo en que perder tiempo ante la pandemia puede ser sinónimo de perder la vida. Lo hemos escrito nosotros y se ha alertado en cada reunión de cada grupo temporal del país.
Si usted ha estado enfermo, sobre todo en este último rebrote, sabe de lo que le hablo. No habrá un familiar, amigo, conocido o vecino que no le haya dicho “empieza a tomar ya antibióticos”, “no te confíes”, “es traicionera, no te duermas en los laureles”. Pareciera que la percepción de riesgo colectiva ya entronizó la importancia de acudir de inmediato al médico, pero ciertas estadísticas siguen mostrando dolosas excepciones.
• Hace un año nos acercamos al tema y decíamos: Si tiene síntomas ¿a qué espera?
Veamos solo el reporte de fallecidos de Ciego de Ávila al cierre del 14 de septiembre. De acuerdo con el informe presentado por el doctor José Ramón Artigas, Metodólogo Docente del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología, los dos hombres y las dos mujeres que perdieron la batalla contra la COVID-19 ayer, todos mayores de 70 años, llegaron al ingreso hospitalario 48 horas después del diagnóstico y estuvieron, como promedio, 12 días hospitalizados.
Lo explicaba hace un par de jornadas el doctor Reinol García Moreiro, coordinador del Ministerio de Salud Pública para el enfrentamiento a la pandemia en el territorio, durante la sesión del Grupo Temporal de Trabajo provincial. Todos los días se detecta “tibieza” en municipios con una situación epidemiológica complicada, donde no se estudia la cadena de contactos y no se ingresa a todos los sospechosos, en parte porque la pesquisa no está identificando a los sintomáticos.
Afirmaba el funcionario que la falta de oportunidad se evidencia en las propias estadísticas diarias. Un día se detectan poco más de 100 casos y al siguiente la cifra se duplica o triplica. “Eso no solo sucede porque se hacen más pruebas; falta trabajo sistemático que la pandemia nos lo puede cobrar más tarde”.
La lógica indica que, si no aprovechamos este momento de descenso en la transmisión en aislar a todos los sintomáticos —y buscar, siempre que se pueda, a quienes portan el virus, pero no lo manifiestan—, podríamos lamentar un repunte en cualquier momento, tal cual ha sucedido en todos los territorios del país (aquí más que en otros).
Uno siempre quiere creer que el malestar, la tos y la secreción nasal mañanera pueden ser un catarrito o una alergia, que hemos escuchado historias no tan amables de situaciones al interior de los centros de aislamiento y los hospitales, que ingresarse no es ir a un hotel de vacaciones. Tendríamos, no obstante, que ser científicos y especialistas para determinar si demorar 48, 72 horas en recibir atención médica podría influir en el curso de los acontecimientos.
Máxime cuando, a veces, hay criterios divididos entre los propios galenos. Unos aluden a la primera semana como la etapa viral, donde tomar antibióticos no resolvería nada, o casi nada, y que, por el contrario, el cuerpo pierde resistencia de cara a una segunda semana, fase inflamatoria, donde sí podrían aparecer las neumonías. Otros prescriben antimicrobianos y esteroides desde el principio.
Obvio que cualquier médico nos diría que para determinar una u otra conducta lo primero es ver y valorar clínicamente al paciente. Y para ello, quedarse en casa no es la solución.
Otras estadísticas de la jornada
Acumulado de casos autóctonos: 47 340
Casos autóctonos del día: 262 (de ellos 51 menores de 18 años)
Casos activos: 1 148
Casos graves y críticos: 36 (33 graves, 3 críticos)
Tasa de Incidencia Acumulada (15 días): 886.4 por cada 100 000 habitantes