“Está servida la comida”, proclama cuando se apresta a situar el último plato sobre la mesa, pero de inmediato recibe la retribución menos deseada: “Mamá, ¡otra vez sin arroz!” Una reacción lógica del adolescente, luego de su habitual práctica de bateo, corre y tira del fin de semana.
El Informe sobre las afectaciones que causa a Cuba el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos entre marzo de 2023 y febrero de 2024, consigna que el pasado año la producción nacional del cereal acusó un descenso del 81 por ciento con respecto a lo alcanzado en 2019.
Entretanto, males como “los incumplimientos en los planes de importación por falta de financiamiento para la ejecución de los pagos, insuficiente acceso a créditos, incremento en el valor de los productos y servicios, aumento en los fletes, así como retrasos en el arribo de mercancías”, complican aún más la adquisición del grano en otras partes del planeta.
A estas verdades esenciales, habría que agregarle las que en el ámbito provincial dificultan una mayor producción. Solo la población del municipio de Chambas demanda unas 1400 toneladas anuales, por la vía de la canasta familiar normada y el consumo social. Otros datos que, semanas atrás, consignó Juan Carlos Balmaseda Hernández, director de la Empresa Agroindustrial de Granos Máximo Gómez, refieren que en 2024 se han sembrado 3120 hectáreas (ha) en el territorio chambero, si bien los rendimientos aún son muy bajos, fluctúan entre 1,4 y 1,6 toneladas del grano por ha.
¿Quién y cómo puede hacerse realidad la siembra de 5000 ha, y, por consiguiente, incrementar las cosechas en 2025 allí? La respuesta debe concretarse mediante el fortalecimiento del programa de arroz popular, menos exigente en cuanto a demanda de insumos, maquinarias y combustible. Se trata de una modalidad retomada en los últimos años en Cuba, asentada en el laboreo manual en pequeños espacios, a cargo de agricultores individuales y con respaldo desde el sector empresarial: la capacitación y el pago debido y a tiempo a los productores, la introducción de variedades más resistentes al cambio climático, entre otras garantías.
Precisamente una empresa, la Municipal Agroindustrial Bolivia, demuestra la posibilidad de ponerle fin, de modo gradual, a la angustiosa espera que sufren los hogares avileños, cuando el arribo de las libras de arroz per cápita a la bodega se retrasa hasta más de 30 días, a la espera del suministro que “viene de afuera”.
La piedra de toque ha consistido en la creación de 35 colectivos laborales estatales, quienes, con el consiguiente apoyo de la entidad, obtienen dividendos de consideración.
Aunque en predios cunagüeros explotan apenas 2400 ha, porque el resto de las 4000 ha no cuentan con la disponibilidad de agua desde la presa camagüeyana El Provenir, quien lo visite se encuentra con realidades casi desconocidas en el resto de la geografía provincial. Me refiero a las ventas del alimento, ya cocinado, o del grano a los trabajadores de la entidad y a toda la población, a precios mucho más bajos que los reinantes en otros municipios.
Venta de arroz en Bolivia
Ahora mismo en el punto de venta al lado de la plaza nuestra UEB Industrial está ofertando arroz criollo y pienso...
Posted by Empresa Agroindustrial Bolivia on Thursday, November 7, 2024
Venta de arroz elaborado
Ahora mismo frente al consultorio 4 del micro se oferta por parte de nuestra Empresa Arroz blanco elaborado, la ración...
Posted by Empresa Agroindustrial Bolivia on Monday, November 4, 2024
Como justamente lo criticara el pasado día 1ro., Manuel Marrero Cruz, miembro del Buró Político del Partido y Primer Ministro de la República, las autoridades municipales del país se han demorado en definir las posibles producciones que permitirían sustituir o renunciar a alimentos asignados a la canasta familiar normada desde el nivel nacional y que implican, ya lo sabemos, considerables gastos para el país.
El arroz sembrado, cultivado y cosechado en Bolivia pudiera ser la entrega que, mediante la libreta de abastecimiento, inicie una nueva etapa en Ciego de Ávila, la de la distribución in situ de lo que seamos capaces de producir, a tono con el ideal de autonomía y soberanía alimentaria con asiento en los municipios.