George Floyd: asesinato de Estado

Algunas consideraciones sobre el asesinato del ciudadano afroamericano George Floyd

Tras las recientes manifestaciones por el asesinato de George Floyd, a manos de Derek Chauvin, el pasado 25 mayo, puedo sacar algunas conclusiones sobre un país que, supuestamente, es democrático.

Cuando hablamos de racismo estructural no se trata de una acción individual o específica sino de la práctica de dominación de unos sobre otros. En tal caso, cuando nos sentimos superiores tanto por nuestra cultura, origen étnico, color de piel u otro aspecto, se trata de un acto de dominación hegemónica. Incluso, el silencio nos convierte en cómplices del homicida.

Cuando Floyd suplicaba, bajo la rodilla que minuto tras minuto le robaba la vida, la connotación de sus palabras “i can’t breathe” (no puedo respirar), es el grito de dolor hacia un sistema político que, recurrentemente, no permite respiros hacia los afroamericanos, emigrados, pobres, disidentes de las normas cis heteronormativas.

Este acto de violencia racista debe ser entendido como lo que es: un asesinato de Estado. Y, por supuesto, el otorgamiento de privilegios a unos y la exclusión de otros. Floyd, por tanto, representa a esos des-privilegiados bajo el síndrome de Hitler.

Tengamos en cuenta que el asesino de Floyd es un policía que representa la seguridad y el orden judicial, así que las posibilidades de justicia se resumían a una rodilla en su cuello sin otras opciones que la muerte. Entonces el racimo (estado), mata.

Según Ben Crump, abogado de la familia Floyd, los médicos independientes que realizaron la autopsia determinaron que la causa de la muerte fue asfixia debido a la presión sostenida, declaró el diario Infobae.

Notemos que los datos han sido proporcionados por médicos independientes porque la necropsia que debió ser emitida por las instituciones estatales no era concluyente. Y he aquí una segunda verdad: el racismo estructural favorece única y exclusivamente los intereses del Estado.

Tal es así que, el magnate Donald Trump hizo saber a todos los medios de prensa que las manifestaciones sociales son “terrorismo nacional y que movilizará todos los recursos civiles y militares”. ¿De qué terrorismo habla el inquilino de la Casa Blanca? ¿Acaso existe tal “terrorismo inverso” o reclamación justa de los derechos?

A priori, esta decisión de reprimir al pueblo manifestante pudiera desencadenar una guerra civil. Tengamos en cuenta que cualquier ciudadano norteamericano tiene derecho a la tenencia de armas de fuego para su seguridad personal o por si el Estado no cumple su función de protegerlo. En tal caso, el Estado no ha protegido ni protegerá a la ciudadanía. Eso está clarísimo.

Otra verdad que sale a relucir es la capacidad de movilización de la comunidad. Esa justicia que solo es posible cuando se sobrepasa los límites del derecho y genera indignación colectiva.

Y, a causa de esa movilización, hemos visto imágenes de incendios, asaltos, disturbios. Puede que sea resultado de la propia movilización pero no debemos descartar que algunos, que no tienen nada que ver, estén utilizando el vandalismo para deslegitimar las protestas o bien para hacerse de los bienes a los que no tienen acceso los más desfavorecidos. Porque en caso de serlo — y lo es— la indignación colectiva no fuera vandalismo sino violencia revolucionaria como dijera Gramsci.

Tengamos en cuenta, además, que no es la primera vez que un funcionario de la justicia estadounidense asesina a un negro. Y asesinar se traduce en matar la condición de libertad y el derecho a la dignidad. Recordemos, por ejemplo, el caso de Rosa Park y su valentía para mantenerse en su asiento y enfrentarse a las fuerzas policiales. O a Marsha P. Johnson, una mujer trans, negra, con VIH y trabajadora sexual que lanzó un ladrillo a un policía por este violentarla. También el asesinato a Martin Luther King y la lucha en contra de la segregación y el derecho al voto en la década de 1960.

Por solo mencionar tres casos representativos, Estados Unidos posee un historial delictivo como Estado. Pero, ¿quién apresa al Estado? ¿Qué recursos judiciales se utiliza contra el propio sistema judicial que es el asesino? ¿Quién encarcela a la policía que responde a un sistema que lacera los derechos de los “diferentes”?

Floyd fue asesinado, presuntamente, por pagar con un billete de 20 dólares falsos. Pero, ¿acaso eso es causa para matar? Ser negro le otorgó el pasaporte para el corredor de la muerte. Quienes en medio de esta semana han pedido paz sin comprender la envergadura del asesinato contra un ciudadano afroamericano convierte su pedido en falso pacifismo.

El racismo es estructural con tajos profundos de hipcresía.


Comentarios  
# Maritza 07-06-2020 08:27
Estimada Yuliet: No voy a ser extensa para decirte que desde tu perspectiva estás diciendo verdades a medias.
Otra cosa, la innecesaria e injusta muerte de George no justifica los actos vandálicos cometidos en diferentes ciudades de los EE,UU.
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