Los observo con sus rostros serios, pero adolescentes; con miradas que imaginan aquel pasado que ahora les cuentan. No tengo que extrapolar pensamientos para saber que los criminales de aquel 6 de octubre, son los mismos que hoy quieren atenazar a quienes solo tienen el pecado de haber nacido en una nación que quiere ser ella y no otra.
• La barbarie:
Estos muchachos de la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar Marina Samuel Noble parecen estremecerse cuando escuchan en el acto de recordación las palabras del Comandante Fidel Castro: ”¡Nuestros atletas sacrificados en la flor de su vida y de sus facultades serán campeones eternos en nuestros corazones; sus medallas de oro no yacerán en el fondo del océano, se levantan ya como soles sin manchas y como símbolos en el firmamento de Cuba; no alcanzarán el honor de la olimpiada, pero han ascendido para siempre al hermoso olimpo de los mártires de la patria!”.
Los futuros campeones del mañana deben confirmar que los que odian y matan no quisieron que aquellos jovencitos, 43 años atrás, pudieran cumplir sus sueños. Y lo necesitan porque ahora, a ellos mismos, se les amenaza todos los días y a todas las horas.
Imagen linda esta que acabo de vivir en la mañana del 3 de octubre de 2019. He visto como un pueblo de héroes honra a sus mártires. He rememorado aquella frase épica que estremeció nuestro mundo de aquel entonces: “No podemos decir que el dolor se comparte. El dolor se multiplica. Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres queridos de las víctimas del abominable crimen. ¡Y cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla!”.
