Cuando resta menos de un mes para la inauguración de los XXIV Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe, Invasor prosigue su acercamiento a la presencia de atletas oriundos o vinculados con el territorio avileño que han competido en estos certámenes
Corría el último mes del año 1946 cuando la ciudad colombiana de Barranquilla acogía el quinto capítulo en la historia de los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe (JDCC).
Meses antes, el declive de la Liga Nacional Amateur de Cuba había provocado la inédita convocatoria a un torneo cuyo titular sería enviado a los Centrocaribes, promesa incumplida después. Escasísimas resultan las referencias a la serie triangular en la que contendieron un elenco en representación de Oriente, los preseleccionados de la Unión Atlética de Amateurs de Cuba (UAAC) y una selección mixta, en la que se integraron jugadores de los centrales camagüeyanos Violeta y Vertientes, campeón y subcampeón, respectivamente, de la Liga Interprovincial con sede en Placetas.
Precisa el periodista e investigador Oreidis Pimentel Pérez que “(…) aunque estos últimos vapulearon al resto y coparon todos los lideratos ofensivos y defensivos, no se cumplió el acuerdo de que el campeón sería el representante a los Centroamericanos, y el equipo se hizo a ultranza”.
• Invasor ya publicó
Severino Ortiz, El Músico, había hecho historia al mando de la novena violeteña que ese año se impuso por primera vez en la final de la Interprovincial —representativa de las provincias de Matanzas, Las Villas y Camagüey—, con actuaciones relevantes de Homero Ariosa, champion bate con 451 y máximo remolcador con 18 en 16 juegos; Vicente Martos Álvarez, Caballón; José Mínguez, Juan Caturla, Orestes Cepeda, Juan José Álvarez, Julio Delgado y Mario Nicaragua Chacón, quien sobre los montículos ganó ocho y no perdió para encabezar la faena de los lanzadores de la Liga.
Si bien los mejores exponentes del Violeta estuvieron en los planes (el veinteañero Caballón Álvarez, por ejemplo, “fue visto con buenos ojos por el Comité Olímpico Cubano, organización que lo inscribió como aspirante para representar a Cuba” en los Juegos), para sorpresa y disgusto de los que jugaban en el centro de la Isla, a la hora del cuajo solo Delgado y Chacón se incluyeron en la nómina, mientras por el Vertientes lo hacían Bernardo Cuervo Santiusti, Mario Pérez Cuesta y Generoso Curricán Stable.
Buena parte de los preseleccionados que provenían de clubes de la UAAC integraron el conjunto. Eran los consagrados y más conocidos en el país, peloteros, además, de piel blanca, en tiempos en que ser negro o mestizo representaba un valladar poco menos que infranqueable para jugar con las novenas de la UAAC.
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En cuanto a Cuervo, pudiera considerarse avileño en alguna medida. Según precisiones de Pimentel, era natural del central Chaparra (luego renombrado Jesús Menéndez, en el municipio también identificado con el nombre del líder azucarero, sito en el noreste de la actual provincia de Las Tunas) y se radicó en la ciudad de Morón cuando se mantenía como pelotero activo.
Había ganado notoriedad en la capital como jugador del club Regla y como integrante de la selección nacional, titular del mundo en la Serie Mundial Amateur de 1939 y subcampeona en la cuarta edición (1941). Pero el periplo vital de este notable inicialista también incluía a Vertientes, central en el que era todo un ídolo, manager y jugador a una vez. Allí falleció en 1991.
• Consulte aquí las principales faenas de Cuervo Santiusti con el Club Regla
Entretanto, Delgado y Nicaragua Chacón eran parte de la incontable legión de peloteros del país que cada temporada eran contratados para jugar en representación de centrales azucareros y, el hecho de que no sean oriundos de predios avileños, no resulta óbice para considerarlos como miembros de la patria chica, a tenor de sus desempeños con el Violeta, franela que también defendieron cuando, en 1947, retuvieron el título en la Interprovincial.
Desde el aeropuerto de la ciudad de Camagüey arribaron a suelo colombiano los peloteros de Cuba, quienes se estrenaron de manera inesperada un día después de la inauguración de los Juegos, ocasión en la que abrió oficialmente sus puertas el estadio Barranquilla, construido en 92 días, especialmente para dar cabida al torneo beisbolero.
Aquel 9 de diciembre cayeron ante los envíos del anfitrión Carlos Petaca Rodríguez, el cual aceptó cinco imparables, pero mantuvo en blanco el carreraje de la batería criolla, mientras sus compañeros marcaban una a la cuenta del vencido, el zurdo villareño Ángel Catayo González, llegado a la lid tras eslabonar una impresionante racha de ceros consecutivos de julio a septiembre con el Deportivo Matanzas, que se extendió a 55 entradas frente a equipos de la UAAC.
