Jurado de concursos 26 de julio, expuesto en cuatro países, maestro de varias generaciones de fotógrafos. Pero Inda es más bien abuelo, hombre bueno y eterno perseguidor de cosas bellas
Cortesía del entrevistado"Cuando todo pase quiero hacer una exposición en Ciego de Ávila, en la casa de cultura José Inda Hernández.”Son las 5:00 de la tarde de un día de julio caliente como pocos. El profe Inda (llamarle Tomás Inda Barrera, sin el "prefijo", cuesta) no tiene clases, porque su Escuela de Fotografía Creativa de La Habana (EFCH) está por cumplir 10 años de fundada y el programa de celebraciones le da un descanso.
Por eso se toma un tiempo para responder un decálogo de preguntas que no siempre van a tener respuestas. Inda se resiste a la pose de artista entrevistado y, a veces, da la impresión de que preferiría que le preguntara por la salud de su esposa y la fecha de nacimiento de sus nietos.
Pero la cortesía no le deja "planchar" a una periodista de la tierra de sus padres, aunque pasen días antes de que ella vuelva a abrir Telegram y descubra que la mitad de sus respuestas ya están ahí. “Yo soy avileño como mis padres. Aunque haya nacido en La Habana. Cuenta conmigo.”
A La Habana llegó su madre, de una familia de mujeres de campo, a trabajar de sirvienta en casas de ricos. Y “el viejo” vino después. Cuando se casaron era planchador, y en aquel apartamento que alquilaron nació Inda, como mismo “había podido nacer en Ciego”.
Pero entonces muchas fotos del mar le habrían faltado. Como las que fue a enseñar en el Museo Fernando del Paso, de la Universidad de Colima, en México. “Con una galería enorme. Yo nunca había visto una así”, dice él. Instalado en “una casona del siglo XVIII del centro histórico colimense, conocida como La casa de los siete pueblos que, en aquel entonces, fungía como posada para los jornaleros de pueblos cercanos que venían temporalmente a trabajar en la construcción de caminos y puentes de lo que sería la incipiente Villa de Colima”, dice la dirección de patrimonio de la ciudad.
A México lo invitó su amigo y periodista Max Cortés. Era 2019 y aniversario 500 de La Habana. Inda llamó a la que ha sido su exposición más importante Habana real y maravillosa, que agrupó sus series fotográficas más queridas (Bosque mágico, Mar, Mi gente como es y Malecón) a pocos kilómetros de la Costa del Pacífico y muchos del Atlántico que baña a Cuba.
“Tomás Reinaldo Inda Barrera (La Habana, 12 de julio de 1952) es un ingeniero electromecánico, fotógrafo, investigador y profesor cubano, reconocido por su vertiente artística y por su labor docente. Es el director general de la Escuela de Fotografía Creativa de La Habana. Ha realizado exposiciones personales en Cuba, México, Argentina y los Estados Unidos”, dicen casi a una voz Wikipedia, EcuRed y las biografías más amplias. Tienes que buscar el currículum para comprobar que son 13 las exposiciones personales y más de 20 las colectivas.
— Me preguntas qué géneros prefiero—, dice.
Revisando su web se descubre una carrera amplia. Que incluye foto publicitaria, retrato, fotografía conceptual, documental...
— Yo realmente prefiero el paisaje. Yo soy paisajista. Yo me doy cuenta de que el paisajismo no es lo más atractivo. La gente espera de la fotografía actual más documentalismo. Eso se lo dejo a otros. Hay gente que lo hace de una forma brillante. Ya tú conocerás a (Raúl) Cañibano. Pero yo realmente no quiero hacer fotografía documental. No me interesa. Me parece que ya hay bastante gente haciendo fotografía de desgracias. Yo no quiero ser fotógrafo de desgracias.
Eso quizás explique que haya quien tilde a las fotos del profe como de “una visión muy turística o, para ser condescendiente, paisajista del lugar” , como en la serie Habaneras, expuesta en Tabasco, México.
Él lo sabe. La fotografía documental es un género tan importante como el resto, impactante y sincero, pero también el más vendido cuando se encuadran países pobres. “Yo prefiero soñar la fotografía”, remata él.
Inda ya es un referente para muchos, pero ¿quiénes son los referentes para Inda?
Y antes de hablar de Fan Ho y Cartier Bresson dice que no puede negar que es un referente, pero no en el sentido que va la pregunta, aunque su EFCH haya graduado decenas de talentos.
• Ciego de Ávila es de las provincias con más alumnos en su escuela. Esta es la historia de una joven promesa moronense.
"Hoy me ha llamado mi nieto Mauricio", cuenta. Y me ha dicho:
— Abuelo, ¿sabes qué? Solo me faltan cinco letras para aprender a leer.
— ¡Qué bueno, Mauricio! A mí me encanta que me lean cuentos.
— Pero a mí me gusta que tú me los cuentes.
“¿Ves? Soy un referente para mi nieto.” Y para Amalia y Kala, sus nietas. Y para Ana y Nadia, sus hijas, la primera directora de la escuela y la segunda fotógrafa excepcional. Está completo: “enseñar a los demás es una forma elegantísima de vivir”.
A los 69 años no tiene la anécdota romántica que revele una predestinación mística por la fotografía, y hay que “echarle la culpa”, quizás, al tío José Inda Hernández (sí, el de la Casa de Cultura avileña), que le regalaba pinturas y libros. “Era un loco. Era un hombre feliz.”
O al “señor”, ahora anónimo, que le enseñó fotografía estenopeica en plena adolescencia. “Yo le pedí una cámara y me dijo ¡No, hombre, no! ¿Estás loco? Yo solo tengo una.”
El pinhole o la cámara estenopeica es una caja sin lente, a la que entra la luz por un hueco de medio milímetro más o menos, y una foto tarda varios minutos si hay buena iluminación. Es un invento del año 1850, pero una cámara costaba lo mismo que la comida de una semana, y “el viejo no podía”.
Un año después, como el “capricho” no se le pasaba, le regaló la Smiena con lente de 35 milímetros (mm), una distancia focal muy luminosa que capta casi todo alrededor, todo el paisaje.
Es posible que las fotos que me envía también se hagan con un 35 mm. El hijo de Yemayá es una de ellas. “A veces, dentro de toda esa fotografía, pues hay algún personaje. Hay alguien pequeño que, comparado con la naturaleza que lo rodea, es alguien desvalido, insignificante”, como aquel hombre joven y fuerte que le grita a las olas parado en puntillas.
Y luego, Fortaleza, que muestra una isla de piedra flotando en un mar en calma, parapetada frente al vacío, con una bandera diminuta en la punta, que aguijonea el cielo gris. Sí. Al profe Inda le gusta soñar la fotografía.
Tu narrativa me llevó a recordar al maestro Ricardo Garibay en sus 35 mujeres. No estaría mal una compilación de tus entrevistas, en persona seguro que la entrevista con Inda daría paso a mucho material. Felicidades.
Tuve el privilegio de ser una de sus alumnas más de una vez, y sus enseñanzas despiertan ese mundo infinito de la creación.
Muchas gracias Inda.