No siempre existió el Instituto de Ciego de Ávila (ICA), o como se le conoce también: Instituto de Segunda Enseñanza. Un avileño, fruto de una de sus graduaciones, ha dedicado buena parte de su jubilación a hilvanar la historia del surgimiento de esa venerada institución.
El doctor Carlos La Falce Fernández asumió la tarea con placer. Pasó, casi sin notarlo, de galeno amante de su profesión a desapolillador de archivos y viejos folios, en pos de la indagación histórica. El diálogo comienza. Rápidas las respuestas.
• Carlos La Falce y dos de sus amigos son guardianes de Ciego de Ávila y sus memorias.
“Ciego de Ávila no poseía un centro de ese tipo, y no fue hasta 1937 que se crea, mediante la gestión de un patronato Pro Instituto que, sin contar con los fondos pertinentes, dio vida a una iniciativa privada para buscar el dinero y el permiso”, precisó.
Narra Carlín, apelativo por el que todos le conocen, que de esa manera el patronato pudo alquilar un local (existe aún), localizado en la esquina de las calles Ciego de Ávila y Simón Reyes, donde funcionó, desde 1937, el primer instituto.
El tema le fascina. Se pierde tras una puerta y regresa, acompañado de un sui generis archivo: una pequeña caja de cartón donde con exquisito celo atesora otros pormenores.
“Mira. Fue la madre necesidad la que obligó a enfrentar tal empeño. Sucede que los muchachos terminaban el sexto grado, y después no podían seguir incrementando su nivel cultural y educacional. Por lo tanto, se paralizaba la cadena, es decir, la Capacitación, lo que a la larga repercutiría en la carencia futura de profesionales de todo tipo.
”La opción que tenían era pasar una preparatoria de tres meses en una escuela privada y someterse a examen. Si aprobaban, entonces les daba derecho de matricular en la Escuela Primaria Superior y estudiar allí tres años y si aprobaban, ingresaban en el Instituto.”
Agrega La Falce que el ICA permaneció en el viejo local alquilado. Ya el tiempo le estaba pasando la cuenta a la construcción, que se deterioraba a ojos vista. “Es bueno recordar que antes era un hotel, algunas personas aún vivían en los altos; pululaban las filtraciones y a cada rato sse desprendían pedazos del techo.
“Entonces se crea un comité, este Pro instituto propio para Ciego de Ávila. Y es así que, mediante las gestiones de los senadores Alejandro Armengol Vera, que era profesor del plantel, y de Juan Marinello Vidaurreta, senador por la provincia de Camagüey, se dan los primeros pasos. Lo primero fue buscar un crédito ascendente a 100 000.00 pesos, cifra considerable para la época, que demoró algo en llegar aquí. Al fin apareció y en 1946 es colocada la primera piedra.”
Agrega que en el terreno microlocalizado había estado funcionado allí el Hospital Militar de La Trocha; luego se asentó en el lugar el cuartel de las tropas interventoras norteamericanas y, más adelante el Escuadrón 33 de la Guardia Rural, hasta 1946, en que es demolido el inmueble.
“El comienzo de la obra —asevera— demoró un tanto debido a la tardanza en poner el dinero. El diseño arquitectónico era un prototipo nacional, por eso el nuestro es igual al de Morón. Una vez comenzadas las labores, la obra fluyó con bastante rapidez.”
La inauguración de ese local, ya propio de los avileños, devino acto oficial con la presencia de funcionales nacionales de los ministerios de Educación y de Obras Públicas; además de personalidades camagüeyanas y del patio.
“La ceremonia se extendió bastante, al extremo de que la firma del documento que certificaba la propiedad del Instituto tuvo que hacerse en la Colonia Española, pues aún no le habían instalado la corriente eléctrica al local. El título lo recibió el Doctor Francisco Delgado, quien había sido nombrado director del plantel por decreto presidencial.”
En cuanto al claustro, estuvo conformado, atendiendo a un reclamo del pueblo, por profesores y maestros avileños, todos excelentes profesionales “para que sintieran al Instituto como algo muy suyo. Fue el mismo que pasó para el nuevo centro. Y lo integraron médicos, abogados, estomatólogos, ingenieros, y graduados de las escuelas de Filosofía y Letras y de la de Pedagogía”.
“A un costado del nuevo edificio fue erigido un obelisco, para perpetuar la memoria de los ocho estudiantes de Medicina fusilados injustamente por la Metrópoli española, el 27 de noviembre de 1871”. Uno y otro cumplen este mes siete décadas de fundados.
“Tanto en el viejo centro como en el nuevo, profesores y estudiantes celebraban las principales efemérides e, incluso, allí funcionaron una Cátedra Martiana, un Grupo Maceista y otro Pro restauración de la Trocha. Te hablo del año 1942, y ese sentimiento se trasladó a otras generaciones de estudiantes, lo que dio pie a una sólida formación del alumnado.”
Y agrega: “Con el golpe de Estado perpetrado por Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952, comienza a crecer la efervescencia revolucionaria en el plantel. Los estudiantes protestan contra el régimen y sus desmanes, apoyan huelgas obreras, se manifiestan por las calles de la ciudad, son reprimidos por los esbirros. Entre los más destacados figuraron José Aseff Yara, Pedro Martínez Brito y Ricardo Pérez Alemán (mártires más tarde); Roberto León González, Edilberto García, Oscar García, Ariel Sigler y muchos más.”
Decenas de egresados sobresalieron en sus profesiones: Ñola Sahig Sainz, pianista concertista y musicóloga; Ricardo Cabrisas Ruiz, actual vicepresidente del Consejo de Ministros; Manuel Rivero de la Calle, arqueólogo; Enrique Sosa, escritor; entre otros profesores, médicos, estomatólogos, ingenieros, arquitectos, abogados, artistas, periodistas y poetas y escritores muy queridos por los avileños.
Recuerda Carlín que el ICA dejó de funcionar como tal a partir de 1960, en que se crea el preuniversitario Ricardo Pérez Alemán; y después se suma al local la secundaria básica Manuel Ascunce; más tarde se unen esas dos enseñanzas en el mismo local, hasta que surge el sistema de escuelas en el campo, y el plantel acoge al Museo Provincial y más tarde a la Biblioteca Provincial Roberto Rivas Fraga.
Este 29 de noviembre, a las 9:00 de la mañana tendrá lugar el acto conmemorativo por el aniversario 70 de fundado el ICA y el obelisco aledaño. La Falce está inmerso en los preparativos. La entrevista concluye: “No, no voy a escribir ningún libro sobre el tema. Siento placer por lo que hago, me mantiene vivo. Todos estos documentos irán a parar a los fondos del Archivo Histórico Brigadier José Ambrosio Gómez Cardoso. Será mi regalo a las nuevas generaciones“.