Hubo de todo en el acogedor Patio de La Campana, convertido, en esta ocasión, y a “graderío lleno”, en peculiar sede del encuentro-homenaje que el Museo Provincial Coronel Simón Reyes Hernández le tributara a una querida personalidad de Ciego de Ávila: el doctor Carlos La Falce Fernández.
La tarde reventaba de calor, no solo del característico de esta temporada, sino del que le regalaron a Carlín —así nos gusta llamarle— sus colegas de profesión: unos, en activo, y otros, como él, ya jubilados; sus “seños” negras de cofias y uniformes albos, y sus amigos de las más diversas ocupaciones y oficios.
Con esa magia que emana de un comunicador nato, La Falce nos llevó, en el breve espacio de apenas dos horas, por una síntesis desde su atareada vida de estudiante hasta las aulas universitarias y las instalaciones de salud en las que laboró, en unas como médico y en otras en funciones de dirección, todas con sus respectivas evidencias mediante un rica colección de fotos y comentarios.
El recuerdo primario para sus padres: italiano y zapatero él, y española ella, y el esfuerzo realizado en pos de criar y sacar adelante una prole de cinco vástagos; el elogio a las “profes” de la Educación Primaria, y más tarde el paso por la Preparatoria para el ingreso al Instituto de Segunda Enseñanza, donde pagó la novatada: un pelado al rape que le dijo adiós a la frondosa cabellera que entonces lucía, según él; conoció de las luchas estudiantiles y a compañeros que se destacaron en esas lides como Pedro Martínez Brito, Ricardito Pérez Alemán, y otros; y la rectitud y disciplina que imponían los doctores Pablo Ruiz y Rolando Rey.
Narró sus experiencias en la Universidad de La Habana, y cuánto tenía que caminar para ahorrarse los cinco centavos de la guagua, acordándose siempre que en el terruño, el italiano zapatero tenía que clavar y/o coser muchas suelas y tacones para enviarle la remesa y algo más que sufragara el hospedaje, los libros y hasta clases particulares; los internados de Cirugía, la graduación y el regreso a Ciego de Ávila.
Contó que el posgraduado lo hizo en Algodones (hoy Orlando González), donde fungió como médico general, y los apuros al enfrentarse solo, por ejemplo, a un parto; en el hospital, en la misma función y ayudante de Cirugía, hasta desempeñar diferentes responsabilidades en centros asistenciales del territorio. Se jubiló en 1997, luego de laborar algo más de cuatro décadas.
Haciendo gala de una memoria formidable, Carlín trajo a la actualidad, auxiliándose con las gráficas correspondientes, momentos de la vida social y cultural de la ciudad capital: cantó la presentación de la comparsa Frutas de mi Cuba, de la cual fue integrante; se refirió a la elección de las Estrellas y Luceros; y la presencia de destacadas figuras, como el cuarteto de Meme Solís, entre otros.
Sin que nadie lo esperara, anunció una donación, esta vez al Archivo Histórico Brigadier José A. Gómez Cardoso; nada menos que un gran sobre contentivo de papelería y fotos del Doctor Alfonso Garnier, destacado laboratorista y microbiólogo, villaclareño de cuna y avileño por adopción, quien fuera uno de los fundadores del Movimiento Revolucionario 26 de Julio.
Al agradecer la dádiva, los másteres Mayda Pérez García, directora del Archivo, y Ángel Cabrera Sánchez, investigador e Historiador de la Ciudad, destacaron el gesto de poner en manos de la institución algo que pertenece a la historia de luchas de esta ciudad; así como el sentido identitario y de pertenencia, el apego a la verdad y la ética que caracterizan al homenajeado.
Visiblemente emocionado, aseveró: “A los 81 años, recibo con satisfacción el haber compartido con mis viejos compañeros, con mis antiguas “seños“, con mis amigos. Solo les digo: ¡Gracias!, las que hago extensivas al Museo; y les reitero el compromiso de seguir siendo el mismo Carlín de siempre”.
asi es como hay que hablar de HISTORIA, los HEROES son de CARNE y HUESO
muchas gracias una vez mas Carlin
brmh