Retoma su ritmo en Ciego de Ávila Casa de Cultura

Con el paso de la provincia de Ciego de Ávila a la tercera fase de la etapa post COVID-19, la casa de cultura José Inda Hernández retoma el ritmo que siempre la ha caracterizado, como institución generadora de actividades dentro y fuera de su sede.

El constante movimiento, sobre todo de niños y adolescentes, acompañados en muchos casos por padres y otros familiares, confirma lo que explica Yoel López Nodal, metodólogo de Cultura Popular Tradicional allí: el retorno a una programación apta para personas de todas las edades, en diversas manifestaciones del arte y la literatura.

Tal es el caso del taller multidisciplinario Tejiendo un sueño, con niños de cuatro a seis años, objeto de minucioso seguimiento para engrosar y fortalecer los grupos de creación.

“También tenemos los talleres literarios, a cargo de asesores y escritores de la vanguardia artística; espacios para el aprendizaje de la danza, el baile del casino; el Club del danzón para jóvenes y adultos mayores; Laberinto de colores, para cultivar las artes plásticas; El Rincón de los cronopios, con literatura infanto-juvenil, y el taller Canta conmigo, entre otros”, añade Yoel.

Proyectos como los denominados Veraneando en mi consejo, Razones y Hoy te cuento, llevan cultura, participación, intercambio y distracción hasta el ámbito comunitario, en zonas y repartos como Canaleta y otros, incluso, más alejados o desfavorecidos urbanísticamente, a menudo convertidos en epicentro de un burbujeo cultural que atrapa y contagia.

Eso está en correspondencia con lo orientado por el Consejo Nacional de Casas de Cultura para fomentar en todo el país un amplio movimiento denominado Verano por al vida en la comunidad, que concrete aún más las potencialidades de cada lugar en unas 1 200 instituciones educativas cubanas, incluyendo 140 campamentos y palacios de pioneros, que funcionarán como centros culturales en consejos populares.

Para mujeres como Tamara Guerrero, madre de María de la Caridad Ángel Bello Guerrero, la casa de cultura José Inda Hernández se ha convertido en un lugar fundamental, al que ambas acceden bien temprano cada miércoles y viernes, luego de viajar desde Ceballos para que la niña reciba clases de danza.

 niñas bailandoEl aprendizaje de la danza, entre las opciones preferidas por niños y padresSimilar gratitud expresan las avileñas Kaily Palenzuela Martínez y Lisliet Piñeiro Rondón, madres de Kaila Padrón y de Melissa Rodríguez, dos niñas del proyecto Blanco y negro, que inserta canto, baile y teatro.

Como en las demás instituciones de ese tipo que funcionan en la provincia, a la José Inda Hernández le puede faltar pintura para una pared, condiciones para mejor calidad de la música grabada, vestuario para ensayos y presentaciones… pero le sobran voluntad y deseos de hacer bien las cosas con lo que sus directivos y demás trabajadores tengan a mano.

De lo contrario, niñas como Mélany Alegría y Vanesa Víltres no seguirían atravesando media ciudad para asistir a las clases de danza; la instructora Helen Rodríguez Pereira no sumara 10 años entregada a la fascinante labor de enseñar el virtuosismo de la música por intermedio de la voz; y Xiomara Isabel Aguilera, junto al metodólogo Iraldo Hernández, no continuara preparando a niños en el emblemático arte de la locución.

De todo ello, y un poco más, encuentra el visitante, cuando deja atrás el umbral de un inmueble que antes cumplió funciones como club de la Sociedad de Educación Patriótico Militar, en tiempos más lejanos como colonia española, y desde los años 90 del pasado siglo devino Casa de Cultura, o lo que es igual: la Casa de todos.


Comentarios  
# Barbaro Martinez 24-07-2020 17:54
Es la institución que más aporta año tras año mañana ,tarde y noche a la cultura y la recreación en el Boulevard Avileño. Muchas gracias y Éxitos

Brmh
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