Apura “clonar” su fibra sensible y recia en muchos escenarios
Fue en una mañana de abril. Con voz queda, como en un susurro, “voló” de una historia a otra, de “cuando salimos de delegada allá por los años 80…” y luego de trabajadora social. Rememoró anécdotas sobre el amor y la voluntad con que se precisa hacer las cosas, sobre el trabajo a cualquier hora en tiempos en que no se daba un respiro, “sin teléfono, con aquel fogón de petróleo, la niña llorando…” porque “lo que pasa es que todo no depende del bloqueo”, y solo gente como ella sabe encarar a burócratas, indecisos, alcohólicos y hasta migraciones. Yo creía que no hacía falta más para conocerla de cuerpo entero.
Comprobé mi error días después, en el lugar donde nació, creció, amó y ama como quien tiene de sobra para dar y recibir. Aunque ande escasa de horas y minutos, saluda, pregunta, comprueba, discute, se disculpa. Pone a correr a un director de empresa, compromete a otro y a la mayoría donde sea necesario.
Importa poco que el implacable decurso de la existencia intente doblegarla, sigue sorteando baches y cañadas con el acierto de quien sabe de memoria cada pedacito y se las ingenia para dirigir y orientar con la frase amable y la voz queda. Mirtha Doyley Jhonson, la presidenta del Consejo Popular Alfredo Gutiérrez Lugones, es así: manda porque le toca. Y manda bien en esta porción del municipio de Ciego de Ávila.
De los frutos de su autoridad hablan los resultados; eso sí, a 1000 años luz de lo que quisiera, y sin que falten historias de la muchacha que se descarrió o del que se fue a deshora del mundo de los vivos.
Lo cuento ahora porque bien sé, y lo reitero en Invasor, que Lugones no es la panacea ni el paraíso, y sobre todo, porque Mirtha no posee el don de la ubicuidad, pero sí apura “clonar” su fibra sensible y recia en muchos escenarios.
En este sentido, me resulta llamativo que, para fortalecer la vinculación con la base, las principales autoridades gubernamentales de la provincia orienten y exijan —como pude apreciar en el pasado Consejo Provincial— el logro de un trabajo coordinado entre las Asambleas Municipales y sus respectivos Consejos de la Administración en función de soluciones o alternativas que respondan a las necesidades del pueblo, y que demanden un apoyo más efectivo a los delegados del Poder Popular (obviamente, el que ahora reciben cojea por insuficiente).
Vale recordar que el Consejo Provincial, una estructura aún poco conocida, lo preside el gobernador y lo integran el vicegobernador, los presidentes y vicepresidentes de las asambleas locales del Poder Popular correspondientes y los intendentes municipales.
A tenor de cuanto significa llegar adonde más falta hace, el mencionado órgano también se propone “afianzar la labor administrativa en la atención a las circunscripciones y comunidades en situaciones de vulnerabilidad, particularizando en las problemáticas identificadas, elevar el control popular a las instituciones y organismos que prestan servicios a la población y fortalecer el papel del Consejo Popular”.
Ante la letra de estas orientaciones, las interpreto como objetivos que deberán concretarse en el cómo, quiero decir, en acciones diferenciadas en dependencia de peculiaridades y necesidades, y también atendiendo a las características de los líderes de base. No en todas partes viven y trabajan presidentes de Consejo y delegados como Mirtha Doyley, pero sí corresponde a las respectivas instancias de gobierno buscar las maneras de que en cada lugar se dé seguimiento, control y respaldo a la implementación de las políticas públicas, algo en lo que resta muchísimo camino por recorrer en demarcaciones de la geografía avileña.