Transformar nuestra comunidad, el municipio, la provincia y el país, es tarea colectiva. La participación del pueblo es fundamental
En muchos lugares, hoy, se ha perdido el detalle para dar paso a la chapucería y la mediocridad. Nada que ver con problemas objetivos y sí con los subjetivos, esos cuya solución depende del hombre.
Me pregunto si el estado de nuestras calles tiene que seguir perdurando en el tiempo. Y no me refiero a la pavimentación y el arreglo de nuestros ya longevos baches, los cuales requieren de recursos y equipamientos que, muchas veces (la mayoría), no tenemos, tanto por la situación económica del país como por el muy agresivo bloqueo económico, financiero y comercial del gobierno norteamericano, que nos impide comprar lo que necesitamos fuera de nuestras fronteras.
No, me refiero a la imagen que muestran: al enyerbamiento, a la basura, al estiércol, en fin…; y también a las insuficientes acciones que realizan los que tienen la misión de limpiar, chapear y mantener estas áreas.
Les hablo de drenajes, desagües o contenes por donde no corre el agua porque no puede, porque la yerba se ha hecho dueña de esos espacios y no permite su circulación, lo que obliga a que el líquido fluya sin freno por las calles, y abra huecos donde el pavimento es poco firme o no hay ninguno.
• En 2022 nos hacíamos esta pregunta ¿Puede ser Ciego de Ávila una ciudad más limpia?
A eso súmele el tiempo que llevan estancadas en períodos de lluvia, que favorece la proliferación del mosquito Aedes aegypti, tan dañino para la salud humana; y la acumulación de desechos y basuras, generadas por nosotros, tiradas indiscriminadamente y que abundan por muchas de las vías.
El llamado es a sensibilizar a quienes corresponde, pero poco han hecho ante esta situación, y en reiteradas ocasiones se justifican con respuestas que no convencen; y, sobre todo, a los que no sienten el más mínimo sentido de pertenencia y, sin escrúpulos, arrojan desperdicios por doquier.
Actitudes contraproducentes que empañan lo que se viene realizando en la provincia y el sacrificio de los que, en varios centros laborales, se empeñan en hacerlos más acogedores.
Resulta imprescindible que la población sea más consciente de los problemas que causa cuando bota los desperdicios, a menudo, excesivamente sólidos, como escombros; las hierbas; las ramas de los árboles que podan; y hasta los excrementos de animales, en los contenedores de basura, o en los supiaderos, construidos con el fin de retener las indisciplinas que atentan también contra la salud de los circundantes, de los que tienen la misión de recoger tamañas pilas de inmundicias; o de los que, buscando algo que les “sirva” para “resolver”, desperdigan envolturas y basura a lo largo de varios metros a la redonda.
Mientras estas chapucerías suceden cerca de nuestras casas, en varias comunidades, a lo largo del territorio avileño, se hacen cosas maravillosas que son acogidas por el pueblo con beneplácito. Estas son las buenas acciones que debemos seguir multiplicando.
La provincia va cambiando, se respiran otros aires. Se transforman comunidades, nuevas y recuperadas obras la embellecen. Esfuerzo que se realiza, con frecuencia, sin tener todos los recursos, pero con el empuje que nos caracteriza cuando de emprender diferentes tareas se trata. Es eso lo que queremos y deseamos.
Transformar nuestra comunidad, el municipio, la provincia y el país, es tarea colectiva. La participación del pueblo es fundamental. Una vez que se logra, nos corresponde a todos, por igual, cuidar y mantener lo logrado. La tarea es compleja, pero se trata de voluntad, exigencia y control. Ustedes me dirán… yo creo que es posible.