Al César, lo que es del César

En vísperas del décimo aniversario del fallecimiento del Maestro César Alberti Orozco, el próximo 28 de julio, Invasor pone en blanco y negro la vida y obra de uno de los músicos avileños más virtuosos y desempolva datos de validez histórica singular

Hablar de la historia de la música en Ciego de Ávila implica reconocer los aportes de varias personalidades imprescindibles, que en diferentes etapas de la cultura en nuestra ciudad dejaron profundas huellas en el desarrollo de esta manifestación artística.

Los primeros nombres que vienen a la mente son los de dos músicos que llegaron desde Puerto Príncipe a finales del siglo XIX y principios del XX: Javier Vilardell Rodríguez (1879-1950) y Federiquito Sariol Céspedes (1891-1975), quienes, a pesar de no ser hijos de este pueblo, tributaron una obra de mucha valía en el período fundacional en el terreno de la enseñanza artística e institucional desde la dirección de la Banda Municipal de Concierto.

A partir de los años 40 del pasado siglo surgen otras dos personalidades que rápidamente dejaron su impronta en el panorama musical avileño y nacional, ambos Hijos Ilustres de Ciego de Ávila. Nos referimos a la destacada pianista, crítica y pedagoga Ñola Sahíg Saínz (1925-1988), y al flautista, saxofonista y director de orquesta César Alberti Orozco (1923-2011), de quien próximamente se cumplirán 10 años de su fallecimiento. Entonces, no hay mejor titular que el propuesto ni otra intención que ensalzar la obra de esta figura.

El Maestro César, como todos cariñosamente lo conocíamos, nace en esta ciudad el 18 de noviembre de 1923 en el seno de una familia musical. Alrededor de 1940 realiza sus primeros estudios en esta manifestación artística y en 1942 ya reza como educando de la Banda Municipal, bajo la dirección del maestro Federiquito Sariol Céspedes, quien le dedicara a él y a Rafael Díaz, otro destacado músico, la polka Los querubines.

Dos años más tarde aparece tras el atril como flautista profesional de esta importante institución musical, que celebró 100 años de fundada el pasado 1ro. de julio de 2014, hasta que por necesidad comienza a tocar el saxofón tenor.

Desde ese momento alterna su actividad profesional desde el atril de la Banda y crea agrupaciones de música popular bailable con las que amenizaba actividades en clubes y sociedades, como ocurrió el 15 de mayo de 1944 en el conocido Club de Cazadores (hoy Círculo Social “Esteban López”) con una orquesta nombrada Alonso-Alberti.

El 28 de agosto de 1948 ofrece su primer bailable en la Sociedad Liceo de esta ciudad la orquesta Intermezzo, agrupación de formato de jazz band creada por César Alberti. El propio Maestro nos ofreció una relación de los músicos que la integraron desde su fundación hasta la década de 1950, de importante valor historiográfico para perpetuar el devenir de la orquesta.

Orquesta IntermezzoOrquesta Intermezzo

César Alberti Orozco se desempeñó como director y saxofonista; como pianistas Orestes Ponce y Ramiro Ferrer, El Múltiple; en el saxofón Froilán Álvarez, Lalo Sariol, Clemente Alonso, Ramón Soto, Jorge Hernández y Coral Romero; como trompetistas Agustín Carballoso, Eloy Corcho, Albio Castell, Lorenzo (no precisa su apellido), Manolo Rodríguez, Reinaldo Larrinaga y Antonio Rodríguez; y como bajistas Evaristo Landa y Silvino La Rosa (este último también fue trombonista).

La percusión reunió en la batería a José Antonio Rodríguez y Lalo Sariol; en la tumbadora Angelín Juara, Osvaldo Castillo y Waldo Gómez; en el bongó Cirilo Crespo; y como cantantes y encargados de la percusión menor Angelín Juara, Gaspar Arredondo, José Antonio Pino, Onelio Pérez, Tony de Oro, Luis Lafalce, Arsenio Valdés y Rafael Borroto. Dicha agrupación fue rescatada finalmente en la década de 1990 bajo su dirección.

