Trabajo comunitario integrado estremece comunidad avileña

A La Aguadita se llega por un improvisado camino que te obliga a desviarte de la Carretera Central en Ciego de Ávila e ir monte adentro hasta que, en medio del caserío, la recién terminada escuela pimaria Pedro Lantigua Ortega Torrez le roba el asombro a visitantes y concentra la felicidad de unos pobladores que empiezan a ver las luces del trabajo comunitario integrado.

Dos aulas perfectamente acondicionadas acogen a tres profesores y 11 niños (dos de preescolar y nueve entre los grados primero y quinto), desde que con el apoyo de la mipyme Media Luna se pulieron los últimos detalles y no se ha vuelto a hablar de otra cosa que no sea de la escuelita en aquellos alrededores.

 escuelaAsí lucen las aulas de la nueva escuela rural

Por eso Irma Almeida Medina, delegada de la Circunscripción 50 en la capital provincial y probablemente la mujer que más le sabe a La Aguadita, no puede disimular la emoción cuando trasmite el agradecimiento de su gente que nunca quisiera dejarla ir, acostumbrados a su ir y venir, aunque sabe ella que detrás de ese logro hay muchísimas manos.

Si no que le pregunten a Fernando Javier Alván Torres, director de Media Luna, para quien lo más importante de esta transformación ha sido involucrar a los habitantes en los trabajos que se realizan, de manera que puedan ganar en sentido de pertenencia, porque “lo más difícil no es hacer las cosas, sino mantenerlas”.

En el mismo sentido van los criterios de Giovanni Varruela Ordóñez, funcionario del Departamento de Relaciones Internacionales del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (CCPCC), cuando, en intercambio con los lugareños, dejó claro que “hay que escuchar a la gente y lograr que participen de las decisiones de la comunidad”.

Tal parece que la delegada de circunscripción ya le había leído el pensamiento, mientras contaba cómo los jóvenes del lugar se han vinculado a puestos laborales claves en el funcionamiento del sitio; de ahí que hoy algunos custodien el nuevo centro escolar.

Sin embargo, el máximo representante de la mypime avileña prefiere mostrarse inconforme cuando dice que “a la escuelita todavía le faltan detalles para hacer que los niños quieran asistir, se sientan a gusto en ella”. Toda la razón se la da Varruela Ordóñez, defensor de “una cultura del detalle que nos lleve a que las personas quieran estar en los lugares”.

Domingo de Trabajo Voluntario junto a los pobladores de la comunidad LA AGUADITA para dejar lista la escuela para los niños continúen mañana sus clases. #LatirAvileño #CAVCapitaLate #VamosConTodo

Posted by Mini-Industria Media-Luna on Sunday, May 15, 2022

Y si bien, del otro lado, Irma no para de hablar de lo quisquilloso que han sido “los padrinos” con cada detalle; de los ventiladores y la caja eléctrica para almacenar agua que les instalaron a sus muchachos y de la que no siempre puede presumir una escuela de la ciudad; el miembro del CCPCC considera que también se trata de avanzar en lo material y lo espiritual a la par. “La escuela debe convertirse ahora en el principal centro cultural de esta comunidad”, y con la afirmación queda sentado el compromiso para profesores, padres y todo el que pueda cooperar.

 escuelaIrma, al centro, cuenta al funcionario del Comité Central las peculiaridades de una comunidad mayormente envejecida

Desde la cerca que delimita su finca, Eneido Pérez Sifonte parece escucharlo, para luego dejarnos saber que sus achaques no han podido con la voluntad de abastecer de agua a la escuelita y llegar, algún que otro día, hasta sus aulas, para contarles a los niños de ahora lo que era vivir en el capitalismo. Ojalá se lo hubieran contado a él también y no hubiese tenido que vivir la época que ni siquiera la desmemoria del paso de los años ha podido borrar.

Por si fuera poco, en otro costado, la que antaño fuera la bodega ahora yace a medias, desde que los aires de renovación decidieron que allí también se construiría un Consultorio del Médico y la Enfermera de la Familia, para acercar los servicios de salud a una población que debe trasladarse hasta la ciudad cabecera para ser atendida.

Alván Torres explica que, al hacer el estudio de la comunidad, se identificó como una vulnerabilidad la lejanía de los servicios médicos, por lo que se plantearon compartir el espacio destinado a la venta de víveres para levantar un consultorio tipo 2 que pueda disponer de una enfermera a tiempo completo.

Mientras el ajetreo continúa porque falta mucho por hacer, en La Aguadita se han acostumbrado al aluvión de buenas voluntades que ahora marca para bien el día a día de su gente.


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