Vasily MP La provincia de Ciego de Ávila, como resultado de los procesos culturales a partir de los antecedentes étnicos hispanos, africanos, entre otros, registra manifestaciones del proceso de transculturación en la Isla. Pero también ha logrado preservar, en sus exponentes, los valores más autóctonos, y mantenerlos vigentes, como manifestación de la identidad cultural avileña, hasta la actualidad.
Desde el pasado siglo, la evocación sobre los orígenes avileños, así como la conformación del territorio y sus transformaciones político-administrativas, ha sido interés de los amantes de la historia, quienes dejaron su legado. Muchos han sido también los promotores de la actividad cultural enfrascados en la localización e identificación de los valores culturales existentes en el territorio. Desde distintos desempeños, la investigación cultural posibilita la comprensión de la particularidad nuestra, pues contribuye al conocimiento de la historia y cultura locales. Los estudios realizados por Ángel Cabrera Sánchez, actual Historiador de la Ciudad de Ciego de Ávila, junto a José Gabriel Quintas, Manuel Toledo y otros, aportaron fechas, datos, escenas, episodios y acontecimientos.
Con la conformación del Atlas de la cultura avileña, e innumerables trabajos investigativos, el sector cultural progresó en organización institucional. Las actividades programadas y las diferentes dinámicas, encontraron referentes históricos para sus respectivas activaciones.
Diversas son las expresiones de la cultura avileña, pero, en el caso de las tradiciones culturales, las de carácter popular merecen especial atención. Como muestra, entidades asociadas a las culturas hispana y africana, respectivamente: los Bandos Rojo y Azul, y Osokpuan Irawo.
Los Bandos Rojo y Azul son la interpretación de la vida en el campo con sus rutinas y festejos; una tradición cultural heredada de generación en generación y, atendida, entre otros, por Gilfredo Boan Pina, poeta e investigador nacido en Majagua, cuya vida se ha desarrollado inmersa en la música campesina; desde 1984, se desempeña como un promotor natural y ente activo de estas celebraciones, contribuyendo a la preservación de la memoria de todos los elementos tradicionales de la cual es portadora, para prolongar su vigencia.
Esta fiesta popular identifica y une a la población de Majagua, que continúa celebrándola con entusiasmo y regocijo.
Por su parte, Osokpuan Irawo, exponente de colectivos danzarios y sus fundacionales jornadas de los años 80, tuvo sus orígenes en Dahomé, grupo folflórico de origen haitiano del movimiento de aficionados. Después, con la dirección de María Victoria Negret López, se analiza y recontextualiza la caracterización y alcance del repertorio danzario, con el objetivo de crear nuevos caminos, y esto da origen al grupo folclórico Raíces. Es decir, es exponente auténtico del movimiento de aficionados al arte en la categoría de grupo reproductor, el cual se inscribió dentro de las expresiones de la cultura popular, como respuesta necesaria a los contextos en los que se desenvuelve.
La rica diversidad cultural avileña se sustenta en esta vertiente, pues, a lo largo de su historia, son escasos los exponentes de las consideradas expresiones de las “bellas artes” o “cultura más elaborada”. Con la creación del conjunto folclórico provincial Osokpuan Irawo, el 3 de marzo de 2003, se garantizó el resguardo de las expresiones músico-danzarias de la cultura popular tradicional avileña, conjuntamente con otras expresiones de carácter nacional, para integrarlas a las exigencias del espectáculo artístico y a las leyes del teatro. Este conjunto folclórico asumió como línea de trabajo la investigación cultural de la región de La Trocha, trascendiendo más allá de lo conocido como “tradicional” para recolectar nuevas tendencias de creación popular en armonioso diálogo. Su rico y variado repertorio, junto a la disciplina y el rigor en el trabajo técnico-artístico, impulsaron a María Victoria Negret López a optar por la condición de ballet folclórico, obtenido en el año 2007, a solo cuatro años de emprender la altísima responsabilidad de crear, para Ciego de Ávila, un conjunto profesional de danza, primero en la historia de la cultura del territorio.
