Vacunación y desorden no debieran escribirse, siquiera, en la misma línea. Ninguna oración que combine estas dos palabras será para bien. Pero contra la lógica de un proceso que abogaba por la puntualidad y el aseguramiento logístico en primer lugar, con el inicio de la inmunización a pacientes convalecientes y pediátricos, y la recuperación de esquemas, han comenzado a conjugarse, aquí y ahora.
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Hay muestras de cuanto de bueno se ha hecho en los barrios para transformar un punto vacunal en un sitio con los requerimientos constructivos y técnicos necesarios, y del esfuerzo del personal de salud; pero también una cadena de incongruencias que ha crecido como bola de nieve en la misma medida en que la enfermedad, los temores y el control cedieron.
Diría que lo primero que ha fallado es el flujo de información oportuna hasta el Consultorio del Médico y la Enfermera de la Familia, y de ahí a la comunidad. Por eso, ha tocado enterarse de días, horas y puntos vacunales de boca en boca, cuando menos, bien entrada la noche del día antes, porque ni el propio médico del consultorio o los factores de la comunidad han tenido las respuestas.
Además de los profesionales de la salud, que apenas alcanzaban a tomar los datos y responder dudas, debió pensarse en otras personas para ordenar y explicar cuándo se podía, por ejemplo, recuperar un esquema o era necesario volver a empezarlo. Quizás así nadie hubiese pensado que le habían negado Soberana Plus por no tener un PCR confirmado, cuando en realidad se estaban desterrando las dudas y elevando aún más la inmunidad con tres dosis de Abdala.
En algunos lugares han faltado equipos para tomar la tensión arterial, control para revisar el carné de vacunación a quienes sí lo llevaban, y comprobar la existencia o no de un resultado PCR antes de recibir el pinchazo.
Vuelvo a la carga, 9:45 am, punto de vacunación para Abdala y soberana plus en el municipio Ciego de Ávila, aún no...
Posted by Martha Iris Donis Rodríguez on Saturday, November 6, 2021
Como parte de la cadena de acciones inviolables se habló de no romper la cadena de frío del inmunógeno, de no abrir un bulbo de Abdala si no había 10 personas para agotar el contenido, y de garantizar la logística necesaria con tal de lograr seguridad y puntualidad. En la práctica las vacunas han llegado tarde, a veces pasadas las 11: 00 de la mañana, cuando ya la cola está irascible, lo mismo en motorinas que en carros particulares porque el transporte previsto no llegó en tiempo y forma.
Las observaciones de Invasor sobre el terreno, en estas semanas, confirman que ocho niños volvieron a casa sin su última dosis en el brazo al no poder abrirse un frasco, mientras más adelante se hacía sólo para dos. Ha faltado, también, calibrar con sensibilidad cada situación.
La disponibilidad de vacunas ha fluctuado y, si bien pueden existir mil razones lógicas para explicarlo, lo ilógico es que cada mañana el equipo médico desconozca qué va a recibir, obligando a hacer la cola a “justos por pecadores”.
Incluso cuando se escribían estas líneas, en el consejo popular Indalecio Montejo, el pasado 15 de noviembre, hacían caminar a quienes iban a recibir su tercera dosis, niños incluidos, desde la escuela Águedo Morales hasta la zona de Gran Panel y, luego, hasta un taller de Cubiza. La solución fue esperar hasta las 2:00 de la tarde porque no existían las condiciones.
Al día siguiente se repetiría la historia. Y los pacientes tendrían que trasladarse desde el citado centro estudiantil hasta Gran Panel, si la vacuna era para los niños; y hasta el motel Resplandor (frente a la terminal de Ómnibus, media ciudad de por medio) si la recibirían los adultos.
Lo cierto es que la vacunación ha sido alegría inmensa y esfuerzo desde diversos ámbitos; sin embargo, por momentos se ha olvidado el orden y la disciplina que deben acompañar este proceso, que no puede depender de voluntarismos, sino de coordinaciones precisas y de la participación integrada de todos los factores de la comunidad.
Luego de la arrancada perdimos el buen paso en esta carrera de fondo, donde ha quedado claro que lo que vale es la resistencia y no la velocidad. Pero, ojo, todo indica que aplicaremos dosis de refuerzo por un buen tiempo.
Para que sea Cuba, tiene que haber desorden porque ese es uno de nuestros atributos cardinales.
No importa de qué se hable, pero lo que sí tiene que estar presente es el desorden.