Construcción de viviendas: en números decimales

De las 1 589 viviendas que debían concluirse en 2021, Ciego de Ávila apenas levantó 560. Menos de la mitad, una cifra sin precedentes que no podría juzgarse con encono en medio de circunstancias que impidieron “levantar” los planes 

Cuando en 2020 se mantuvieron las expectativas por “el techo” y se levantaron 1 300 casas, como si ese hubiera sido un año cualquiera, el hecho debió convertirse, automáticamente, en (buen) precedente. Tanto, que a 2021 le propusieron 1 589.

Todavía ahí, en sus inicios, parecía una meta posible para una provincia que venía construyendo más de 1 000 viviendas como promedio, y tenía en su peor registro de los últimos años a 2017, con ¡apenas! 883 nuevos hogares.

Pero ahora que comienza 2022 sabemos que podía estar peor. El nuevo dato deja los planes de 2021 por el piso: al 35,2 por ciento (válido hasta el decimal). 560 viviendas en total; ni una más, ni una menos.

Nos deja, incluso, muy por debajo de 2017, el año que complejizaría todos los planes por venir, con los 4 231 derrumbes totales del huracán Irma. En lo adelante, Ciego de Ávila no podría proyectar un año sin el (sobre)peso que significó perder en dos días lo que demora cuatro años en levantarse. Cuatro, si los aires soplaran a favor y si los únicos necesitados hubieran sido esos damnificados.

Y ni una cosa ni la otra: al cierre de 2021 se había podido saldar el 58,6 por ciento de los 4 231 derrumbes. 2 478 hogares construidos en poco más de cuatro años. 1 753 pendientes. Son números que no se redondean, como no se redondea la necesidad.

Aunque el grueso de lo previsto pretendía responder a esa demanda, 2021 no tuvo ni un trimestre que albergara tal posibilidad. Ya en mayo se le debía al plan más de la mitad de las casas. De 662 que debían terminarse al quinto mes, apenas contabilizaban 274.

En ese contexto, la aclaración de Leiter Méndez Valdivia, subdirector general de la Dirección Provincial de la Vivienda, echaba por tierra el viraje. Muy por el contrario, aclaraba que “lo peor está por venir, pues muchas de esas construcciones venían de años anteriores. El inicio y desarrollo es crítico, se nos va a acabar la secuencia constructiva, por el déficit de cemento y de acero prácticamente no estamos empezando viviendas. Y eso lo veremos al avanzar el segundo semestre”.

Así se vio al cierre de octubre. En su rendición de cuentas, el Gobernador de la provincia adelantaba el dato: 28,1 por ciento de cumplimiento. 446 inmuebles levantados, cuando faltaban dos meses para el cierre y más de 1 000 para el plan.

Las 718 que se mantenían en terminación tampoco movieron demasiado los números finales. En dos meses sumaron 114 y alcanzaron así las 560 del año.

¿Misión imposible?

Sólo con un dato, Ernesto Herrera Pérez, subdirector técnico de la Dirección Provincial de la Vivienda, puede ahorrarse cualquier valoración. Sobre todo porque es el dato con el que cerrara noviembre, cuando ya no había casi nada que pudiera revertirse.

“El cemento se ha comportado al 56 por ciento y es una cifra que fue mejorando con los meses”, aclara para dejar constancia de peores escenarios en los que el cemento no fue la excepción. “Hasta noviembre se había recibido el 33 por ciento del acero”, remata.

¿Ante esa realidad qué otros resultados se podrían esperar?, pregunta Invasor y no hay cabida para las suposiciones porque la escasez golpeó todos los flancos.

“Los herrajes de muebles sanitarios, por ejemplo, se comportaron al 39 por ciento. Cuando tenías una cosa te faltaba otra y en esas condiciones no podías entregar una vivienda”, sostiene el directivo, consciente de que muchos de los hogares que están en terminación (757) pueden impulsar el plan de 2022.

No obstante, los números no reflejan otras interioridades y el rejuego de palabras que emplea Herrera lo adelanta: “vivienda habitada no es vivienda habitable, y eso ha estado pasando con algunos subsidios. No aparecen en las estadísticas, pues no se han concluido, pero las personas lo viven, levantan una, dos habitaciones, se acomodan un poquito y, ante los tropiezos, dan por concluido su empeño. Muchas veces son adultos mayores que ya no tienen fuerzas ni posibilidades para seguir. Para colmo, todo se ha encarecido”, admite.