En Ciego de Ávila, sin dudas, hay espacios para la música, danza, e interpretación vocal. Las existentes agrupaciones de creación popular, integradas por individuos portadores de diversas expresiones tradicionales según sus ascendientes étnicos y que, históricamente, han llegado hasta esta región, fraguaron una rica y diversa cultura popular que se ha mantenido en el tiempo.
Otra manera de exhibir ese resultado artístico es la Banda Municipal, cuya práctica ha trascendido el tiempo, y cuyos antecedentes y formación la ameritan como la más vetusta institución musical que ha existido en la provincia.
Según el musicólogo Roberto Bullón Domínguez, el 1ro. de julio de 1914 se crea de manera oficial, por la Cámara del Ayuntamiento, la Banda Municipal de Ciego de Ávila, orgullo del pueblo avileño, cuyos antecedentes y formación la ameritan como la más añeja institución musical hoy existente en la provincia. La fundación oficial se debe a tres figuras imprescindibles de la música en el territorio, directores que estuvieron la mayor parte de su vida al frente de la institución, en tres etapas diferentes durante el siglo XX: Javier Vilardell Rodríguez (1879-1950), “Federiquito” Sariol Céspedes (1891-1975) y César Alberti Orozco (1923-2011).
La Banda Municipal representa una de las instituciones más relevantes de la vida política y social de la ciudadanía. El acto recreativo-cultural más importante que ofrecía esta agrupación, era la retreta, dos o tres veces durante la semana, desde la glorieta en el parque Martí. Las retretas han sido, sin duda, las ceremonias culturales más atrayentes y esperadas que, durante mucho tiempo, engalanaron las mañanas y noches dominicales. Esta institución cubría, además, las actividades correspondientes a ceremonias oficiales, tales como entierros, dianas, izado de bandera, misas de campaña, manifestaciones, funciones de beneficios en teatros y otras locaciones, veladas, paseos militares, festividades religiosas y peregrinaciones a obeliscos y otros sitios históricos.
Hoy, músicos egresados de las escuelas de arte garantizan la continuidad de la agrupación, la cual ha deleitado a la ciudadanía con su repertorio en las tradicionales retretas dominicales en el parque Martí de la Ciudad de los Portales. No obstante, últimamente la población extraña las presentaciones de la Banda Municipal, pues no se visibiliza como de costumbre en el entramado citadino.
También la tradición se expresa en publicaciones como la revista Videncia. Una mirada retrospectiva permite aseverar que Ciego de Ávila ganó una institución cultural dinamizadora de los valores auténticos de su localidad, pues demostró cómo puede desbordarse el texto escrito con la organización de disímiles actividades. Ha sido una publicación presidida por la diversidad y la confrontación, sin detrimento de lo provinciano, y que parece hacer justicia a aquellas palabras que inauguraron la revista y que proponían realizar una publicación avileña y a la vez nacional, en la que confluyera lo auténticamente cubano, y con lo que Ciego de Ávila se mostrara como parte integrante de esta cultura.
A decir de la investigadora Miriam Diéguez, Videncia es un logro de varias generaciones enfocadas en la atención a la localidad en diálogo con otros contextos culturales, y está reconocida nacional e internacionalmente como institución cultural generadora de sentidos. Posee, además, una edición electrónica que permite, en breve tiempo, recorrer inmensos espacios por el mundo y salvar las distancias geográficas y culturales con la mayor brevedad. No obstante, en los momentos actuales la revista se encuentra también en una pausa editorial prolongada.
Es esencial, en los tiempos que vivimos, un enfoque humanista de la cultura, ante los embates de banalización mediática, e intentos de homogenización. La globalización en sus variantes operativas posterga el ser y prioriza el tener; la nueva modalidad de colonización actúa a través de la imposición de Occidente. Por ello, se debe fomentar lo genuinamente avileño en el ámbito artístico cultural desde la resistencia.
Es urgente el crecimiento cultural de los gestores culturales para, con, y desde la cultura, como portadores de la misma, pues el portador de cultura no se deja colonizar. Esto aportaría, además, a intencionar en cada desempeño la reactivación del proceso ante la emergente descolonización cultural.