“Yo nunca fui batistiano”

El más longevo integrante de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana en Ciego de Ávila rememora momentos de una vida en la que nunca comulgó con las injusticias.

Solo pidió que le hablara un poco alto cuando supo que le haría algunas preguntas. Sus ojos dibujan el cansancio acumulado de más de un siglo, pero tampoco necesita de ayuda extra para ver con claridad que estoy a su lado. Su vista se concentra en la luz que entra por la puerta hasta la sala comedor de esa pequeña casa en un segundo piso, muy próxima al Hospital Provincial Docente Doctor Antonio Luaces Iraola, de Ciego de Ávila.

Juguetea con los recuerdos desde aquí hasta allá, va, regresa, y todo lo procesa como un disco duro cuando se analiza para buscar imperfecciones técnicas, pero está claro de que, si nació en territorios de Florencia un 10 de diciembre de 1915, cumplió entonces “como 105 años, ¿no?”.

Mamerto Bringas Olivera nunca fue a la escuela, no sabe leer ni escribir y su firma se resume en un garabato; porque desde muchacho el padre le hacía trabajar y, en muchas ocasiones, debía irse varios días con desconocidos para regar posturas a cambio de una peseta que le alegrara luego el bolsillo.

Por su edad, es el combatiente más longevo de Ciego de Ávila y ama tanto a la Revolución Cubana que es enfático en el llamado a cuidar lo que hoy hemos logrado. Sabe lo que fue vivir en una República Neocolonial durante mucho tiempo y presenciar actos de vandalismo y violencia.

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Desde joven siempre tuvo claro que ese no era el país que quería para sus hijos, por eso hizo y deshizo por derrocar  un gobierno que no le representaba y solo le hacía ver abusos y personas muriendo ante la falta de atención médica.

Por eso un orden cronológico no le hace falta para destacar que nunca fue batistiano, eso lo subraya, y, contrario a los ideales de su padre y parte de la familia, implementó sabotajes de cualquier magnitud contra la tiranía.

Pareciera que sus ojos y manos hablaran al recordar que siempre fue muy pobre, al punto de dormir lo mismo en el suelo, a los pies de un árbol, pasando frío o con las botas como almohada; y a veces trabajaba todo un día para ganarse un plato de comida.

También cuando Leonilio Echevarría no aceptaba que trabajara en su finca y luego casi lo hace dueño de las tierras al darse cuenta de que su fundamento le hacía lo mismo cuidar a los animales que poner una cerca; o cuando iba a caballo a Majagua con cuatro racimos de plátano para ganarse un peso.

Rememora que allá por el año 1947, durante el gobierno de Prío, le prendió candela con un saco y una vela al cañaveral de los Vargas, en la zona de Ciro Redondo, “fue tanta la proporción del fuego que ese día ni comí, me preocupé, pensé que las llamas iban a llegar a Tamarindo”.

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Hoy lo cuida su hija Nidia, porque, aunque “el viejo” esté campana, padece de insuficiencia renal. Ella también cuenta que cuando era niña se quedaba con algunos de sus hermanos custodiando una casa tan pobre como la conciencia misma de los contrarrevolucionarios, porque en los primeros años del triunfo los alzados venían a robar lo que fuera.

La hoja de vida de Mamerto recoge más horas de trabajo de las que deberían ser; toda la vida fue campesino, y su longeva memoria rememora cuando se hizo de las dos caballerías de la Finca Isabel, en Tamarindo, porque antes no tenía agua para el ganado y debía esperar a que en tierras vecinas terminaran para darle de beber a los suyos. Y la finquita aún está a su nombre, aunque la trabajen algunos descendientes.

Está consciente de que son 11 los hijos que tuvo, siete hembras y cuatro varones, aunque ya perdió la cuenta de la cantidad de nietos, que luego su hija contabiliza en 18 y hasta 10 el número de bisnietos.

¡Él nunca fue batistiano! Lo quiere dejar bien claro, una vez más, antes de terminar el diálogo; como mismo que desde la dirección de Atención de Combatientes se han portado muy bien y que está agradecido de la atención que recibe.


Comentarios  
# Ariel 31-12-2020 15:46
Un error histórico, en 1947 el presidente de Cuba no era Gerardo Machado. El dictador cayó en agosto de 1933 debido a la huelga general revolucionaria de estudiantes y obreros. No recuerdo ahora quién ejercía de presidente, creo que Ramón Grau San Martín. Así que x favor, no cometamos errores históricos. Sd
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