De los tres programas que contempló el Plan anual, el de subsidio o célula básica aparece con el mayor compromiso, 822 viviendas; mientras que lo ejecutado por la vía estatal se fijó en 675 y el esfuerzo propio se inscribió con 92 casas. Tal prioridad buscaba beneficiar a un sector vulnerable que, precisamente por eso, no ha podido aprovechar facilidades, que muchas veces terminan en dificultades.

 construcción

Por eso Herrera considera que esa política que hoy tiene un monto aprobado de 186 560.00 pesos para una célula básica de 25 metros cuadrados, podría beneficiar a más personas en menos tiempo si se aprobara un financiamiento mayor y se permitiera comprar viviendas que están en venta. “Sería hacer lo que ya se autorizó para las madres o tutores de tres o más hijos”, advierte el Subdirector.

El impacto de la medida fue innegable. Ciego de Ávila pasó de entregar 39 viviendas en 2020 a adquirir 85 en 2021. Similar viraje podrían experimentar las deudas del subsidio si se atemperara la política de subsidios. Sobre todo, porque construir en Cuba sigue siendo un camino escabroso donde cuesta hacer coincidir recursos, transporte, fuerza de trabajo, permisos, tiempo…

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Hasta para adaptar locales en nuevas viviendas las cifras se “traban”. Otro de los datos manejados por Herrera lo avizora. Si bien en 2020 se adaptaron 31 locales que equivalieron a 93 techos, en 2021 sólo se adaptaron ocho, que beneficiaron a nueve familias.

“El censo ha identificado 182 locales, de ahí pudieran salir 1 094 viviendas que iremos insertando en el plan de cada año, pero para este decidimos adelantar la secuencia constructiva de unas 133 que estaban previstas y no pudieron ejecutarse,” confiesa.

Mejor suerte, también por tratarse de menor complejidad, corrieron las 91 familias que tenían techo, pero no piso. Erradicar 91 pisos de tierra fue un propósito que se cumplió al 100 por ciento. Del mismo modo, se avanzó en la rehabilitación. 745 acciones que permitieron “aguantar” el deterioro de un fondo habitacional que en 2019 tenía en regular o mal estado al 31 por ciento de sus hogares.

Cuatro lotes de portales fueron testigos en la ciudad cabecera de una rehabilitación que camufló columnas de metal y mejoró, de paso, la imagen del centro histórico.

Sin embargo, el peso pesado de lo que debía hacerse en 2021 quedó pendiente, aun cuando la conservación—a menudo subestimada y, por ende, devenida problema mayor— haya tenido mejores indicadores.

Ni con el “extra” de las industrias locales pudo empinarse el plan, porque el cemento no se sustituye con piedra triturada. Ismel Gómez Colina, director de la Empresa Productora de Materiales de la Construcción (PROMAC), se lamentaba antes de concluir el primer semestre. Entonces operaba con el 42 por ciento del cemento que necesitaba y, en consecuencia, los bloques, techos, elementos de piso… todas sus producciones se quedaban por debajo.

A la escasez de recursos, en paralelo, se sumó la pandemia, que vendría a darle el puntillazo final a un año en el que se trabajó durante varios meses con menos de la mitad del combustible. “Eso paralizaba la secuencia de obras al no poder trasladar a los constructores, a Punta Alegre, por ejemplo”, resalta Herrera, para volver sobre una de las llagas del territorio, a sabiendas de que no porque duela mucho, hubiese podido “curarse” a fuerza de empeño o de planes.

La crisis no fue provincial ni su gestión dependió de las autoridades locales. Si alguna duda quedaba se despejó en agosto, cuando el ministro de la Construcción, René Mesa Villafaña, informó sobre el cierre del semestre y dijo que en el país sólo se habían construido 9 323 viviendas. El plan se quedaba, apenas, al 21 por ciento de lo previsto hasta esa fecha. Dentro del total ejecutado, los subsidios, con el 11 por ciento (1 304 células básicas), mostraban el peor panorama.

Aunque el cierre de año moverá dichos números a escala nacional, al menos en Ciego de Ávila las 560 casas levantadas (280 por vía estatal, 119 por la del subsidio y 161 por esfuerzo propio) dejan los planes “por el piso”. Acostumbrados estábamos a hacer el doble…y más.


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