En 1957 César se traslada a La Habana en busca de aires de renovación y de espacio para probar su talento. En la capital forma parte de las orquestas de show del Cabaret Palermo y del Hotel Capri, tuvo el honor de realizar grabaciones junto a la orquesta acompañante del Niño Rivera y de tocar con la famosa Riverside, bajo la dirección de Pedro Vila.

Con el triunfo revolucionario regresa a su tierra natal, donde toma la batuta de la Banda Municipal de Conciertos en una etapa de revitalización de la institución, la cual había decaído gradualmente después de la jubilación de Federiquito Sariol.

En 1960 ya quedaban muy pocos integrantes en la plantilla de la Banda, por lo que se dio a la tarea de incorporar músicos de su orquesta Intermezzo, e inmediatamente comienza a fortalecer la formación de alumnos, quienes, junto al atril de los profesores titulares, se iniciaban en el estudio de instrumentos deficitarios dentro del formato instrumental de la institución musical más longeva del territorio.

Luego ocupa el cargo de Presidente de la Comisión Artística y de Evaluación Profesional de los músicos del territorio y, en 1976, con la nueva División Político-Administrativa, Ciego de Ávila pasa a ser provincia y el movimiento de bandas cobra auge en el nivel nacional. El Maestro y su institución pasan a ser plantilla de la Dirección Municipal de Cultura.

En la década de 1980, etapa dorada de la cultura avileña, César Alberti, junto a su Banda Municipal, realiza un intenso trabajo y participa en las Jornadas de Conciertos, encuentros nacionales de bandas de conciertos, y homenajes a importantes músicos y compositores cubanos y extranjeros.

Durante esos luminosos años de la actividad cultural en el país, asistieron como invitados para dirigir la Banda junto a él directores de la talla de Norman Milanés Moreno, Rafael Ortega, Eduardo Ramos Saavedra, Jorge Luis Betancourt Caballero, y otros directores y músicos como el pianista y organista Alberto Joya.

Es a finales de los 80 cuando César se acoge a la jubilación artística, cerrando un incesante período de progreso de la Banda Municipal. Por eso es que en 1990 un discípulo suyo, el brillante músico, compositor y director Jesús Lacerda Adán, toma la batuta de la Banda y él se dedica al rescate de la orquesta Intermezzo, la cual se mantuvo activa bajo su dirección gracias a toda esa energía y vitalidad que lo caracterizó en sus 88 años de vida, que vieron su fin el 28 de julio de 2011.

No podemos dialogar sobre la música de concierto en la provincia sin mencionar sus importantes aportes en la promoción y organización de grandes jornadas y espectáculos, ferviente activista de los Círculos de Amigos de la Música creados en el país, en los que Ciego de Ávila ocupaba un lugar primordial al reconocerse entre las principales plazas provinciales.

Su colaboración en la investigación de la historia musical del territorio fue decisiva a la hora de armar viejos escritos patrimoniales y testimonios para la historiografía en mi Historia de la Música en Ciego de Ávila. Cronología comentada.

En la provincia fue galardonado como Hijo Ilustre, recibió el Escudo de la ciudad, las medallas Raúl Gómez García y Jesús Menéndez, la 40 Aniversario de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, la Medalla de la Alfabetización y de los Comités de Defensa de la Revolución, el premio Ñola Sahíg Saínz, y las distinciones Ornofay y Javier Vilardell. Además, fue reconocido como Miembro de Mérito de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y con la Distinción por la Cultura Nacional.

La valía de su obra debe recordarse, hoy y siempre, como la de un incansable promotor e impulsor del arte revolucionario y como un activista político siempre comprometido con nuestra causa. Un hombre de altísimos valores humanos y una figura imprescindible para la historia musical de este país.

Es por eso que convocamos a las instituciones culturales del territorio a pensar una jornada de actividades en el décimo aniversario de su fallecimiento para ofrecerle una vez más al César lo que es del César y para, de algún modo, hacerle honores a su legado y retribuir nuestra deuda cultural.