Después los cubanos tomaron un segundo aire y doblegaron sucesivamente a Costa Rica, 5x2, el día 12; México, 8x2, el 14; Venezuela, 3x0, dos días después, en juego donde Catayo permitió un solitario jit cubriendo toda la ruta; República Dominicana, 2x1, el 18, y Panamá, 13x0, el 20.
Tomada de la memoria Oficial de los V Juegos Deportivos Centroamericanos y del CaribeMario Chacón
Al filo de las 10:00 de la mañana, el 21 de diciembre de 1946, Cuba enfrentó en calidad de home club a Puerto Rico. Era la última presentación de la novena criolla en la ronda eliminatoria. En su debut en el torneo, actuó como abridor el derecho Ignacio Ferrer, quien toleró cinco imparables y dos carreras, en una entrada y un tercio. Lo suplantó en el box el moreno Nicaragua Chacón, quien también se estrenaba (ninguno de los dos volvería a subirse al montículo). El diestro violeteño trabajó con efectividad durante siete entradas y dos tercios, aceptó cuatro imparables, otorgó tres bases por bolas y ponchó a cuatro adversarios, permitió una carrera limpia en el séptimo episodio. Sobre el cajón de bateo se fue en blanco en cuatro turnos oficiales. Después de dos horas y 10 minutos, la victoria sonrió a los cubanos, 4x3, pero en una decisión que ahora resulta ilógica y según las reglas a la usanza, el crédito correspondió al abridor del encuentro.
A la ronda decisiva Cuba pasó como segunda, con igual balance que los punteros colombianos (seis éxitos y un traspié), sin embargo, los criollos cedieron en la discusión de las medallas ante dominicanos y colombianos, 2x3 y 0x2, respectivamente, en choques acontecidos los días 24 y 25. En el primero de estos, René Tata Solís flaqueó en el cuarto episodio, cuando los ganadores le marcaron las tres que lo sacaron del box y lo condenaron al fracaso.
Particularmente emotivo resultó el segundo duelo con los cafeteros, que se prolongó hasta el onceno episodio. En busca de la revancha, Catayo mantuvo en cero a la batería contraria hasta el inning final, cuando, sin sacar out y luego de tolerar la primera de los ganadores, fue relevado por Curricán Estable. Repitió la actuación del primer encuentro con los criollos Petaca Rodríguez, figura cimera del torneo. Otra vez aceptó cinco jits, uno de ellos triple de Willi Miranda, ponchó a uno y otorgó una base por bolas.
Después de estos fracasos que dejaban al campeón defensor sin opciones de refrendar la corona, los de Quisqueya empataron a una carrera con los anfitriones, pero no se presentaron al duelo que definiría al campeón porque el viaje de regreso estaba programado con anticipación para la víspera.
Tomada de la memoria Oficial de los V Juegos Deportivos Centroamericanos y del CaribeBernardo Cuervo
Fue Bernardo Cuervo el único de los enviados del Violeta-Vertientes que intervino en los nueve partidos de su equipo, en los cuales produjo seis sencillos en 30 turnos al bate, para un promedio ofensivo de 200. Como guardián de la primera almohadilla sumó 96 outs y ocho asistencias. Cometió un error.
Tomada de la memoria Oficial de los V Juegos Deportivos Centroamericanos y del CaribeJulio Delgado
En cuanto a Julio Delgado, jugó la segunda base en par de choques en los cuales sustituyó a Mario Díaz. En esos encuentros facturó par de outs y realizó cuatro asistencias, sin pifias, en contraste con las cinco de Díaz, utilizado como regular en esa posición y actuante en los nueve desafíos. A la ofensiva, Delgado fue utilizado en cinco choques, pero falló en siete oportunidades.
Casi siempre se menciona la caída de los beisbolistas cubanos como la mayor sorpresa de los quintos Juegos. Paradójicamente, esta edición marcaría el inicio de la participación en la lid regional de peloteros que la afición de Ciego de Ávila sentía como suyos.
Cuentan que mucho después, cuando la adversidad se enseñoreaba en Petaca, “en plena calle le daba por rememorar tiempos idos, colocándose en un imaginario box para lanzar curvas invisibles ante asombrados transeúntes” . Y puede que los envíos de su delirio burlaran una y otra vez los bates cubanos; aunque en el imaginario de sus enconados rivales Barranquilla también suscitaba emociones favorables, especialmente en Cuervo, Nicaragua y Delgado, jóvenes que vivieron en la urbe colombiana una experiencia singular, casi desconocida, y que Invasor tiene el placer de evocar a 76 años de aquellos acontecimientos.
Notas al pie
Pimentel Pérez, Oreidis: Huella camagüeyana en el fuego centroamericano y del Caribe, en Cuadernos de historia principeña 18. Elda Cento Gómez (coordinadora), Editorial Ácana, Camagüey, 2021, p. 126
Paz Alomar, Héctor E.: Al bate Caballón Álvarez, en Invasor, 25 de enero de 2014, p.6
Pimentel, Oreidis: Obra citada, p. 127
https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-17856 Consultado el 25 de febrero de 2023.