En ese municipio de Ciego de Ávila las tierras van ganándole terreno al ocio y hasta allá llegó Carlos Luis Garrido Pérez, presidente del Consejo de Defensa Provincial, para analizar resultados…y deudas
“Tenían más tronco que un marabú sangandongo y ni se veían los tractores cuando los estaban cortando, los tapaban.” Así lo describe Neudelis Castillo, y si no fuera porque todos a su alrededor aseguraron que aquello era “mucha verdad”, nadie que no viviera entre Enriqueta y Las Quince hubiese creído que los guisazos de caballo se daban en esa zona de Bolivia con tanto “rendimiento”.
Hasta Carlos Luis Garrido Pérez, presidente del Consejo de Defensa Provincial, puso cara de asombro mientras los guajiros de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Atención a los Granos le contaban cómo estaban plagados aquellos alrededores. Y cara de satisfacción cuando le mostraron la yuca, los frijoles, el plátano, el boniato, el maíz…
Y es que los cultivos varios en Bolivia son una realidad, aunque no dejan en segundo plano las 2 200 hectáreas (ha) de arroz que se aseguran cada año y que, sumadas a las otras 2 000 que los arroceros siembran, “ al pecho”, lo convierten en territorio de granos. Pero en ese contexto 1 900 ha de otros cultivos dibujan una cartografía muy a tono con la demanda de la población.
Sin embargo, Garrido Pérez dejó claro que si bien falta mucho para llegar a ese objetivo, el programa de autoabastecimiento tiene que traducirse ya en cada unidad productora, de manera tal que cada quien sepa la responsabilidad y el compromiso que tiene. Y deben, señaló, hablar más de libras y kilogramos y menos de planes, porque el arroz que se produce en toda la provincia, por ejemplo, no alcanza ni para dos meses de canasta básica y, ante esa verdad, para la población resulta muy contradictorio que se hable de cumplimiento de planes.
Mientras el delegado municipal de la Agricultura en Bolivia explicaba las hectáreas pendientes por plantar e iba hasta los detalles de un cantero de lechuga, Garrido le hacía notar uno de los grandes problemas que se dan hoy en la cosecha de los suelos: no siempre el esfuerzo se traduce en recompensa.
Encima, lo ilustró allí mismo: los trabajadores del organopónico ganaban cada mes menos de 400.00 pesos, y cualquier boliviano que cortara un cordel de marabú se ganaba en un día 100.00 pesos en la finca de los hermanos Velazquez y, además, podía convertirlo en carbón y venderlo. “Es fácil la cuenta, en esas condiciones nadie quiere ser empleado de la empresa”, aclaró.
Amén de que ese diseño de pago cambió este mes y los trabajadores de la UEB están ya vinculados a los resultados o a las ventas, todavía le quedan varios retos a la otrora empresa agropecuaria de Bolivia. Tendrán que someter a una comisión agraria a los arroceros que, en igualdad de condiciones y con recursos, reiteradamente registran rendimientos muy por debajo del promedio del territorio. Tendrán que evaluar la situación definitiva de la UBPC Yarual, que en dos ocasiones ha sido “rescatada” por el presupuesto del Estado y reincide con pérdidas por tercera vez; amén de que 14 edificios se erigen a su alrededor y existe una población “dependiente” de lo que allí se genere.
Tendrán que agilizar la inversión en el secadero de arroz que lleva más de dos años en ejecución y tiene 50 días de atraso; no tanto porque esté en jaque la capacidad para secar la cosecha, sino porque se continúa dilatando el ahorro por no tener que viajar 100 kilómetros hasta Chambas para llevar allá sus granos…
Todo ello conspira contra el incremento de los márgenes de ganancia de esa entidad y, por ende, de las recompensas en el bolsillo de sus trabajadores. No obstante, Hanoi Sánchez Medina, presidente del Consejo de Defensa en ese municipio, destacó que el viraje ha sido muy gratificante y agricultores en la zona de El Mamey le daban la razón: hace unos meses no llegaban a 300.00 pesos en un cobro y ahora todos lo duplican… “y todavía están por debajo de las potencialidades”, señaló el dirigente, consciente de que “no se trata de meter un viandazo dos o tres meses, sino tener viandas siempre, y que no sea solo plátano. Aquí tenemos condiciones para que no falten ni el maíz ni la malanga ni la yuca ni el boniato”.
Orlando Pérez Pedreira, delegado provincial de la Agricultura, confirma tal aseveración y agrega que hoy solo los buenos rendimientos justifican las inversiones, de ahí que Bolivia esté optando porque dejen de mirarla como tierra de arroz…y gisazos.
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