Maricela, un monumento a la historia

La entrega de un Reconocimiento Especial por su meritoria participación en la defensa de nuestro patrimonio cultural, por parte del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, motivó esta entrevista

maricelaAilén“La investigación y la conservación de la memoria histórica es nuestro día a día”, dijo Maricela Rodríguez PérezDiríamos que el Museo Municipal de Ciro Redondo ha sido su otra casa o que ha pasado más tiempo allí que en cualquier otro lugar —y con eso bastaría para hacernos una idea a su imagen y semejanza—, pero en la hoja de vida de Maricela Rodríguez Pérez no caben los lugares comunes.

Mas, como 40 años es bastante tiempo, en su historia las pinceladas excepcionales llegan desde cualquier extremo de ese Museo y contarlo a él es hablar de ella…, y viceversa. El devenir de un objeto rescatado gracias a su pericia, las muchas investigaciones premiadas, la minuciosidad con que se registran las piezas, los detalles contenidos en cada guion de montaje, el ritmo intenso cuando llega el verano y la proyección comunitaria de un sitio, que parecía condenado al silencio si no se aguzaba su puesta en valor, son partes indisolubles del todo, hilos de los cuales podemos tirar para saber más.

Para ella su trabajo no solo ha sido el mejor, sino que, aunque parezca aburrido y estéril, cuando se hace bien, demanda empeño y horas extra. Solo así pudiera entenderse que se haya alejado de allí exclusivamente por su licencia de maternidad, pues ni siquiera en vacaciones cierra la puerta y se desprende del todo. Para su dicha, cuenta, su casa está a un paso y va y viene, sin importar la hora o el día de la semana.

Quizás, a los 21 años, no era esta la pasión imaginada por una muchacha que recién abandonaba el magisterio para ser veladora de sala, pero hizo mucho en poco tiempo. Fue a estudiar a La Habana, dejando en casa a su hijo pequeño, y, luego, a Camagüey, donde terminó en 1986 el Técnico Medio en Museología. De esos años los mejores recuerdos son los del ilustrísimo profesor Segundo Leyva, quien le inculcó el amor por la Historia, y los de un tren, que iba y venía a diario sin contratiempos ni achaques.

Los usos del trapiche en la industria azucarera en Ciro Redondo, donde se han encontrado restos de cinco; recopilar la vida y obra de personalidades como Sergio Antuña y Luis Serrano Terry, y una caracterización de la décima en la localidad son de las investigaciones que más alegrías y premios le han traído en los últimos años; a las cuales se suma otra aún en ciernes: la elaboración de un mapa que recoja las vías principales y caminos desde 1912 hasta la actualidad.

Para hablar de la labor de rescate del Museo hace una pausa y va despacio, pues, en su opinión, esta es una de las acciones más importantes y la que los mantiene vivos al centro de la comunidad.

“Antes se hacía una recolección abierta, ahora usamos un gráfico de recolección metódica y conocemos las lagunas. A partir de aquí nos enfocamos en el rescate de piezas, que las personas puedan tener en casa con valor museable. Hemos encontrado muchos objetos decorativos y documentos. Casi todos los meses inventariamos 12 o 13 piezas nuevas y está pendiente registrar una donación de más de 100 revistas Bohemia del año 1914”.

La otra cara del asunto es la confianza depositada por los familiares y amigos de muchas personas fallecidas, que dejan en casa objetos, reconocimientos o libros de gran valor para la historia local. “Saben que no hay un mejor lugar para conservar estas memorias que el Museo Municipal de Ciro Redondo, hemos sabido ganar la confianza de la gente. Aquí no hay olvido”.

Lo cierto es que Maricela ha sido el principio y el final de casi todas las alegrías y batallas compartidas allí, como aquella de rescatar los bancos y la fuente del parque La Rana, de los predios del central, y así evitar su demolición, o de la impotencia que queda cuando una pared de madera se pudre o una teja se cae en algunas de las edificaciones del centro histórico de ese municipio.

El primer asunto se zanjó con el traslado hacia las inmediaciones del Museo de estas estructuras, donde hoy son conservadas en óptimas condiciones, y lo otro todavía le da dolores de cabeza, porque no tiene recurso alguno para entregar y aliviar la deuda.

Como la sinceridad es otra de sus cualidades, su discurso va en plural, convencida de que poco hubiese hecho si no fuera por el trabajo en equipo y por el respeto ganado en un colectivo, donde el más inexperto suma ya 10 años de labor.

trabajadores museoAilénEl colectivo del Museo Municipal de Ciro Redondo se caracteriza por su experiencia y constancia

Cuando pensaba que ya todo estaba hecho, se graduó de licenciada en Estudios Socioculturales y, luego, comenzó el proceso de digitalización de las más de 3600 piezas y objetos que integran el fondo museable, un trabajo que ha llevado tiempo y dedicación, pero que ha sido exitoso, sobre todo, por ser una de las tres instituciones de este tipo en la provincia con el privilegio de una computadora.

Ya casi nunca conduce las visitas guiadas, aunque siempre interrumpe y comenta ella misma los valores de la sala Querido Fidel, ese recodo donde reposan 76 piezas que forman parte del conjunto de regalos que el líder histórico de la Revolución donara a lo largo y ancho del país, en parte, para desmentir a la revista Forbes que lo había catalogado por aquellos días como uno de los hombres más ricos del mundo.

Lo único pendiente en su agenda, y la meta a la que se aferra ahora, con 60 años y un padre anciano, es formar a su relevo y ver inaugurada la Casa Memorial Sergio Antuña, la cual fue levantada desde sus cimientos con madera y tejas, respetando sus valores arquitectónicos coloniales, pero a la que todavía le faltan detalles y días de trabajo.

Su despedida tendrá que ser por la puerta grande y para confirmarlo, recientemente, le fue entregado un Reconocimiento Especial por su meritoria participación en la defensa de nuestro patrimonio cultural, por parte del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, galardón que la distinguió como la mejor museóloga de la zona central del país. El resto tendremos que cumplírselo nosotros.


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