De Antonio Núñez Jiménez saben todos que fue un excelente geógrafo, El Padre de la Espeleología, considerado el Cuarto Descubridor de Cuba, pero a la par lo distinguía su humanidad y un férreo escritor, de esa forma lo caracterizó el arqueólogo Jorge Antonio Calvera Rosés.
Que la XXI edición de la Feria del Libro cubana rindiera homenaje a Antonio Núñez Jiménez, a un centenario de su nacimiento, fue el pretexto ideal para conversar sobre su trayectoria como científico y autor en el panel “Del sueño a la arqueología”.
El invitado especial, Calvera Rosés, además de anecdotizar sobre la labor de Núñez Jiménez en el cargo de presidente de la Academia de Ciencias de Cuba a favor del desarrollo de la arqueología, refirió a la impronta de un intenso quehacer literario, referencia obligada en nuestro campo.
La sumatoria de folletos y libros resulta extensa, con alrededor de 200 publicaciones, de las cuales la colección “Cuba, la naturaleza y el hombre” compila una serie enciclopédica de 50 tomos entre los que destacan Con la mochila al hombro, Geología, y Bojeo de Cuba.
“Escribía de todo, siempre y estuviera donde estuviera. Murió escribiendo”, contó Calvera Rosés en la sede avileña de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
“Decía que debíamos escribir dos hojas todos los días y si no podíamos alguna vez que escribiéramos una al menos”, expuso entonces Carlos Manuel Pérez Cepero, presidente de la Sociedad Espeleológica en Ciego de Ávila.
A partir de sus vivencias refirió que Núñez Jiménez fue un “jefe ―así le gustaba que le llamaran― muy serio, exigente, de una rigurosa disciplina; y cuando iba al frente de las expediciones controlaba hasta lo más mínimo”.
Recordó, asimismo, las visitas del prominente explorador al sistema subterráneo de Boquerón, a Punta Alegre, a la Rosa de los Chinos, en el municipio Bolivia de Ciego de Ávila; aunque no pudo conocer lamentablemente los notables hallazgos arqueológicos de Los Buchillones.
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