Nuevos precios, parte del cambio

Si bien hasta ahora la tasa cambiaria de 24.00 pesos por un dólar podemos sentirla lejos del bolsillo individual y del monto al que se cotiza hoy esa moneda en el mercado informal, este será el pie forzado para corregir las distorsiones económicas y financieras acumuladas en los últimos años como resultado de la dualidad monetaria y cambiaria, que propició una sobrevaloración del peso cubano sobre el dólar.

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Traducir esto al argot económico implicaría otros números y análisis, pero a priori está claro que no hablamos de un asunto menor y que los retos, en lo adelante, serán exponenciales tanto en el plano familiar como en el de las empresas, que deberán empezar a aplicar fórmulas más eficientes para sostenerse y generar ingresos.

Pero, sin dudas, una de las piezas clave en este proceso, explicada en detalle para entender a cabalidad cómo y por qué en enero de 2021 estaremos un paso por delante, tiene que ver con la modificación de los precios de bienes y servicios, acrecentada por la eliminación de subsidios excesivos y gratuidades.

Se ha hilado fino para cumplir el precepto de que nadie quedará desamparado, para mantener la protección de grupos vulnerables y corroborar el hecho de que no se aplicará terapias de choque al estilo neoliberal.

Por eso los niños recibirán de modo subsidiado productos como la compota, la leche y el pollo; e igual sucederá con la canastilla, el uniforme y las dietas médicas para embarazadas y pequeños con determinados padecimientos.

A su vez, este proceso de reordenamiento ha permitido establecer precios únicos en el comercio interior y ha traído al debate otras aclaraciones relacionadas con los productos normados, controlados y liberados.

La canasta familiar normada tendrá un costo de 180.00 pesos e incluirá 19 productos alimenticios y cuatro no alimenticios; y se ha calculado una canasta básica de bienes y servicios, que difiere de la anterior al ser más amplia e incorporar otros bienes y servicios imprescindibles para las personas.

A la postre, se espera que el salario mínimo asuma 1.3 veces dicha canasta y derivan de aquí las expectativas de que en la medida que se implemente la estrategia se eleve el poder adquisitivo y el nivel de vida.

También es cierto que para llegar a este punto tendremos que sortear muchos obstáculos y los próximos meses serán difíciles entre la adaptación y el reajuste de mecanismos económicos y financieros, obligados a sacudirse el polvo y cambiar. Probablemente como nunca, el trabajo será una necesidad.

Sobre las empresas se afincará este proyecto de país que se construye, ya que deberán remolcar al resto de los sectores de la economía al producir con eficiencia, aprovechar las materias primas nacionales, disminuir las importaciones, aportar a la oferta del mercado nacional y exportar.

La Tarea Ordenamiento pone sobre la mesa mucho más que números y resoluciones, sino el compromiso inmenso de que ha llegado la hora de mirar con luz larga el futuro y cambiar.


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