Especular sobre el rival de Ciego de Ávila, en los cuartos de final de la 61 Serie Nacional de Béisbol, es el motivo de conversación que ahora mismo aparece bien rankeado en el “hit parade” deportivo en predios avileños.
Pero lo cierto es que, sea cual fuese el oponente, algo sí está claro: en ningún caso los de Yorelvis Charles saldrán de favoritos. Aclaro, al menos para quien escribe estas líneas.
Y que conste: tal opinión no obedece para nada a la pésima recta final que tuvieron los tricampeones de Cuba en la etapa clasificatoria; pero ojo, cuando afirmo que no serán favoritos no los condeno a la derrota antes de salir al terreno.
No podría hacerlo con un equipo que lideró el promedio de bateo colectivo (311) y que, por mucho, fue el de más poder al bate, con sus 71 bambinazos. ¿Quién puede vaticinar que no vuelvan a producirse los jonrones de Alfredo Fadraga, Osvaldo Vázquez o Raúl González?
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A los análisis para los play off deben “entrárseles” de otra manera, o mejor, no entrarles, porque en una miniserie de siete choques los que han estado muy bien lo pueden hacer mal. Y viceversa.
No es conveniente, eso sí, que las expectativas de la afición avileña sean tan grandes, al punto que un descalabro en la postemporada, borre las gratas buenas que nos ha dejado el conjunto en la actual campaña. No olvidemos que casi siempre estuvo entre los punteros de la lid en la etapa clasificatoria y que, si bien fueron 35 “amarguras”, también nos regalaron 40 alegrías.
Puede ser que este, mi enfoque, esté dado por lo que escribí en los análisis previos a la competencia cuando afirmé que la escuadra, en cuanto al nivel de sus jugadores, estaba bien distante de aquellas que defendieron y aportaron glorias al territorio en la anterior década. Por cierto, es por eso que ahora debe dársele el valor que merece lo realizado hasta el momento por el equipo.
¿Y cuál sería el rival más asequible para los Tigres? Amigo lector, es falso que los elencos, por muy “humildes” y débiles que sean, asistan a los play off con el único propósito de desempeñar “un buen papel”.
A esa etapa del campeonato se va con un supremo objetivo: escalar al trono. Para lograrlo, claro está, habrá que vencer a tres rivales.
Si Ciego de Ávila aspira a su cuarta corona, psicológicamente debe preparase para derrotar, en este primer paso, a cualquiera de esos posibles oponentes. Su grito de “guerra” no puede ser otro: “Que salga el primero, que lo estoy esperando”.