Ópticas miopes

opticas1Josefa Valdés Unos espejuelos cuestan los miles de pesos que quieran pedir por ellos. El precio lo definen propiamente el riesgo de asumir una actividad informal, la prueba a fuerza de cuánto es capaz de pagar el necesitado y, sobre todo, la escasez. La disfuncionalidad en tal sentido de la Empresa de Farmacias y Ópticas de Ciego de Ávila genera esos tejemanejes izquierdosos, con los cuales conviene hacerse el de la “pupila obesa” hasta que en un futuro aún imperceptible los centros del Estado vuelvan a recobrar la vitalidad que jamás debieron perder.

A la vista de quienes dependen de esos cristales ante sus ojos, los “salvadores” son los que obtienen la materia prima y ensamblan espejuelos con las graduaciones solicitadas. ¿Resuelven un problema? Sí, pero aprovechándose del déficit, sin ofrecer a los clientes, en ocasiones, cualquier tipo de garantía.

Así, seguirá viéndose afectada la salud de quienes no puedan pagar el alto valor impuesto por los tiempos actuales. En la provincia, como todo el país, esta “ceguera” sale bastante cara, entre tanto, para una población envejecida y, por ende, propensa a la pérdida de visión y a la falta de “efectivo”.

“No, no y no. Estamos en cero total. Esperamos soluciones de la nacional”. Así responde la directora general de la Empresa de Farmacias y Ópticas en Ciego de Ávila, Dulce María Fernández Martínez, cuando le preguntan sobre cuáles son las perspectivas inmediatas y las prestaciones actuales de los 10 centros ópticos, repartidos por los municipios del territorio.

Hace cuatro años, en pleno enfrentamiento a la pandemia de coronavirus, Fernández Martínez informó a este medio de prensa que la decena de ópticas presentaba un déficit de recursos y, por consiguiente, menguaba el cumplimiento de su encargo social. En la cabecera provincial se mantenía la venta de estuches, la reparación y entrega de espejuelos terminados.

Luego de esa etapa la situación ha empeorado a partir de la falta de materias primas y financiamiento. Es nula la comercialización de productos como los antes mencionados. De sus servicios queda vigente el de la reparación, también maltrecho por la crisis. O sea, los operarios arreglan espejuelos con las partes y piezas traídas por el cliente.

Sin trabajo, la estampida del personal no tardó mucho. Algunos permanecen en tales centros laborales con nuevos roles asignados. Para que económicamente las ópticas se sostengan, sus locales son utilizados como tiendas de productos de aseo y limpieza, por ejemplo.

De estar siempre poblado de clientes y ser referencia para quienes requirieran unos espejuelos, el Centro Óptico de Ciego de Ávila, con una privilegiada posición en la ciudad, se convirtió en enorme espacio en desuso de sus capacidades.

¿Por qué jamás fue arrendada a quien hiciera valer su objeto y diera uso a un equipamiento que pudiera terminar en la obsolescencia definitiva? ¿Qué impidió aquí lo que en otras provincias resultó un hecho? ¿A las ópticas avileñas les habrá sido imposible un cambio de enfoque?

De acuerdo con el reportaje El empedrado camino de las ópticas en Matanzas, publicado en marzo por el periódico Girón, la mediana empresa SuperVisión se consolidaba como un ejemplo de que en las actuales circunstancias pueden erigirse nuevas formas de gestión no estatal con sus correspondientes deberes, legitimación y reconocimiento social.

Si bien sus productos también resultaban inalcanzables para los “bolsillos” de muchos, es cuestionable la decisión de que los servicios de ópticas dejaran de ser autorizados para las micro, pequeñas y medianas empresas privadas y trabajadores por cuenta propia, según el Decreto 107/2024, publicado el 19 de agosto anterior en la edición Ordinaria 78 de la Gaceta Oficial.

En un contexto tan difícil para los centros estatales, de la constante búsqueda de alternativas como la alianza entre la empresa estatal con nuevas formas de gestión quizás pudo partir la solución.

En el propio texto del periódico Girón, el director de Ópticas y Farmacias provincial, doctor Pedro Tanquero Riaño, planteó la posibilidad de encadenamiento con un proyecto de desarrollo local. “A través de esta iniciativa, se conseguirían las materias primas y las piezas de repuesto (…). Los precios serán superiores al estándar que hoy tiene el sistema, pero nunca estarán en relación con los de las mipymes o trabajadores por cuenta propia”, dijo.

De todas formas, a la Empresa de Farmacias y Ópticas le hubiera correspondido siempre mantenerse a la vanguardia, aunque las Ópticas Miramar (ubicada en Morón) y los nuevos actores económicos hubieran brindado alguna vez el máximo de su potencial y rebajado el costo de sus artículos. La certeza de ayer y siempre es que la entidad estatal del territorio ha de responsabilizarse con que los avileños tengan servicios de calidad y los mejores precios posibles.


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