El ingenio del ingeniero y otras redundancias necesarias

Hace unos días un post en redes sociales le dio fama de médico chino de la automática, y Alberto Gómez Abreu lo único que hace es reír.

#HistoriaReal ???????????? Habían dicho que la lavadora no tenía arreglo y estaba a punto de ser dada de baja, sin que su...

Posted by Periódico Invasor on Thursday, January 9, 2020

Muchas opiniones generó el hecho de que un trabajador no estatal pusiera otra vez en funcionamiento una lavadora industrial del Hospital General Docente Roberto Rodríguez, en Morón, cuando estaba a punto de ser desechada. Sin embargo, para él es tan sencillo como que la lavandería de un hospital es crucial para mantener los servicios en funcionamiento, gracias a la esterilización de sábanas, lencería y uniformes, así que era necesario ponerle la cabeza. Nada de “médico chino”; “No, señor”.

Él es todavía “un guajiro de El Chillante” que llegó al Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas con la responsabilidad en los hombros de convertirse en el primer universitario de la familia, allá por los años ochenta. Pero en vez de médico, como esperaban mamá y papá, en el aula especializada en electrónica empezó un camino que lo llevó a recibir una propuesta del Ministerio de Salud Pública para encargarse de la reparación de las lavanderías de todos los hospitales desde Sancti Spíritus hasta Guantánamo.

En el medio, hay algunas paradas que él accede a rememorar.

—¿Cómo fue la decisión de ser Ingeniero en Control Automático para el muchacho de El Chillante?

—Yo sabía conscientemente que quería Control Automático. Ahí empezó el problema: porque en la boleta se podían pedir 11 carreras y yo pedí una sola. Me dijeron que debía llenar la boleta, y entonces escribí 11 veces Control Automático. Finalmente dejé una sola opción. Me pasé todas las vacaciones estudiando para las pruebas de ingreso, y, a pesar de que había competencia, logré alcanzar una de las cuatro plazas otorgadas a Ciego de Ávila.

“La carrera me dio una formación bastante integral. Porque la visión de sistemas, de procesos complejos, te ayuda también en la vida, y como especialidad es una ingeniería difícil, aunque muy completa.

“Pero creo que un momento decisivo en la universidad fue una tarde, cuando encontré en la facultad de Ciencias Sociales, un ‘motivito’ que resultó ser un espacio cultural donde se declamaba poesía y se tomaba té. Aquello me impresionó muchísimo, y gracias a eso creé una relación con las Humanidades que completó la formación pragmática que recibía como ingeniero, y me ayudó a descubrir un Quijote en mi vida también.”

La graduación, en 1994, sorprendió a un muchacho que ya conocía el trabajo en las industrias, incluidos los centrales azucareros y la producción de medicamentos. Vinculado con éxito a la investigación, ese muchacho se quería comer el mundo.

Él se ríe, sin rastros de decepción alguna, cuando explica que su primer trabajo como Ingeniero fue “pegando chancletas plásticas”, porque la dura situación del país dejó sin ubicación laboral a muchos recién graduados de las especialidades de la rama técnica.

Trabajando con ímpetu, en vacaciones una vez más, logró entrar a la Empresa de Servicios Informáticos de Ciego de Ávila. A esa etapa le debe dos premios nacionales de las Brigadas Técnicas Juveniles, por la creación de un sistema de control de elevadores, y la reparación de la Fábrica de Conservas de Florencia, polo productivo que daba empleo a gran parte de la población de ese municipio.

El resto del currículum lo completan la gerencia de DITA, la fundación del canal de televisión en Morón y de la Sede Universitaria municipal, el trabajo como investigador adjunto en el centro Bioplantas, de la Universidad de Ciego de Ávila Máximo Gómez Báez, y la docencia en dos maestrías de la misma casa de altos estudios.

Desde 2012, mientras enseña a los estudiantes de los posgrados de Informática Aplicada y Eficiencia Energética, ejerce su licencia como reparador de equipos eléctricos y electrónicos, para el sector estatal, cosechando éxitos en silencio.

De allí se deriva que más de una vez impulsara la producción de la Fábrica de Calderas y Calentadores Solares Rensol, con la puesta en marcha de su maquinaria, y que hiciera otro tanto con los sistemas de control de las escaleras eléctricas en el Aeropuerto Internacional Jardines del Rey.

Con el hospital moronense la historia es un poco más lenta, porque durante la visita gubernamental en 2019, Jorge Omar Pordieguez Rodríguez, Director Nacional de Inversiones del MINSAP, autorizó el contrato de los servicios que él había ofrecido a la institución, sin éxito, por más de seis años. Es por eso que una instalación que procesa diariamente casi 500 kilogramos de ropa, y respalda la atención médica del norte de la provincia, lleva hoy el sello del ingenio de Alberto Gómez Abreu.

• Así informó Invasor sobre la visita gubernamental.

—El empleo de la automática, en un país con tanta maquinaria obsoleta que aspira a renovarse, pudiera parecer un sueño, pero ¿cómo pudiera potenciarse?

—He trabajado mucho en hacer cosas de alto nivel científico para que sean utilizadas en lugares que hacen mucha falta, y he tenido tanto experiencias buenas como malas. La automatización puede no solo resolver problemas, sino también optimizar procesos.

“Hay que cambiar mucho la mentalidad para aprovechar el talento que tenemos en cada lugar. Pareciera obvio, aunque llevamos muchos años repitiéndolo. Mucha gente está haciendo buenos proyectos desde hace tiempo, con deseos de emprender en beneficio de la sociedad. Sin embargo, cuando no logramos vencer el bloqueo interno, que se suma al externo, no se aprovechan. Si no se le da oportunidad a esas ideas, lamentablemente, la que pierde es Cuba.”

A todo trance ingeniero, como quiso en su adolescencia, demuestra ser Alberto, a juzgar por lo mucho que le entusiasma su trabajo. No duda en sumar beneficios para la economía nacional cuando piensa en el control automático para la agricultura de precisión, la sustitución de importaciones, o el mantenimiento de equipos y sistemas sin necesidad de recurrir a empresas internacionales.

Él no se creerá gurú de las tecnologías, once veces ingeniero, ni Quijote que en vez de enfrentar molinos los intenta controlar, pero ha logrado abrirse camino por varios años metiéndole cabeza a lo que “no arregla ni el médico chino”, como decimos los cubanos.


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