Cuando el modelo de previsión de la Organización Internacional del Trabajo anunció que con la crisis sanitaria el número de horas de trabajo se reduciría en cerca de un 4,5 por ciento, lo cual se traduce en la pérdida de 130 millones de empleos a tiempo completo y una drástica disminución de la actividad económica, todavía los guarismos no eran del todo precisos por lo difícil de cuantificar esa economía informal que se escurre entre quienes laboran a tiempo parcial, en condiciones de explotación o ilegales en su condición de inmigrantes.
A estas alturas las cifras tampoco son halagüeñas y la premisa de proteger no solo empleos, sino a los trabajadores ha sido una certeza política que cada país debió resignificar. En Cuba se materializó, fundamentalmente, a partir de la compensación económica a las madres, los trabajadores vulnerables y los mayores en riesgo, quienes han permanecido en casa bajo el amparo del 100 por ciento del salario durante en el primer mes y el 60 hasta el fin de la crisis epidemiológica.
Pero tan importante como la debida garantía económica y la eliminación de cualquier brecha, será en lo adelante velar porque la reubicación no sea solo una condición a merced del gusto individual y sí de la necesidad de producir bienes y servicios.
Digamos que en Ciego de Ávila los 1700 empleos disponibles en la agricultura son pocos si los comparamos con las 7707 personas provenientes de sectores como cultura, turismo, y deporte, que permanecen a la espera de una alternativa laboral y cuya fuerza pudiera ser decisiva en la construcción de una vivienda, distribuyendo alimentos, en los servicios de mensajería o, como ya se ha dicho, a pie de surco.
Que un entrenador deportivo termine llevando comida a ancianos vulnerables o que la especialista en relaciones públicas del hotel Gran Muthu Imperial asuma el pantry del Hospital Provincial Roberto Rodríguez no es un azar, sino parte de las historias que se entretejen en una cotidianidad que desde hace rato es excepcional.
Por eso, Marta Isabel Domínguez Allen, subdirectora provincial de Empleo, aclara que quienes no acepten las opciones brindadas no recibirán beneficio salarial alguno, para reconocer a su vez que ahora mismo no es solo cuestión de dinero, sino de ser tan útiles como la pandemia demande, lo cual se entiende también a través de indicadores como la productividad, la eficiencia, la racionalidad y el ahorro.
Mientras el Banco Mundial proyecta una caída del Producto Interno Bruto (PIB) de un 4,6 por ciento en América Latina y el Caribe y las economías del primer mundo se contraen, es fácil calcular que Cuba —que valoraba crecer entorno del uno por ciento en 2020—, sometida al bloqueo económico, comercial y financiero, dependiente de las importaciones y sin turismo que garantice la entrada de divisas, probablemente, enfrente números en negativo.
No se trata de ser alarmista, sino de mirar con luz larga el camino que está por venir porque cuando la pandemia termine tendremos delante otros obstáculos que esquivar y saltar. Como la recuperación económica también dependerá de las vidas salvadas, y en eso llevamos ventaja, los números que hoy están en juego tienen múltiples lecturas.
Que estrategia existe para las familias más humildes que ahora sus niños quedaron sin la merienda y el almuerzo escolar y los que no tienen TV para las teleclases que opciones alternativas tienen ?
Periodista como es el día a día en los barrios más humildes,dese una vuelta por allí cámara en manos y cuéntenos.
Existen ejemplos de colaboración entre cuenta propias y empresas estatales para dar soluciones conjuntamente a problemas creados por la pandemia ?
Ahh y usted está trabajando desde casa,le paga su centro laboral parte de la factura eléctrica ?
Brmh