Hoy “la calle es un demonio de pálpito y euforia”, como en un poema de la joven creadora de Morón, Ciego de Ávila, y la soledad del cuarto abandonado se vuelve remanso, “de locos furibundos”, “ambulantes sin sosiego”.
Claudette no puede responderme cara a cara, porque la COVID-19 nos obliga a mantener una distancia segura a través de Internet, pero la imagino escogiendo con mimo cada palabra que escribe, y solo de leerla, una la siente cerca. Debe ser por esa sensibilidad de los poetas que, estoy segura, hace más falta que nunca cuando la humanidad palpa la fragilidad de la vida, como en estos días.
Por suerte, mucha más gente lo cree así, y por eso es que entrevisto a Claudette Betancourt Cruz, escritora avileña, joven, enamorada de la poesía como todas las mujeres de su familia, y miembro del primer Recital Poético Internacional, del que participan 18 poetas de distintos puntos de la geografía mundial.
Dicho así, el recital suena rimbombante, pero ella asegura que al principio fue una “ideíta” de su amigo Eudris Planche Savón, quien, en una charla con Eduardo Herrera Baullosa, decidió que los poetas podían hacer más, para inundar las redes sociales con mensajes inspiradores, positivos, y contrarrestar la desesperanza o el miedo.
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A Claudette le vino como anillo al dedo: “días antes me estaba preguntando si yo podía hacer algo en estos momentos, brindar algo, no estar simplemente inmóvil e inerte, aunque ya el hecho de todos cumplir lo orientado es hacer mucho, pero pensaba que tal vez podía hacer algo, ya que cultivo precisamente poesía, o sea, tengo algo que brindar”.
Así, gracias a una charla entre amigos, cada domingo, y mientras dure la crisis sanitaria, Instagram acoge la lectura de poemas en vivo, desde Cuba, Estados Unidos, Panamá, Puerto Rico, Bolivia, Colombia, Argentina y España. Lo hacen en parejas y sin nervios, porque más aterrador que leer frente a una cámara las palabras que te han salido de bien adentro, es no tener quien las escuche, o peor, el silencio.
Por eso el recital fue un bálsamo no solo para Claudette, sino también para los otros como el propio Eduardo Herrera, radicado en los Estados Unidos, quien agradece la oportunidad de llegar a más público gracias a este texto, como si las gracias no deberían ser para él.
Y algo similar siente Ketty Blanco, también cubana, a quien la COVID-19 la encontró en España. “El virus se vino encima de Madrid como un tsunami –dice-, y nadie estaba preparado. Ya llevo más de cuatro semanas en cuarentena y poco a poco me voy acostumbrando a esta nueva forma de vida. Me preocupa mucho mi familia en Cuba, porque he visto de cerca lo devastador que es la COVID-19”. Ante tantas emociones y tanta zozobra, el recital es para Ketty un contacto “cálido”, como “un respirador espiritual”, es “reconfortante, vivificante”.
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Claudette se regodea un poco en la historia cuando le pregunto acerca del papel de la poesía ante las crisis, aunque hemos estado hablando acerca de eso todo el tiempo. Se remonta al Decamerón, que se inventó Giovanni Boccaccio en medio de la epidemia de peste bubónica del siglo XIV en Italia. En su libro, diez chicos se escondían de la epidemia para contarse cuentos, como hoy Claudette y los demás se los cuentan al mundo.
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Si Boccaccio hubiera tenido WiFi, también lo habría hecho. Porque estaría de acuerdo con Claudette en que “las crisis sacan lo malo de los seres humanos, pero también pueden sacar lo bueno, impulsar la creatividad, canalizarla a través de la crisis precisamente (…) La poesía en tiempos de crisis es vital, puesto que puede sanar el espíritu, y un espíritu enfermo puede destruir cualquier cuerpo”.
A ella no le hizo falta una crisis para encontrar y compartir la poesía de sus adentros. Hace años que vive para las palabras, y de regalarlas a otros. Por eso desde hace tres años conduce la peña literaria La Siempreviva, en la biblioteca municipal Sergio Antuña de Morón, para promover la creación y el pensamiento crítico. También asiste al Encuentro de Jóvenes Escritores de Iberoamérica y el Caribe, de la Feria Internacional del Libro, espacio que le ha regalado amigos como los que este domingo la acompañarán en el Recital.
Ojalá que esparzan la poesía por el mundo como un virus, o, más bien, como un antivirus contra la letalidad de la confusión, el egoísmo o incluso el tedio. Ojalá ayuden a encontrar poesía a los que miran por la ventana, o valoran más que de costumbre el abrazo de sus hijos. Porque “si hay que contagiar algo en estos días -dice Claudette-, que sea poesía, belleza, y deseos de vivir”.
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