Quienes asumen hoy una paternidad responsable se enfrentan a una sociedad que todavía los ve como “padres de otro mundo”
¡¿Y tú vienes solo?! La expresión, con más de asombro que de interrogante, cayó como cubo de agua fría sobre el papá de Aaron en aquel consultorio. Era la primera consulta para revisar que todo marchaba bien con su pequeño y, como si no fuera suficiente con los nervios, también debió cargar con las miradas inquisidoras de quienes se preguntaban dónde estaba la madre, mientras se las apañaba con el recién nacido. El plan siempre fue compartir este momento juntos, pero nadie contó con un posparto complicado y ahí estaba él, estrenándose por todo lo alto como padre.
La historia, no por penosa, deja de ser común. Si no pensemos en las tantas veces que hemos sido testigos o protagonistas de esas escenas en las que a los padres les toca el papel secundario, o nos hemos convertido en cómplices del asombro que los convierten en “bichos raros”, por solo hacer bien lo que les corresponde.
Ojalá hubiésemos podido contarla de otra manera, sin embargo, no es nada fácil luchar contra esas percepciones en una sociedad patriarcal como la nuestra que, por años, ha recargado la responsabilidad de la crianza y cuidado de los hijos en las madres, cuando es asunto de dos. De ahí que, uno de los costos que hemos heredado directamente del machismo, ha sido la manera en que la mayoría de los hombres asumen la paternidad desde un modelo de masculinidad hegemónica.
Como reconoció a Cubadebate Jesús Muñoz, periodista e integrante de la Red Iberoamericana de Masculinidades (RIAM), “muchos hombres viven aún este proceso muy anclados a la masculinidad hegemónica: aprenden que deben ser serios, reservados, poco comunicativos, menos dados al contacto físico y a mostrar júbilo, emociones espontáneas y afectos”.
En consecuencia, nos hemos acostumbrado a reconocer, exclusivamente, en la figura paterna al responsable del sustento económico del hogar y de imponer disciplina y respeto a los más pequeños. Pero, ¿acaso con eso basta para ser un buen padre?
En 2014, la encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados, MICS Cuba, aplicada por la Dirección de Registros Médicos y Estadísticas de Salud del Ministerio de Salud Pública (Minsap), con el apoyo del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), alertaba sobre el escaso acompañamiento en el momento de la crianza, al mostrar que solo el 18 por ciento de los padres de niñas y niños entre 36 y 59 meses participaban en el cuidado y la educación de estos, promoviendo el apego, la nutrición, ambientes sanos, incluso antes del nacimiento.
Otra debería ser la realidad en un país como el nuestro que, según destaca la Unicef, se encuentra entre las 15 naciones que cuentan con una ley que garantiza 12 meses de licencia paterna retribuida después del nacimiento del bebé, considerada por esta organización como una de las tres políticas y programas sociales básicos para apoyar a los padres a proveer a los niños y niñas con el mejor comienzo en la vida.
No obstante, los números de las solicitudes, entre 2006 y 2014, fueron más que discretos, pues, según explicó María Machicado Terán, representante de Unicef en Cuba, durante ese período, apenas 125 hombres en el país se acogieron al Decreto-Ley 234 para disfrutar de la licencia paterna retribuida y, lamentablemente, en la mayoría de los casos, se debió a la ausencia de la madre. Unas 47 000 mujeres y apenas cinco hombres recibieron prestaciones por maternidad/paternidad durante los primeros 11 meses de 2021, según datos oficiales. Esa es una proporción que puede haberse repetido en 2022.
Buena Fe sobre la Licencia de paternidadCuando un padre está presente desde el principio de la vida de sus hijos, aumentan las probabilidades de que permanezca involucrado para toda la vida. Buena Fe sobre la importancia del disfrute de la licencia de paternidad, porque la #LaPrimeraInfanciaImporta. #PadreDesdeElPrincipio Cenesex, Centro de Referencia Latinoamericano para la Educación Especial (CELAEE), Sistema de Naciones Unidas en Cuba, Somos MÁS.
Posted by UNICEF Cuba on Wednesday, June 13, 2018
Las cifras confirman lo que el día a día sigue sacándonos en cara: urge derrumbar estereotipos y mitos, para impulsar un cambio en la manera en que se entiende y asume la paternidad. Por ese motivo, toman mayor valor iniciativas como la campaña Padre desde el principio, coordinada por el Ministerio de Educación y la Unicef en Cuba, en alianza con el Minsap, y las jornadas Maternidad y Paternidad: iguales en derechos y responsabilidades, que buscan estimular la transformación y sensibilizar sobre la urgencia de una cultura de corresponsabilidad en el cuidado y educación de los hijos.
El beneficio más que en presente habrá que valorarlo en futuro si, como apunta Lisy Alina Jorge Méndez, profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, “un niño que tiene la presencia activa del padre en su vida tendrá mayor autoestima, capacidad de adaptarse al medio, de socializar y mejor salud emocional y física. Además, esta intervención activa en su crianza es un mecanismo preventivo de la violencia”.
Que tengamos padres decididos a involucrase directamente en la crianza y educación de los hijos, y asumir las corresponsabilidades que ello implica, es la mejor de las esperanzas para saber que todavía podemos aspirar a esa sociedad donde maternidad y paternidad tengan la misma jerarquía. Y aunque el camino se antoja difícil, ¿qué tal si empezamos por normalizar que así sea?