HEPA, el Puro*

hepaNohema Díaz Muñoz Cuando Héctor Eugenio Paz Alomar bajó del viejo camión del Partido, lo hizo en condición de héroe: traía el botellón de ácido nítrico desde el polvorín de Majagua, y si él mismo no había volado en pedazos era por pura casualidad.

• También puede leer entrevistas a otros fundadores de Invasor:

“Todo el tiempo de mi vida”.

Desnudez por dentro.

Jefe inusual.

Aquel 26 de Julio vio la luz Invasor, entre otras razones, porque HEPA, como meses después firmaría sus trabajos, intentó lo imposible para garantizar las imágenes del periódico; no solo por el traslado de la materia prima: “realizamos muchas pruebas en seco, pero ninguna de fotografía, cada vez que el rodillo abandonaba la superficie, había que aplicarle al cliché un cepillo con nafta, para limpiar el exceso de tinta”.

Al cabo de un cuarto de siglo, el Puro, según el irreverente bautizo de Ortelio, o el Viejo, de acuerdo con las bromas de sus compañeros, no sabe absolutamente nada de vejez, y sí mucho de juventud acumulada, sobre todo en el forcejeo permanente para hacerle decir a la palabra, la verdad justa y necesaria.

Radio Surco y el periódico Adelante significaron el primer encuentro, simultáneo, con la profesión de su vida, aunque antes tuvo que ejercer como mensajero, dependiente y fotógrafo, entre otros oficios.

“En la radio hice de todo, desde poner una cinta magnetofónica hasta armar un programa, fue una escuela tremenda.”

Héctor no necesita mucho tiempo para reflexionar, cuando lo interrogo sobre las claves de la excelencia periodística: “lo esencial es la autopreparación diaria, no concibo a un verdadero soldado de la palabra que abandone el estudio un solo día de su vida”, esa es una de sus lecciones básicas, aprendida mucho antes de ingresar en la Universidad de Oriente, desde los años de la niñez, porque “tuve la suerte de crecer en una familia muy preocupada por la instrucción y superación de sus hijos. Sería injusto si dejara de reconocer a mi tía Carmen, quien me inculcó la devoción por la lectura”.

HEPA atesora la satisfacción de ejercer su labor con la mente abierta, junto con la capacidad de enfrentar cualquier tópico de la realidad; y cuando las tensiones le aprietan el zapato, guitarra en mano, trata de alejar los malos momentos con algún que otro bolero. Lo saben sus hijos Héctor Eduardo, Iván Andrés y Yarixa, herederos de sus exigencias ortográficas y consejos.

El implacable Cronos le indica que un día se verá obligado a colgar los guantes, pero entonces es posible que Migdalia lo mantenga atado a su silla de trabajo, porque, quisquilloso si no le salen bien las cosas, tiene siempre una frase de aliento para los demás.

Aquel muchachito de 13 años, enviado a la tienda de ropa La Elegante en calidad de mensajero después de suspender Matemáticas, va por la vida con el orgullo del reconocimiento de su pueblo y la compañía de su colectivo, Vanguardia Nacional, que encontró en él suficientes méritos para proponerlo como candidato al Premio Nacional de Periodismo José Martí, palabras mayores con las que el Puro se convence de su eterna juventud.

* Entrevista publicada originalmente en el semanario Invasor, el sábado 22 de mayo de 2004.